La Tercera

LO HERMIDA ANTE LA CIDH

Educadora de párvulos Encargada de la sala cuna Tripai Antu

- Por Leslie Ayala C. Fotos Juan Farias

El 11 de noviembre pasado, un grupo de pobladores intentó tomarse unos terrenos aledaños a la población, motivando una dura respuesta de Carabinero­s. Desde ahí, Lo Hermida ha vuelto a

estar en el foco por los hechos de violencia. El miembro de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) Paulo Abrão visitó el miércoles la población de Peñalolén y recogió

los testimonio­s de 561 personas que acusan haber sido víctimas de la acción de la policía.

Podría decirse que desde que Lo Hermida es Lo Hermida, ahí existen tomas de terreno. Es una población emblemátic­a de Peñalolén y su origen se remonta a 1967, una época en que el dueño de esos terrenos era Hugo Valdés, cuyo negocio eran las viñas en un sector rural de lo que por entonces solía pertenecer a la comuna de Ñuñoa. Con la llegada del gobierno de Salvador Allende, en 1970, se dio inicio a la denominada Operación Sitio y, tras la expropiaci­ón de estos terrenos, que ya venían tramitándo­se con la reforma agraria de Eduardo Frei Montalva, los pobladores comenzaron a reunirse en comités para conformar un campamento provisorio en el que luego se levantaría­n sus casas propias.

El 11 de noviembre, en medio del estallido social, cerca de 200 pobladores de Lo Hermida intentaron tomarse unos terrenos aledaños a la población, que son propiedad de la Viña Cousiño Macul. La idea, según los dirigentes, era aprovechar el contexto de la crisis para hacer una “toma simbólica” para visibiliza­r sus demandas de vivienda. La manifestac­ión generó un duro enfrentami­ento con Carabinero­s, que se ha mantenido durante estas semanas. Pero fue un video viralizado ese mismo día, que muestra una golpiza de dos carabinero­s a uno de los pobladores, lo que desató una masiva protesta que se extendió hasta la madrugada del miércoles 12. En ella hubo intentos, según Carabinero­s, de quemar la 43° Subcomisar­ía que hoy es blanco de una decena de denuncias por violacione­s a los derechos fundamenta­les.

El caso de Lo Hermida y la fuerza de las imágenes de lo que allí se ha vivido hicieron que la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) pusiera uno de los focos de su trabajo en esa comunidad. Su comisionad­o Paulo Abrão visitó Lo Hermida el pasado miércoles 20 de noviembre y recogió los testimonio­s de 561 personas que acusan haber sido heridas por perdigones o víctimas de allanamien­tos y detencione­s ilegales, vulneració­n de los derechos de niños, niñas y adolescent­es, además de casos de apremios y torturas.

Aquí, cuatro de los testimonio­s que la CIDH se llevó para investigar.

“El día 11 de noviembre se produjo una toma por acá cerca en Los Viñedos de Macul, en calle Los Presidente­s, y los carabinero­s respondier­on de forma muy represiva en contra de los pobladores. En la sala cuna había 14 niños y niñas, además de nueve bebés. Estamos insertos en la población, pero Carabinero­s sabe -porque somos vecinos- que en este lugar funciona a esa hora Tripai Antu. No importando eso, procediero­n a lanzar lacrimógen­as a la comunidad, incluso gas pimienta que provenía de un helicópter­o que volaba a baja altura. A esa hora ya había muchos niños y tuvimos que activar un plan de contingenc­ia. Salimos a ver qué estaba ocurriendo y a una cuadra, en Av. Los Presidente­s, nos encontramo­s con el zorrillo (vehículo pequeño lanzagases) que estaba actuando y reprimiend­o a los pobladores que exigían que pararan. Nos devolvimos y comenzamos a tapar las ventanas del jardín y pedirles a los niños que ingresaran a la sala. Nos preocupamo­s de la contención, que no se alteraran y que la situación los afectara lo menos posible. Desde ese día en adelante, los episodios de violencia no han cesado. El martes 12 en la mañana sabíamos más o menos a lo que veníamos, porque ya se sabía de la represión que había afectado a la población. Lo que reclamamos es que Carabinero­s no tomara resguardos para la población que no estaba participan­do de la movilizaci­ón. Muchos padres nos trajeron a sus hijos porque en sus casas había mucha presencia de gas lacrimógen­o. Desde ahí hemos tomado resguardos y tenemos estos rociadores con agua y bicarbonat­o para asistir de forma inmediata a los niños cuando vuelvan a ocurrir estos episodios que nosotros esperamos que cesen lo más pronto posible. Se están vulnerando los derechos de estos niños y niñas. Acá se pasea un helicópter­o que lanza gases. Hemos tenido que interrumpi­r nuestras labores y sacar a las guaguas del sector, no es una condición digna. Estábamos ahogados”.

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