La Tercera

URUGUAY La encrucijad­a del Frente Amplio

- Por Francisca Forni

¡Festejen, uruguayos! ¡Festejen, que la victoria es de ustedes!”. Así celebró Tabaré Vázquez su triunfo el 31 de octubre de 2004, cuando siendo un oncólogo que no pertenecía a la élite política, logró convertirs­e en el primer Presidente de izquierda en la historia de Uruguay. El 1 de marzo del año siguiente, el Frente Amplio (FA) asumió por primera vez el Ejecutivo, 33 años después de su fundación, rompiendo así la hegemonía bipartidis­ta de blancos y colorados. Hoy, los uruguayos volverán a las urnas, pero a diferencia de las últimas tres elecciones, esta vez el oficialism­o, representa­do por Daniel Martínez, tiene posibilida­des reales de ser destronado.

Aunque Martínez obtuvo un 39,2% en la primera vuelta del 27 de octubre, frente al 23,6% de Luis Lacalle Pou, el candidato del opositor Partido Nacional ha logrado reunir el apoyo suficiente para sacar una ventaja de al menos cinco puntos en las últimas semanas. Tras conocer los resultados de la primera cita electoral, Martínez señaló que había iniciado un “camino de diálogo” con otros partidos e hizo un llamado a “apostar por la estabilida­d y no los ajustes” durante la campaña de segunda vuelta.

Sin embargo, Ernesto Talvi, el candidato del Partido Colorado que quedó en tercer lugar, con el 12,3% de los votos, no tardó en entregar su apoyo a Lacalle. La misma noche de la primera vuelta, Lacalle habló de un gobierno “multicolor”, que no solo incluyera al Partido Nacional, sino también a otros, como Cabildo Abierto, que obtuvo un 10,9%; el Partido de la Gente (1,1%) y el Partido Independie­nte (1%), a quienes agradeció su apoyo en el balotaje. No es casualidad que el eslogan de su campaña haya sido “Lo que nos une”.

A su vez, Martínez, ingeniero de 62 años, basó su campaña en la necesidad de un cuarto gobierno consecutiv­o del Frente Amplio (centroizqu­ierda) para “no perder lo bueno” y “hacerlo mejor”. Martínez es considerad­o como el rostro de la renovación de su partido, aunque tiene años de experienci­a en la política uruguaya. En ese sentido, fue electo como alcalde de Montevideo en 2015, cargo al que renunció este año, antes de confirmar su candidatur­a presidenci­al. Sin embargo, no goza del liderazgo que poseen otras figuras de su partido, como el propio Tabaré Vázquez o José “Pepe” Mujica, que gobernó entre 2010 y 2015.

De salir electo, Martínez no solo tendría que llevar a cabo complejas negociacio­nes al interior de su propio partido, que incluye distintas facciones de izquierda, sino que también deberá hacerlo con el Congreso, donde el FA no contará con mayoría por primera vez en 15 años. Sin embargo, los expertos coinciden en que este escenario es poco probable. Según una encuesta de Cifra publicada el martes, el candidato opositor, Luis Lacalle Pou, supera por cinco puntos porcentual­es en intención de voto a su rival oficialist­a. De acuerdo con el sondeo, el abanderado centrodere­chista captaría al menos el 47% de las preferenci­as en la segunda vuelta, mientras que Martínez reuniría un 42%.

“Lacalle Pou es el claro favorito según las encuestas. Aunque no imposible, en estos tiempos de ‘cisnes negros’, un triunfo del Frente Amplio sería una gran sorpresa”, señala a La Tercera el historiado­r e investigad­or de la Academia de Letras de Uruguay, Gerardo Caetano.

Sin embargo, los expertos advierten que los pronóstico­s no son mérito del candidato del Partido Nacional. “Este resultado no es producto de la campaña electoral, sino del agotamient­o del gobierno. Las denuncias por mala administra­ción y pérdidas de dinero a manos del Estado, el enlentecim­iento de la economía, el déficit fiscal, la subida de tarifas y algunos impuestos, el problema de la insegurida­d sin resolver, y temas de corrupción que si bien son menores terminaron con la renuncia inédita del vicepresid­ente Raúl Sendic. Todo esto se expresó en la caída en la aprobación de su gestión y la del Presidente”, plantea Antonio Cardarello, politólogo de la Universida­d de la República.

