PROCESO CONSTITUYENTE
SEÑOR DIRECTOR
Un grupo de académicos ha declarado que si en el proceso constituyente que se inicia no hay amplios acuerdos –con aprobación exigida de 2/3 de los constituyentes-, la materia bajo análisis queda fuera de la Constitución y se entrega a la política democrática en la que gobiernan las mayorías simples. Hay quienes discrepan de esa tesis, argumentando
que si no hay acuerdos no habrá Constitución, y de suceder sería una renuncia a una democracia constitucional, bajo la cual se reservan aspectos de la vida en común de los ciudadanos que se consagran en la Carta Fundamental y no quedan sujetas a una mayoría circunstancial.
De cualquier forma, puede suceder lo que afirman los académicos, y me temo que este será el escenario más probable. La gran crítica a la Constitución vigente es que establece quórums calificados sobre materias de suyo sensibles, con el fin de evitar precisamente que caigan en el juego político y sean decididas por simple mayoría. Y en la práctica, es lo que pasó. Sectores de centroderecha, aunque no tenían mayoría en el Congreso, no dieron espacio para modificar materias clave: fue un ejercicio constitucional, cuyo origen es por todos conocidos, aprobada bajo dictadura, pero que funcionó al apartar ciertas decisiones del proceso democrático, permitiendo avances sustantivos, especialmente en el ámbito económico.
Ahora, lo más probable es que en la convención constituyente no se logre supramayorías de 2/3 para dejar en la Constitución muchos temas donde hay polarización y visiones contrapuestas. ¿Para qué forzar acuerdos constitucionales, algunos dirán, si los temas se pueden decidir por ley en el Congreso? Por lo tanto, no sucederá que no tengamos Constitución; es cierto, la habrá, minimalista y restringida a algunos principios muy generales, dejando al juego democrático de las simples mayorías la decisión final.
Carlos Williamson