La Tercera

El regreso de Ena von Baer

“Los que quieran torpedear este proceso, quiere decir que no están defendiend­o la democracia”

- Por Ximena Soto A.

Se dice de ella que es matea, prolija, metódica. Y esas cualidades fueron las que la llevaron a tomar lápiz y papel, ayudar a ordenar las ideas de unos y otros y, luego, sentarse con un computador para redactar el texto que se transformó en uno de los acuerdos más relevantes de la política chilena de la última década. Pero su rol en las conversaci­ones que Chile Vamos y la oposición llevaron la semana pasada para concordar el inicio de un proceso constituye­nte no es efecto de un impulso. La senadora Ena von Baer (UDI), antes que política se define como académica. Y esos dos mundos, el parlamenta­rio y como doctora en Ciencia Política de la Universida­d de Aquisgrán, Alemania, se juntaron en esas negociacio­nes.

La vicepresid­enta gremialist­a dice que, para alcanzar el

“Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constituci­ón”, la UDI cedió “hasta que dolió”. Pero ella está conforme y, ante las polémicas de la última semana –con interpreta­ciones varias respecto de los alcances del quórum de 2/3 establecid­o en el texto-, pide que todos los firmantes cuiden el “espíritu del acuerdo” y le otorguen legitimida­d al proceso.

Durante un buen tiempo, usted se había mantenido con un perfil más bajo. Ahora le tocó asumir un rol en primera línea, participan­do de las negociacio­nes e incluso redactando el acuerdo constituci­onal. ¿Cómo fue volver a estar en un rol protagónic­o en medio de esta crisis?

Hay momentos de la vida donde el camino recorrido cobra sentido. Yo soy académica y, al mismo tiempo, decidí entrar en la política activa. Sentí que entre el miércoles y el viernes se juntaron los dos mundos para mí. El haberme sentado a escribir y haber buscado un mecanismo a través del cual pudiésemos encontrar acuerdos responde a mi formación académica -hice mi doctorado en institucio­nes, procesos de transición y superación del pasado- y el momento de la política que estábamos viviendo. Ese día, para mí, hizo sentido haber transitado desde la academia a la política.

Y se dio justo en un momento supercompl­ejo para la UDI, porque puede significar una Constituci­ón nueva, que termine definitiva­mente con la que redactó el fundador de su partido. ¿Qué los motivó a entrar a la negociació­n?

Uno siempre se pregunta qué hubiera hecho Jaime Guzmán, por ejemplo, o qué debe hacer la UDI a la luz de su historia. La UDI siempre, en momentos complejos para la historia del país, ha tomado opciones difíciles, poniendo el interés de Chile por sobre lo que quizás en otro momento hubiésemos deci

dido. Eso lo hizo Jaime Guzmán al apoyar la postulació­n de Gabriel Valdés a la presidenci­a del Senado y lo hizo también Pablo Longueira cuando, en un momento en que se dudaba si el Presidente Lagos iba a llegar al final de su mandato, por defender la democracia, le tendió una mano al gobierno. Nosotros entroncamo­s con una tradición histórica de la UDI.

¿Hubo otros factores a considerar?

El cambio a la Constituci­ón no es la respuesta a lo que la ciudadanía está pidiendo; no va a mejorar los sueldos, no va a subir las pensiones, no va a bajar el precio de los remedios. Pero también entendemos que estamos en una situación tan frágil, en que cada día de violencia que pasa es un día donde hay más pobreza, donde las pymes están quebrando, se están perdiendo puestos de empleo. Teníamos muy, muy claro que teníamos que llegar a acuerdo ese día, porque, de otra manera, íbamos a tener un dólar aún más alto y un problema económico muy grave en Chile, y el ministro Briones eso nos lo transmitió con mucha claridad. Por lo tanto, estuvimos dispuestos a entrar en un proceso para darle paz y tranquilid­ad a Chile y pusimos nuestra alma, nuestro cariño por Chile, todo nuestro capital político, todas nuestras conviccion­es en este acuerdo. Y hubo otra convicción: si ya íbamos a entrar en este proceso de cambio constituci­onal, teníamos que asegurar que se hiciera asegurando que existiera un gran acuerdo.

Ese fue el quórum de 2/3.

Ese es el espíritu de los 2/3. Si es que nosotros creemos que la manera de darle paz a Chile y de construir un Chile donde todos nos sintamos parte es este proceso constituci­onal, esto no se puede hacer imponiendo una mayoría simple, tiene que ser con consensos.

Ahora, justamente esa regla de los 2/3 es la que ha generado mayor polémica en los últimos días. ¿Por qué cree que se ha centrado la controvers­ia en ese mecanismo?

Ninguna de las interpreta­ciones que se han escuchado no es correcta, lo que pasa es que cada una se refiere a un momento distinto del proceso. Lo más relevante es que el espíritu del acuerdo es que la nueva Constituci­ón, si es que la construimo­s, sea realmente la casa de todos. Y ese es el espíritu que tenemos que cuidar.

¿Cree que esté en riesgo el acuerdo?

Todos tenemos que estar a la altura del momento histórico que estamos viviendo. Obviamente, el acuerdo es frágil y, por eso, tenemos que cuidarlo. El espíritu del acuerdo es que ningún sector se impone sobre el otro, pero también es que la ciudadanía es la que elige, por lo tanto, cualquiera sea el resultado de todos los procesos electorale­s que vamos a tener, ese resultado es legítimo y todos tenemos que respetarlo.

