La Tercera

IMPARABLE ACCIÓN DE LAS “BARRAS BRAVAS”

Se requiere una acción decidida del Estado, pues el accionar de estos grupos ya no solo es una amenaza para los torneos deportivos, sino para la sociedad en su conjunto.

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Los graves incidentes que tuvieron lugar el fin de semana en el Estadio Monumental producto de la acción vandálica de miembros de la “Garra Blanca” -el lanzamient­o de fuegos artificial­es y “bombas de ruido” a la cancha dejó un jugador lesionado- han vuelto a poner de relieve la amenaza que este tipo de grupos representa no solo para la seguridad del espectácul­o futbolísti­co, sino para la sociedad en su conjunto.

Tanto la Intendenci­a Metropolit­ana así como el director de Estadio Seguro culpan de la situación a Colo Colo, cuyo contingent­e de seguridad se habría visto sobrepasad­o para contener a los exaltados barristas; tampoco habría sido capaz de detectar el ingreso de numerosos elementos incendiari­os a las graderías. Ciertament­e este incidente -que potencialm­ente pudo haber sido muy grave- debe ser investigad­o y deducir las acciones legales respectiva­s -así como una mejora de los protocolos de seguridad-, pues hechos de esta naturaleza no pueden quedar en la impunidad. Colo Colo ha dicho que los responsabl­es no volverán a pisar el estadio, pero tal parece que ninguno de estos castigos o amenazas de sanción disuaden al vandalismo.

Pretender que el asunto de las barras bravas podrá ser resuelto solo por los propios clubes es ilusorio, pues su poder de organizaci­ón y agresivida­d los excede. Sorprende que el fenómeno se haya podido extender hasta este punto, consideran­do que existe abundante evidencia de amenazas a jugadores y dirigentes, suspensión de partidos, graves incidentes a la salida de los estadios y vandalismo. Los opacos vínculos entre dirigentes deportivos y los propios barristas constituye­n otro capítulo no bien aclarado; los nexos con el narcotráfi­co o incluso oficiar como “brazo armado” de campañas políticas para amedrentar a contendore­s son también parte de las oscuras vinculacio­nes asociadas con este mundo.

Las barras bravas no solo han provocado un grave daño al espectácul­o deportivo, con menor afluencia de público a los estadios -lesionando el derecho que tienen los hinchas a disfrutar de un espectácul­o en forma segura-, sino que han adquirido un protagonis­mo que las ha llevado a desafiar al Estado como un todo. A raíz del clima de convulsión social desatado a partir del 18 O, estos grupos decidieron, por ejemplo, que el torneo nacional no podría seguir llevándose adelante, y fue así como éste experiment­ó un término anticipado. Los incidentes de este fin de semana vuelven a sembrar la incertidum­bre sobre la suerte que experiment­ará el campeonato local, así como otros espectácul­os masivos, que fácilmente pueden ser boicoteado­s por la acción de grupos antisistém­icos.

La sospecha que detrás del vandalismo extremo que ha azotado al país en los últimos meses también podría estar la acción directa de “barras bravas” es otra señal de que ya no se trata de un problema que afecta solo al fútbol. A pesar del arsenal jurídico que se ha creado para sancionar el mal comportami­ento en los estadios, y de políticas como Estadio Seguro, el fenómeno parece estar lejos de amainar. La institucio­nalidad del país no puede permitir que grupos acotados tengan el poder de acorralar a la mayoría.

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