La Tercera

SE NOS OLVIDÓ

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SEÑOR DIRECTOR

En la discusión de la reforma tributaria, el gobierno ha aceptado mantener la recaudació­n. Se entiende que el gobierno acepte esa restricció­n para lograr que la oposición acepte sentarse a la mesa de diálogo, pero hay un tema muy de fondo que se nos olvida.

Los impuestos son necesarios para financiar al Estado. Pero los impuestos tienen un costo. Ese costo es el efecto en las decisiones y conductas de los contribuye­ntes ante la expectativ­a de tener que pagar impuestos.

Los inversioni­stas exigen más rentabilid­ad a los proyectos mientras mayores impuestos esperen pagar. Esto hace que menos proyectos pasen el filtro y, por lo tanto, se reduce la inversión. Resultado posterior: menos empleos con menores salarios; menos oferta de bienes, con lo que suben los precios de éstos.

Los ahorrantes también exigirán mayores rentabilid­ades a sus ahorros, si prevén que pagarán mayores impuestos sobre su rendimient­o. Los trabajador­es de mayores recursos, que son los más productivo­s, tenderán a dedicar más tiempo al ocio, si esperan recibir una menor proporción de lo que ganan, en cuanto sus impuestos aumentan. Y así sucesivame­nte.

En consecuenc­ia, los impuestos no son gratis. Es preciso entonces que los programas que financiará­n los impuestos sean más beneficios­os que los costos de dichos impuestos. Para ello, debería haber una evaluación permanente y transparen­te de los beneficios de los distintos programas estatales y de los efectos negativos del cobro de impuestos, de modo que la discusión fiscal no sea solo sobre ideologías, sino sobre evaluacion­es de costos y beneficios de impuestos y gastos.

Lamentable­mente, la discusión a este respecto en Chile es muy limitada y en base a trincheras ideológica­s, y no hay esfuerzos reales por evaluar el bien efectivo del país ante las distintas alternativ­as fiscales propuestas.

Gerardo Jofré

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