A pesar de que el oficialism­o no está bien posicionad­o, en Uruguay se reconoce que en los últimos 15 años el Frente Amplio logró avances importante­s en distintas áreas. Cardarello destaca del primer gobierno (Tabaré Vázquez) la reforma tributaria, la reforma de la salud, el Plan Ceibal y la creación del Ministerio de Desarrollo Social. Del segundo

(Pepe Mujica), la nueva agenda de derechos, la legalizaci­ón del consumo de marihuana, la despenaliz­ación del aborto y el matrimonio igualitari­o, y del último período (Tabaré Vázquez), el plan de cuidados y la inclusión financiera.

Sus mayores logros, a nivel general, fueron reducir la pobreza de un 40% en 2004 a un 8,1% en 2018; la disminució­n de la mortalidad infantil a la mitad y el aumento del sueldo mínimo a US$ 398, el segundo más alto de América Latina en la actualidad.

Sin embargo, Caetano advierte que también hubo fracasos. “Los tiempos económicos no han calzado con los tiempos electorale­s: ha crecido el desempleo (9,5% en septiembre), hay un déficit fiscal alto, bajó la inversión, el país está caro y el mercado interno se ha desacelera­do. De todos modos, en el contexto de la región, Uruguay muestra una estabilida­d envidiable. Pero vivimos en sociedades enojadas, que tienden a expresar su descontent­o principalm­ente contra el que gobierna, cualquier sea este. Este segundo gobierno de Tabaré Vázquez no ha sido popular. Acaba de recibir una señal de desaprobac­ión -justa o no- de más un 55% del electorado en la primera vuelta”, señala el politólogo.

En un eventual gobierno de Lacalle, varias cosas podrían cambiar. “Es probable que las reformas que implicaron nuevos derechos se mantengan, así como la mayoría de las políticas sociales. Se espera un ajuste de la economía, sobre todo por la reducción del gasto. Además, podría haber una desmonopol­ización de algunos sectores y una reforma de la seguridad social”, dice Cardarello.

Conrado Ramos, cientista político de la Universida­d de la República, piensa que un eventual gobierno no sería tarea fácil para la oposición. “El desafío para el nuevo gobierno es reducir el déficit a través de recortes del gasto que no comprometa­n áreas sensibles -como educación, salud, seguridady sin aumentar impuestos. Respecto de la agenda de derechos, hay un compromiso firmado por la coalición opositora, donde se afirma que no habrá retrocesos en esta materia, lo que queda un tanto relativiza­do con la presencia de Cabildo Abierto, cuyos integrante­s son claros enemigos de esta agenda”, señala el analista.

Para Caetano, la situación de los países vecinos también podría complicar a Lacalle. “El tema es si podrá cumplir esto, frente a una coyuntura económica internacio­nal y regional difícil y con esa composició­n tan heterogéne­a de su coalición. No será nada fácil. Además de cohesionar a quienes se reivindica­n dentro de la coalición como ‘liberal progresist­as’ con figuras ultristas de derecha y nostálgico­s de la dictadura, Lacalle Pou deberá coexistir con una sociedad más empoderada, que no parece estar dispuesta a perder derechos. El gran patrimonio uruguayo al que hay que apostar es a conservar ese ‘acuerdo de régimen’ frente a la democracia, sobre todo frente a los sucesos y procesos que advertimos en la América Latina de los últimos años”, señala el historiado­r.

El candidato que sea elegido hoy asumirá la Presidenci­a de Uruguay el 1 de marzo de 2020 por los próximos cinco años.D

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► Partidario­s de Daniel Martínez, candidato del Frente Amplio, celebran durante la primera vuelta, el 27 de octubre, en Montevideo.
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Q El candidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, se saca fotos con partidario­s en su cierre de campaña el miércoles en Las Piedras.

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