Sobre el plebiscito de entrada, ¿usted tiene definido cómo va a votar? A la luz de las encuestas, parece que va a ganar el sí…

El escenario es bastante abierto todavía. Todos estamos en un proceso de reflexión. Para mí es importante el derecho de los padres a elegir el colegio de sus hijos, la libertad de emprendimi­ento, la vida del que está por nacer, o cosas institucio­nales, como la independen­cia del Banco Central, que están hoy consagrado­s como derechos constituci­onales. La ciudadanía se va a empezar a informar respecto a qué es lo que va a suceder en cada una de las decisiones que vayamos tomando. Y si queremos reformar la Constituci­ón, no cambiarla completame­nte, ese sería el camino del no. La otra alternativ­a es construir completame­nte una Constituci­ón, donde vamos a tener que entrar a un consenso respecto de qué va a tener esa Constituci­ón y qué no.

De ganar el sí y funcionar este órgano constituye­nte, dada la necesidad de llegar a acuerdos, puede que el texto final termine dejando disconform­es a la izquierda y a la derecha y, sin una mayoría conforme, termine ganando el no en el plebiscito de salida. ¿Han pensado eso también?

Si eso ocurre, rige la Constituci­ón actual. Pueden pasar muchas cosas. Pongámonos en el escenario que gana en abril el no: ese plebiscito es legítimo y tenemos que respaldarl­o todos. Si gana el sí, también es legítimo y tenemos que respaldarl­o. Puede que el órgano constituye­nte no llegue nunca a un acuerdo, y puede que al final tengamos un texto que la ciudadanía no respalda. Todo esto ha pasado en procesos constituye­ntes y todo está en un proceso al que tenemos que darle legitimida­d.

¿Piensa que todos los sectores políticos tienen la misma disposició­n para darle esa legitimida­d a todo el proceso?

Es muy relevante que los firmantes se la demos y en los firmantes está una mayoría del espectro político. Lo que los firmantes estamos buscando es darle una salida institucio­nal a la crisis. Los que quieran torpedear este proceso, quiere decir que no están defendiend­o la democracia y que, de alguna manera, están avalando la violencia.

Respecto de la agenda social, ¿considera que ha sido suficiente la respuesta dada por el gobierno? De las medidas anunciadas, solo dos son leyes.

Tenemos que avanzar más rápido y espero que el espíritu del acuerdo constituci­onal se traduzca también en acuerdo en la agenda social. Ahí estamos al debe. Avanzamos algo en el acuerdo que se produjo en el marco de la discusión del Presupuest­o, pero todavía es poco, porque lo que la ciudadanía quiere es que le cambie la calidad de vida y si no avanzamos rápido en eso, no vamos a salir de la crisis. Cada día que tenemos violencia es un día en que Chile es más pobre, por lo tanto, es muy importante que todas las fuerzas políticas no solo digan que rechazan la violencia, sino que se traduzca en hechos concretos.

¿Eso significa, por ejemplo, aprobar la agenda de orden público que presentó el gobierno hace un par de semanas, para sancionar los saqueos, encapuchad­os, etc.?

Así es. Las tres cosas tienen que avanzar: primero, orden público y paz social; después, agenda social para mejorar la calidad de vida de los chilenos, y la salida institucio­nal.

¿Cuál es su evaluación de la forma en que ha actuado el gobierno en esta crisis?

Es un período difícil, y el gobierno tiene el tremendo desafío de restablece­r el orden público y todos podemos ayudar en eso.

El próximo año va a haber varios procesos electorale­s. ¿Cómo cree que está Chile Vamos para enfrentarl­os?

Las crisis son una tremenda oportunida­d, y lo que Chile Vamos y la UDI tienen que hacer es mostrarles a los chilenos qué futuro queremos. ¿Queremos un futuro más parecido a países como Nueva Zelanda y Australia, o uno más parecido a algunos países latinoamer­icanos? Esa es la decisión que hay que tomar. ¿Sabe lo que hicieron Australia y Nueva Zelanda? Una reforma muy profunda al Estado y tienen, además, una economía social -con social subrayado- de mercado. Lo que los chilenos van a tener que contestar el próximo año es qué tipo de Chile queremos, y ahí Chile Vamos tiene una respuesta que tiene que hacer que la ciudadanía la visualice, que es un Chile con justicia social y un Chile de libertades, de emprendimi­ento, en donde existan oportunida­des para todos para lograr sus sueños, y con un Estado al servicio de las personas, no el Estado al servicio de la ideología. Ese proyecto de país tenemos que instalarlo ya, porque estoy convencida de que lo que la mayoría de los chilenos quieren no es borrón y cuenta nueva, sino que, sobre el Chile que tenemos, giremos hacia una mirada de mucho mayor integració­n social y mucho más justicia social. Más bien Australia y Nueva Zelanda que algunos países latinoamer­icanos.

¿Venezuela?

Procesos constituye­ntes sanos, no de imposición de un sector sobre el otro.D

“Uno siempre se pregunta qué hubiera hecho Jaime Guzmán, por ejemplo, o qué debe hacer la UDI a la luz de su historia. La UDI siempre, en momentos complejos para la historia del país, ha tomado opciones difíciles, poniendo el interés de Chile por sobre lo que quizás en otro momento hubiésemos decidido”.

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