Propuesta aspiracional
El gobierno ha hecho pública su propuesta de Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) de Chile, que en lo principal plantea que el país podría ir más allá de su meta incondicional, con una reducción del 45% de sus emisiones netas con base al año 2016, sujeta a financiamiento internacional. Nos parece destacable la postura de la actual administración en cuanto a asumir un rol y una visibilidad relevantes a partir de los compromisos que implica la COP25.
Sin embargo, creemos que este escenario representa desafíos y oportunidades que debemos considerar, mirando el largo plazo y no solo agendas cortoplacistas.
Estimamos que la propuesta es ambiciosa, pero considerando que no se conocen detalles del plan, medios de implementación y costos asociados con dicha meta incondicional, no es sensato apoyarla a ojos cerrados.
Cabe consignar que esta es una meta nacional y no sectorial. De manera que es natural que surjan muchas interrogantes en torno a su implementación práctica: ¿Cómo se “bajará” esa reducción a los diferentes sectores productivos? ¿Se considerará la contribución de cada sector al total de emisiones del país? ¿Qué estrategias se implementarán para promover reducciones de GEI costo efectivas? ¿Cómo se determinará el presupuesto de emisiones de GEI que se asignará a cada sector? ¿Habrá un tratamiento equitativo en la distribución del presupuesto? ¿Cómo se abordará la situación de ciertos sectores que emplean en sus procesos energía basada en combustible fósiles que les proporcionan terceros y sin alternativas de tecnología costo efectiva en el mediano plazo? ¿Habrá diferenciación entre empresas grandes y medianas?
Falta definir qué mecanismos se considerarán para lograr esa reducción, tales como mercados de carbono, incentivos tributarios, financiamiento, desarrollo de tecnologías y las condiciones habilitantes requeridas.
Sin duda que una anticipación del plazo, originalmente previsto para 2050, que nos parecía adecuado, conlleva significativos costos para todos los sectores, los que es necesario clarificar y cuantificar. De hecho, el cumplimiento de la meta podría implicar obtener financiamiento internacional, cada vez más escaso para Chile en cuanto a ser un país OCDE.
Reconocemos que Chile está en una posición favorable en cuanto al desarrollo de las energías renovables no convencionales, particularmente la energía solar. Ahí tenemos una ventaja competitiva que como industria debemos aprovechar.
Es por ello que en conjunto con la Confederación de la Producción y del Comercio y sus ramas, con el apoyo técnico y logístico de EY, hemos conformado una Comisión COP25 para abordar el cambio climático desde la perspectiva del sector privado. En dicho contexto, se está trabajando en informes sectoriales, para después consolidar la visión del mundo privado frente a los desafíos que plantea el cambio climático en materia de adaptación y mitigación, y las condiciones habilitantes que se requieren para lograr la carbono neutralidad, comprometida por Chile para el año 2050.
La minería está contribuyendo en procesos de reducción de emisiones, particularmente a través del uso de fuentes de energías limpias y en materia de eficiencia energética. Consumimos un tercio de la energía eléctrica nacional y en la medida que la matriz vaya siendo más verde, el sector podrá ir reduciendo progresivamente sus emisiones indirectas. En la misma línea, estamos avanzando con proyectos relevantes, por ejemplo, el del primer camión minero impulsado por hidrógeno, que podría en el futuro reemplazar al diésel como combustible.
Estimamos que la propuesta es ambiciosa, pero no es sensato apoyarla a ojos cerrados.