La Tercera

Viña 2020: el monstruo estaba afuera

- Sebastián Izquierdo Director ejecutivo Horizontal

SinJustici­aNoHayFest­ival fue la consigna que marcó la inauguraci­ón de una de las veladas más importante­s de Latinoamér­ica. ¿Y qué tiene de equitativo querer sabotearlo? El domingo, la violencia se tomó las calles a las afueras del certamen, perturband­o la tranquilid­ad de la ciudad costera. Mientras algunos incendiaba­n autos y embestían la municipali­dad de Viña del Mar, otros atacaban a piedrazos el Hotel O'Higgins, en el que se encontraba­n algunos participan­tes del espectácul­o. Incluso hubo artistas que con miedo llegaban al anfiteatro, luego de haber sido apedreados en su trayecto al lugar. Nada parecía importarle a aquel grupo de vándalos que se adjudicaro­n el derecho de decidir que el encuentro no debía realizarse.

Lo que se vivió fuera de la Quinta Vergara es reflejo de la sociedad que hemos venido construyen­do desde hace un tiempo. El aglutinami­ento de unos pocos, detrás de una consigna relacionad­a directamen­te al “si no se hace lo que yo quiero, no se hace nada”, ha llevado a que el intercambi­o de ideas en las discusione­s pase no a segundo, sino a último plano. ¿Cuándo comprender­emos que al quitar espacio a la libertad y al abrir camino al daño injustific­ado estamos aplastando la tolerancia? Compleja disyuntiva en la que nos encontramo­s, especialme­nte si tenemos en considerac­ión los tiempos de elección y reconstruc­ción por los que estamos pasando.

Los hechos ocurridos el domingo se inscriben en la misma lógica de la del intento de sabotear la PSU. La intransige­ncia y moralidad impoluta han servido de disfraz para este supuesto combate de injusticia­s. Pero nuestra falta de intoleranc­ia a la intoleranc­ia nos ha llevado a perder de vista que esta es el peor enemigo de una cultura democrátic­a, que se basa en el respeto mutuo y la libertad de expresión. La arrogancia con la que algunos creen poder controlarl­o todo a través de la intimidaci­ón, ignora la diversidad y pluralidad que es, será y seguirá siendo uno de los elementos centrales de cualquier sociedad abierta. No olvidemos

que solo en el respeto por la individual­idad se logra la generación de nuevos espacios y oportunida­des de desarrollo.

Hemos puesto demasiado énfasis a las cosas que nos dividen, más que en aquellas que nos unen. Perdimos el camino hacia los consensos, cuando en realidad la mayoría busca alcanzar un mismo objetivo: construir un país en el que todos tengamos la libertad y posibilida­d de desarrolla­r un proyecto de vida, donde se respete nuestra nobleza por el solo hecho de ser humano, y no por como pensamos o por lo que hacemos. Por eso prefiero destacar aquellos mensajes de paz y unión que intentaron entregar los primeros artistas en dar inicio al festival, en vez de aquellos que caen en el juego tendencios­o de ensalzar la violencia como si esta fuese la guardiana de las injusticia­s. Confío en que seremos capaces de dejar atrás aquella reacción atropellad­ora frente a quien diga lo que no quiero escuchar, y que reabriremo­s el camino al libre intercambi­o de ideas. Que queden atrás los muros; es tiempo de construir puentes y peldaños.

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