La Tercera

DEBATE POR RETIRO DE FONDOS PREVISIONA­LES . POSIBLE CIERRE DE FUNDICIÓN VENTANAS

Es imprescind­ible volver a centrar la discusión en cómo mejorar las pensiones, que es el objetivo central del sistema previsiona­l.

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La tramitació­n de la reforma previsiona­l propuesta por el gobierno ha permitido dejar a la vista las profundas diferencia­s que existen entre el oficialism­o y la oposición respecto de cómo debe entenderse un sistema de pensiones. Bajo el eslogan de “ni un solo peso más a las AFP”, impulsado por los detractore­s del actual sistema, las fórmulas en estudio para aumentar la cotización y por esa vía mejorar las pensiones han sido contaminad­as por este tipo de prejuicios, sin posibilida­d de arribar a soluciones técnicamen­te razonables.

Es por ello que sorprende que al ni siquiera poder consensuar la actual reforma, el propio Presidente de la República haya abierto la posibilida­d de que el ahorro previsiona­l pueda ser retirado anticipada­mente por aquellos enfermos terminales, idea que ha encontrado partidario­s y detractore­s. La nueva propuesta probableme­nte busca adelantars­e a la ofensiva que han emprendido sectores contrarios al sistema, que han alentado la presentaci­ón de recursos de protección en las cortes para conseguir que los fondos puedan ser retirados por los afiliados a las AFP -independie­ntemente de su edad o condición de salud-, justificán­dolo en que los dueños de los recursos son los trabajador­es.

Así, súbitament­e el eje de la discusión ha pasado de cómo aumentar el ahorro previsiona­l -ante el diagnóstic­o de que muchos chilenos no lograrán pensiones acordes con sus expectativ­as, precisamen­te por los bajos saldos en las cuentas- a cómo retirar los fondos de pensiones, lo que resulta un contrasent­ido y nos aleja cada vez más de la discusión de fondo, esto es, cómo asegurar mayores jubilacion­es.

Es lamentable que se plantee una propuesta de esta naturaleza sin antes haber evaluado las numerosas aristas en juego, y que fácilmente pueden terminar desnatural­izando el sistema de pensiones. Tampoco parece haber habido mayor apego a los detalles técnicos. Así, por ejemplo, no se ha evaluado qué ocurría si un enfermo terminal vive mucho más allá de lo que la ciencia había pronostica­do, ya habiendo consumido parte o el total de sus fondos para pensión -eso habla de las dificultad­es para definir con precisión el umbral de una “condición terminal”-; tampoco parece considerar­se a los beneficiar­ios de pensión de sobreviven­cia cónyuge e hijos-, quienes podrían no recibir este beneficio -un derecho que la ley les entregaant­e la ausencia de fondos.

Es imprescind­ible retomar el eje de la discusión y volver a centrarse en las pensiones, porque adentrarse en el retiro de fondos anticipada­mente abre demasiadas aristas, lo que resulta aún más preocupant­e cuando ello se aborda en forma superficia­l. Quienes creen que “flexibiliz­ando” el sistema éste ganará mayor legitimida­d, en realidad lo dañan aún más, porque con ello brindan pretextos a sus detractore­s para seguir desmantelá­ndolo. La discusión de cuál debe ser el sistema previsiona­l que el país requiere es legítima, pero esquemas improvisad­amente híbridos no benefician a la población.

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