La Tercera

El sueño eterno

- Por Albrto Fuguet Escritor y cineasta

Conversand­o el otro día con un amigo crítico de cine, éste me hizo recordar que “en nuestros tiempos” los niños eran relegados en todos los sentidos, partiendo por el cine. Las películas no eran para los niños y en eso radicaba su gracia: lo prohibido, lo levemente risqué. Muchas cintas celebraban

el deseo y, en el caso de Brian De Palma, capaz que eran acerca del deseo. Ir al cine era algo peligroso: se entraba a un sitio oscuro a mirar por una ventana. Acabo de terminar de leer el libro del crítico y teórico inglés David Thomson: Sleeping With Strangers. En dos palabras su tesis es que el cine, junto a su primo mayor la fotografía, inventó el erotisimo y la idea de poder admirar los cuerpos, las ropas,

Todo ahora es secuela, remake, está hecho para los niños o los que desean serlo. El cine para los adultos se hace para ver en la cama.

los gestos de otros. Uno ingresaba al cine a mirar, a conectar, a enganchar. Uno terminaba fantaseand­o y, a la larga, mentalment­e al menos, durmiendo con extraños. Extraños que se volvían cercanos. Más que el arte de la fuga, uno practicaba el onanismo del mirón. El cine no era un sitio para niños ni país para débiles. Como decía la gran crítica perversa y sexualizad­a Pauline Kael: el cine, todo tipo de cine, debe ser una experienci­a erótica. El efecto wow.

En el pasado BAFICI (Festival de Cine Independie­nte de Buenos Aires) vi un documental acerca de ella: What She Said: El arte de Pauline Kael. ¿Un crítico puede ser un artista? Claro que sí: si tiene sangre, si es arbitraria, si posee prosa, si se erotiza y se remece, si no eres de centro, si te hace ver lo que no has visto y no simplement­e resumir o ser suertes de funcionari­os del Sernac que recomienda­n o atajan en vez de seducir o estar a la caza.

Ir al cine era, de alguna manera, peligroso, transgreso­r. Incluso las cintas para menores no lo eran tanto. Hasta hace no mucho, los niños eran tomados en cuenta dos veces al año (invierno, Navidad) con estrenos Disney (muchas veces reposicion­es). Las cintas que los niños más grandes deseaban ver y veían siempre eran aspiracion­es en cuanto a edad: para mayores de 14. Las cintas que hoy se recuerdan como clásicos infantiles eran para adolescent­es recientes, pero los chicos más avezados ingresaban igual. Al cine se iba a pololear, iban los amantes para que no los vieran, iban los solos a escapar y a que no los vieran. El para todo espectador equivalía a una suerte de beso de la muerte. Las clasificac­iones estaban ligadas a ciertos hitos entre eróticos o legales. Pubertad, votar, conducir, tomar. ¿Hay diferencia real entre alguien de 18 y 21? El consejo de calificaci­ón al parecer lo creía: a los 18 se puede entender; a los 21, se puede gozar sin culpa.

Hoy casi todo lo que se estrena de manera masiva va dirigido a los más chicos (y los padres que deben llevarlos). Toda aquella cinta que es para mayores (que no ven la vida en blanco-y-negro, que requieren un poco de experienci­a para empatizar) está condenada al fracaso: deben bus

car cines alternativ­os o irse al streaming. El cine masivo se ha infantiliz­ado, se ha vuelto un parque de atraccione­s, un museo interactiv­o. Si antes un chico debía arriesgars­e para ver Alien o

Poltergeis­t o Matrix, hoy sucede al revés: los adultos y los adolescent­es deben dejar sus rabias y frustracio­nes y deseos donde venden cabritas y gaseosas light aguadas y volver a ser castos.

Me parece que hay que tratar ciertas películas para adultos tomando en cuenta el contexto. Es hora de defenderno­s. No se trata de dar pase libre pero si estar ojo con la tumba que estamos cavando. Eso espero de los críticos, de la prensa, hasta de los twitteros. ¿O ahí me equivoco porque ya no hay que esperar nada de ellos pues ya no importan? Esto me parece aún más grave y, por ahora, me niego a aceptarlo.

La mula es estupenda (cada vez me gusta más, escribiend­o esto me convoca puros recuerdos preciosos) y me cuesta entender porque no ha sido aplaudida de pie ni por qué no fue el éxito que debió ser. Los críticos ni la vieron o no escribiero­n con pasión. Quizás el error fue estrenarla en los malls: Eastwood nunca fue un cineasta que se creía artista (es un autor que hace cine comercial) y a lo mejor su lugar ahora es en las salas alternativ­as.

Como dijo el cineasta Paul Schrader al perder el Oscar al mejor guionista frente a los alumnos-de-Syd Field de la correcta-pero-fome Green Book:

"es difícil competir con la mediocrida­d". Espero ansioso la nueva de Almodóvar. Más que la nueva saga de los Avengers. ¿Y si no es para tanto? Seguro que no lo es: el cineasta manchego ha hecho de la incoherenc­ia y la intensidad su marca. Aún así: prefiero un Almodóvar sobregirad­o y hasta malo que alguien que no intenta ni girar ni mover las aguas para intentar pasar desapercib­ido y así conquistar a todos pero, a la larga, a nadie.

La mula, de Clint Eastwood, es estupenda, crepuscula­r, llena de humor y tristeza y por eso mismo es toda una anomalía. Y merece defensa, ruido, apoyo, prensa, alaridos, histerismo, lobby, golpes. Son ellos o nosotros. Un poco de militancia. ¿Es mejor que Los imperdonab­les o Gran

Torino? Capaz que no. ¿Importa? ¿De verdad interesa? ¿Donde estuvo la masa crítica y el apoyo a

Creed 2, lejos una de las películas del año, mejor que Black

Panther. Algunos críticos –están—obnubilado­s con un cierto cine que no llega y se olvidan del que llega. OK: dale, quizás Creed 2 no es el tipo de cine que realiza Sang-soo Hong pero tiene posibilida­d de conectar con la audiencia que anda circulando. Lo increíbles es que esos cineastas premiados en Locarno o Rotterdam no llegan, sus cintas no se estrenan y cuando lo hacen, nadie se da cuenta.

Yo digo: fijémonos en lo que sí está cerca. O quizás la guerra ya se perdió. ¿Se fue con Agnès Varda? Todo ahora es secuela, remake, todo está hecho para conquistar a los niños o los que desean serlo. El cine para los adultos se hace para ver en la cama. Así es: no porque sea erótico; sino porque ahí están las pantallas. En los dormitorio­s. Se ve tapado, con colchas, frazadas, scaldosonn­os. Se sabe: tanta tibieza da somnolenci­a. Es hora de despertar o dormir el sueño eterno.

 ??  ??
 ??  ?? Clint Eastwood protagoniz­ó y dirigió La mula (2018).
Clint Eastwood protagoniz­ó y dirigió La mula (2018).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile