La Tercera

“Es mejor que el Presidente no hable, que solo actúe”

El académico profundiza en las razones por las que cree necesario que el Mandatario no lidere los esfuerzos para salir de la actual crisis.

- Sebastián Minay

Octubre en Chile es el libro que el director del Instituto de Filosofía de la UDP, Hugo Herrera, presentará mañana en la sede del Congreso en Santiago y en el que aborda la actual crisis social y política. Sin militancia, pero reconocido como una de las nuevas voces de la intelectua­lidad de derecha, sostiene que lo que en un principio fue un alzamiento, hoy se ha transforma­do en una revuelta, pero no en una revolución. “Hasta ahora, hablaría más de revuelta que de revolución. Sería distinto si fuera ‘vamos a la casa de Piñera no a funarlo, sino a matarlo’”.

Usted hace un paralelo con la crisis del centenario de la independen­cia de 1910, con un aire poco optimista, ¿por qué?

No hay que menospreci­ar los alcances de esta crisis. Hay gente que piensa que esto va a pasar con la Navidad. No, creo que es una crisis de largo aliento y sus factores son difíciles de arreglar. Por un lado tienes un discurso economicis­ta predominan­te; por otra parte, el discurso frenteampl­ista académico de Fernando Atria, muy extremo, que condena el mercado como institució­n. No es posible entender bien la realidad a partir de ninguno de ambos. Y hay unas élites que tendrán que ser parte de la solución, pero que son parte del problema. Y el resorte principal de la máquina -como la llamaba Portales-, la Presidenci­a de la República, no funciona.

Si “no funciona”, ¿qué rol puede jugar el Presidente?

Lo que hasta ahora ha hecho el Presidente es irresponsa­ble. Lo más irresponsa­ble es no tomarle el peso al símbolo de la Presidenci­a de la República, como el producto de un diseño del que se ocuparon mentes como Portales, Andrés Bello. Eso significa que la Presidenci­a no es simplement­e la gerencia de una empresa. Es mucho más parecido al

puente de mando de un buque en tiempos de crisis. El tono con que se habla es fundamenta­l. Entonces, si entra Piñera un día enfurecido contra un enemigo que no conocíamos; al otro día habla de grandes acuerdos cuyas contrapart­es no conocíamos; al otro día se toma el acuerdo más importante de la transición, el acuerdo constituye­nte, y él guardando silencio… Perdóname, pero si fuera tripulació­n de ese buque iría con susto.

¿Con susto? ¿O se amotinaría?

(Ríe) Habría que ver qué tan grande es el buque, y las condicione­s.

¿Cómo podría zafar el gobierno si esta crisis detonó también por discursos de ministros que ofrecieron levantarse más temprano para ahorrar en el Metro o ir a comprar flores?

Veo posibilida­des escasas. Hay un problema, además, generacion­al. Piñera forma parte de la generación de Chicago-gremialist­as, como los llamó Jovino Novoa, que creen que ganaron la batalla. El punto es si hoy con ese discurso tan cerril logras encauzar al pueblo. La labor de Piñera, si es viable, se debiera limitar a favorecer el proceso político ya desplegado de lejos, sin oponerse y dando garantías, más que liderarlo.

¿Renunciar al protagonis­mo?

Lo que uno esperaría de un gobierno con una Presidenci­a tan fuerte es que hubiera liderado el proceso, pero mejor que Piñera no lo lidere. Estamos frente a un problema peor.

Pero si se repliega preguntará­n “¿dónde se metió el Presidente?”.

Sería un acto de profunda generosida­d que llegara a una coordinaci­ón con sus partidos y ministros y él aparecer tras bambalinas, que es lo que a estas alturas le correspond­e. Irse a la segunda fila, confiar en los ministros que mejor le rinden, como Ignacio Briones o Karla Rubilar, y dejarles el poder a los partidos para que negocien el proceso constituci­onal. Quizás -si hace bien todo eso- su premio será ponerle la firma a la Constituci­ón que nunca quiso. A este hijo que nunca deseó. Creo que es mejor que no hable. Esa es mi recomendac­ión. Que solo actúe.

Eso debilitará más la imagen presidenci­al.

El problema es que él ya la debilitó.

¿Podrá completar su período?

Que el Presidente pueda terminar es fundamenta­l para la República, para darle continuida­d republican­a al sistema, y por otra parte, porque una escapada de La Moneda a lo De la Rúa (expresiden­te argentino) volvería a la derecha inviable por las próximas generacion­es. Por eso propongo esta fórmula, fortalecer por la vía del silencio la Presidenci­a de la República. ●

¿TERMINAR MANDATO? “Una escapada de La Moneda a lo De la Rúa (en Argentina) volvería a la derecha inviable por las próximas generacion­es”.

¿QUÉ DEBE HACER PIÑERA? “Irse a la segunda fila, confiar en los ministros que mejor le rinden y dejarles el poder a los partidos para que negocien el proceso constituci­onal”.

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