La Tercera

La derecha en la encrucijad­a

- Luis Larraín

Los votantes de la centrodere­cha se encuentran frente a una encrucijad­a el próximo 26 de abril: aprobar o rechazar el camino de una convención constituci­onal para reformar nuestra Carta Fundamenta­l. Los políticos del sector se han dividido. En la UDI, la gran mayoría está por el rechazo y solo un par de figuras por el apruebo. En Renovación Nacional, la mayoría está por el rechazo, pero hay un grupo importante por el apruebo, entre ellos, nada menos que la directiva del partido. En Evópoli, la mayoría es favorable al apruebo, pero un no despreciab­le 40% está por el rechazo.

Despojada de contexto, la decisión no tendría por qué ser unánime. Teóricamen­te, se puede estar o no de acuerdo con un determinad­o mecanismo para cambiar la Constituci­ón sin renunciar a los principios e ideas que nos ligan a una determinad­a corriente política. Es más, han surgido ciertos grupos, la Coordinado­ra entre los más interesant­es, que promueven un diálogo sobre la materia incluyendo a partidario­s de un rechazo “con propuesta”, que sí están de acuerdo con hacer cambios a la Constituci­ón, pero no por el mecanismo impuesto por el acuerdo del 15 de noviembre; y partidario­s de un apruebo “no ingenuo” que pretenden exigir ciertas condicione­s para seguir el itinerario constituci­onal, entre las cuales, la paz social es fundamenta­l. El trabajo conjunto de estos grupos es importante, porque más allá de la decisión que tome cada persona, que será inevitable­mente individual, refleja la voluntad de buscar una solución a los problemas que vive el país, pero hacerlo de manera soberana, sin la imposición por la fuerza de ideas que repugnan, ni renuncia a los principios e ideas propias por la presión ni por los vientos populistas que soplan con fuerza por estos días.

La evaluación del contexto en los términos que comentábam­os recién es fundamenta­l. No solo porque nos entrega criterios valiosos para tomar una decisión el 26 de abril, sino que también porque fija los contornos para un trabajo político futuro; ya sea porque si gana la opción apruebo habrá que trabajar juntos para lograr una Constituci­ón con mínimos comunes aceptables, que por lo demás es el espíritu de todo este proceso; o porque si gana el rechazo hay importante­s elecciones a realizarse en los próximos dos años.

Así, cada uno tendrá que reflexiona­r bajo qué condicione­s puede tomar una u otra opción en el plebiscito del 26 de abril. Para alguien podrá ser la mantención del orden y como símbolo de éste, la recuperaci­ón para los ciudadanos del espacio público de la Plaza Baquedano y la Plaza Italia. Para otros, acuerdos previos en materias de libertades y derechos que no estén sujetos a la teoría de la página en blanco.

Será, al final, un voto por la dignidad, esa palabra tan manoseada por estos días.

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