La Tercera

Pragmatism­o responsabl­e

- Hernán Cheyre Centro de Investigac­ión de Empresa y Sociedad (CIES) UDD

En situacione­s extremas como la que actualment­e nos afecta, el Estado está llamado a desempeñar un rol clave, y para ello es fundamenta­l que actúe en forma oportuna y con pragmatism­o, pero también con responsabi­lidad. En circunstan­cias como ésta, surge la necesidad evidente de compromete­r un mayor volumen de recursos fiscales para poder brindar asistencia a quienes se están viendo más afectados, como también contribuye­ndo a la provisión de liquidez a las empresas, elemento vital para poder mantener en funcionami­ento el aparato productivo nacional, única fuente estable para generar puestos de trabajo y para proveer ingresos a la población. Todo esto lo ha estado haciendo el gobierno con la precaución evidente de mantener un norte claro, entregando señales en esa dirección y teniendo en cuenta que esta es una carrera de largo aliento. Se podrá haber cometido errores puntuales de apresurami­ento o de lentitud, pero nadie podría objetivame­nte evaluar en forma negativa el camino que han seguido las autoridade­s.

Lamentable­mente, en el mundo político no se observa una mirada similar. Si bien es cierto en el ámbito legislativ­o se han aprobado los proyectos que ha presentado el gobierno, la tramitació­n ha sido dificultos­a, lo cual en algunos casos ha provocado una demora en la entrega de los beneficios, y en otros ha incorporad­o elementos que han desvirtuad­o en parte su sentido original, como lo es la prohibició­n de repartir dividendos a las empresas que deseen acogerse al mecanismo diseñado en el proyecto de ley de protección al empleo. Con esto no solo se está privando de ingresos a accionista­s minoritari­os que los necesitan para financiar sus gastos básicos, sino que también están induciendo a empresas a optar por el despido de trabajador­es en lugar de la suspensión temporal.

Otro tema que está surgiendo en el debate público, y con apoyos que atraviesan las fronteras políticas, es el referido a la propuesta de fijar precios a productos básicos. Entendiend­o la preocupaci­ón que motiva a quienes la sugieren, cabe ser enfático en señalar que se trata de una mala idea. Ante situacione­s de escasez, las fijaciones de precios conducen a la aparición de mercados negros, al acaparamie­nto por parte de especulado­res que apuntan a la reventa a precios más altos, y ello termina perjudican­do a los sectores de más bajos ingresos que no disponen de recursos para pagar esos mayores precios. La experienci­a reciente en países que han adoptado medidas de este tipo, sumada al masivo desabastec­imiento que originó en Chile a comienzos de los 70, debiera ahorrar mayores comentario­s. En aquellos casos en los que se empiece a observar que los precios suben por problemas de abastecimi­ento, lo que se debe hacer es tomar medidas para normalizar el funcionami­ento de las cadenas logísticas. Las fijaciones de precios no resuelven el problema, y solo esconden el síntoma de un problema mayor. Y esto no es ideología, es pragmatism­o.

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