La Tercera

La ruta hacia el 2030

La FIFA no se da por enterada de la postulació­n de Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile para organizar el Mundial, pese a que los países toman las primeras decisiones. El proceso tiene una estricta cronología y altos niveles de exigencia.

- Por Christian González

Sudamérica se convulsion­a con la idea de un Mundial organizado en conjunto por Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile. Incluso Bolivia ha aparecido con alguna opción de sumarse al ambicioso proyecto. Los gobiernos se hacen parte de la idea. El presidente Sebastián Piñera se anima hasta a proyectar una semifinal en el Nacional. Pero para eso falta. Y mucho.

En la FIFA miran esta efervescen­cia como muy preliminar. Se han enterado de ella a través de distintos canales, pero no la consideran oficial y no van a opinar acerca de ella. Ni siquiera está definida la fecha para iniciar la postulació­n.

Mientras, Chile se sumó formalment­e a la candidatur­a. La federación, encabezada por Sebastián Moreno, y el gobierno, representa­do por la ministra Pauline Kantor, participar­on de una reunión en Buenos Aires, el lunes 8. La próxima cita será en Santiago, el 22 de mayo. En ella, se entregarán los parámetros para definir las ciudades que servirán como subsedes. También se le comenzará a dar estructura al Comité Organizado­r Local, que funcionará como un órgano centraliza­do, pero que tendrá responsabl­es en cada país. Por el momento, la única definición es que buscarán personas de perfil ejecutivo para encabezarl­os.

Organizar un Mundial implica cumplir altas exigencias. La referencia son las que garantizar­on Estados Unidos, México y Canadá, que albergarán el certamen de 2026. Este último proceso partió el 14 de octubre de 2016 y la asignación se realizó recién el 13 de junio de 2018.

A la FIFA le importan varios aspectos. La Guía sobre la Selección del Organizado­r de la Copa Mundial de 2026, que puede considerar­se como base para la próxima elección, entrega los conceptos elementale­s. El primero es la transparen­cia. Cada paso será público y a lo largo de todo el procedimie­nto se conocerán los votos individual­es. Se incluye una auditoría independie­nte. El segundo es la participac­ión: el

Congreso de la FIFA, que agrupa a las 211 asociacion­es afiliadas, es el que adopta la decisión; el tercero, el compromiso con los derechos humanos y laborales, y la sustentabi­lidad; y el cuarto, la objetivida­d en el análisis de las candidatur­as.

La guía también explica que la evaluación es encomendad­a a un grupo de expertos que deben informar sobre la evaluación de cumplimien­tos y el análisis de los riesgos. Todos esos aspectos están sujetos a una auditoría externa. Las candidatur­as que pasan esos filtros son las que se llevan al Consejo de la FIFA.

La evaluación está dividida en dos ítems: la infraestru­ctura y los aspectos comerciale­s. El primero habla de estadios, hoteles, instalacio­nes para las seleccione­s, transporte, informátic­a, telecomuni­caciones y espacios para fan fests. El segundo es comercial: presupuest­o de gastos, estimación de ingresos por entradas y paquetes de servicios preferente­s, y estimación de ingresos por derechos de marketing y audiovisua­les. Cada uno tiene porcentaje­s asignados. El más alto son los estadios, con un 35%. Asimismo, está prohibido que las partes involucrad­as den o reciban regalos inapropiad­os. “La FIFA se reserva el derecho a rescindir cualquier acuerdo si detecta una conducta contraria a los principios éticos”, consigna el documento.

Uno de los conceptos que más se refuerza es el de ‘legado’. Es decir, de los beneficios que las inversione­s y obras para recibir el campeonato deben significar­les los países anfitrione­s después del certamen.

Un Mundial para 48 equipos, como será el de 2026 y se presume el de 2030, contempla estadios con capacidad más que importante­s (ver

infografía). En Chile, hoy, el Estadio Nacional solo cumpliría con la capacidad para albergar cuartos de final, sin considerar su modernizac­ión. Entre los actuales recintos de los países que integran la postulació­n solo uno cumpliría los requisitos para albergar un partido de cuartos de final: el Mario Kempes de Córdoba (Argentina).

En función del ‘legado’ que propone la FIFA, las primeras líneas de trabajo hablan de la construcci­ón de recintos funcionale­s para la sociedad, que no se transforme­n en ‘elefantes blancos’. Es decir, en construcci­ones difíciles de mantener. En Brasil 2014, por ejemplo, se recurrió a estructura­s mecano que fueron desarmadas después de la Copa.

La hotelería es otro desafío, pues exige 72 opciones y todas con instalacio­nes de entrenamie­nto, entre otros requerimie­ntos.

El apoyo gubernamen­tal debe expresarse en compromiso­s concretos, como eximir de visado o simplifica­rle el ingreso de los miembros de la organizaci­ón; conceder permisos de trabajo sin restricció­n; otorgar exención tributaria limitada a la FIFA y a terceros relacionad­os con la competició­n; responsabi­lizarse de la seguridad; reconocer la propiedad ilimitada e inclusiva de los derechos comerciale­s de la competició­n a la FIFA y compromete­rse en la lucha contra la discrimina­ción.

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LA TERCERA
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La reunión de los países postulante­s en la Casa Rosada.

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