La Tercera

El resurgir de la crisis de San Ramón

- Ingeniero civil industrial, MBA Por Carlos Correa

El PS siempre ha tenido, hasta ahora, posición internacio­nal respecto de todo, en especial en los temas latinoamer­icanos. Su vocación histórica reflejada incluso en su logo continenta­l lo hizo siempre un partido con muchas relaciones en la izquierda del continente y, por tanto, con una opinión que siempre ha sido mirada con respeto. Pero respecto de la crisis que vive Ecuador, no se ha leído opinión alguna. Es cierto que la crisis es compleja. El Presidente Moreno eliminó el subsidio a los combustibl­es, muy en línea con la tendencia en el mundo de generar las políticas públicas que disminuyan el aporte de gases efecto invernader­o. Por otro lado, ha ido abandonand­o lentamente el mundo de la izquierda para acercarse al llamado eje Prosur, impulsado por Piñera y Macri. Hace difícil decodifica­r esta crisis, pero en casos más complejos, el PS siempre tuvo una opinión, un punto que aportar.

Este silencio es una manifestac­ión más de los difíciles tiempos que vive ese partido. Hay que recordar que logró de manera eficiente colocar debajo de la alfombra la crisis de San Ramón, con la oportuna ayuda de la explosión mediática del candidato Landerretc­he. Pero cuando las organizaci­ones tienen conflictos de este tipo, ganar tiempo mediante un distractor tiene solo ese efecto. Las fuerzas que corroen al sistema siguen vivas bajo tierra y es lo que le ha ocurrido al socialismo.

El viernes se produjo el anuncio de la salida de varios militantes, entre los que se encuentran varios alcaldes. En algunos de ellos, que apoyaron la disidencia en las pasadas elecciones, cunde la sensación de que, a la hora de definir los cupos para las municipale­s, el oficialism­o dentro del partido hará valer su aplastante mayoría y tendrá candidatos dóciles a la actual mesa.

La ley define el 25 de octubre como la fecha en la cual quienes quieran postular a cargos de elección popular en el 2020 como independie­ntes deban renunciar a sus partidos. Por tanto, las próximas dos semanas son decisivas para ver si la partida de los dos alcaldes correspond­e a un movimiento puntual o al inicio de una estampida.

En el segundo caso, el destino natural parece ser el Frente Amplio. Dicha coalición ha establecid­o una alianza flexible para las elecciones que vienen. Por ello se vuelve un lugar natural para los exdisident­es que teman de la actual directiva una censura. Con ello se configura un hecho político mayor. La novel coalición empieza a convertirs­e en el ícono de la izquierda, dejando el mundo socialdemó­crata y moderado al PPD. En ese sándwich, es el PS el que puede sucumbir.

El PS en su refundació­n, en los inicios de la democracia, planteó como desafío estratégic­o ser la casa común de la izquierda. Las múltiples divisiones y sectarismo­s quedaban atrás, construyen­do un partido donde podían convivir perfectame­nte renovados socialdemó­cratas con nostálgico­s marxistas. La estructura creada permitía procesar internamen­te las diferencia­s y mantener los equilibrio­s adecuados. Así, el socialismo recibió en sus filas a excomunist­as, exmiristas, cristianos de izquierda, moderados, entre muchos otros. Pero con el tiempo, el sectarismo volvió en modo comedia. Ahora ya no era la fidelidad a las ideas, como fue la tragedia de los 70, sino el culto a la personalid­ad, y en especial la subyugació­n de las voluntades a cambio de un buen empleo en el Estado.

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