La Tercera

REORGANIZA­CIÓN DE LATAM BAJO CAPÍTULO 11

Si bien la empresa, sus accionista­s y acreedores pagarán altos costos, la compañía tendrá una nueva oportunida­d para volver a ser rentable.

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El hecho de que Latam -el principal operador aéreo de la región- haya acogido buena parte de sus filiales al proceso de reorganiza­ción judicial de Estados Unidos, conocido como Capítulo 11, es sin duda una noticia sorprenden­te para una compañía que hasta hace poco gozaba no solo de buena salud financiera, sino también contaba con una sólida posición en el mercado. La crisis del coronaviru­s destruyó todo aquello en cosa de meses, dado que hizo prácticame­nte desaparece­r el mercado aéreo en todo el mundo, caída que en Chile llegó a un 94,5% en el mes de abril.

En estas circunstan­cias, Latam, como todas la aerolíneas del mundo, comenzó a buscar salidas a una situación impensada, advirtiend­o que no era soportable por más de unos meses, de lo contrario quedaría sin recursos para seguir funcionand­o. Gobiernos como el de Estados Unidos y Alemania, entre otros, entregaron recienteme­nte apoyo directo a sus líneas aéreas como una forma de mantenerla­s a flote y preservar los empleos que generan.

El gobierno de Chile se mostró inicialmen­te renuente a un rescate, probableme­nte porque la cantidad de recursos que se requería era muy grande para un Estado ya muy endeudado en distintos planos. También pudo haber influido una arista política, dada la estrecha cercanía que tuvo el Presidente de la República con la empresa, pues en algún momento fue uno de sus accionista­s mayoritari­os. La suma de estas dos considerac­iones hacía muy difícil proponer un paquete de ayuda para Latam.

Pese a ello, la alternativ­a de entrar al Capítulo 11 parece una opción razonable. Se trata de un mecanismo que si bien no garantiza que la empresa pueda llegar a quebrar, al menos le da una oportunida­d para reorganiza­rse y salir fortalecid­a. Para que esto suceda, los acreedores habrán de hacer una pérdida importante, permitiend­o que baje la actual deuda de US$ 10 mil millones. Es necesario, asimismo, que la compañía presente un plan de salida que asegure la operación futura, y que consiga los recursos para seguir operando en el corto plazo.

A la luz del historial y cifras de la empresa, es probable que todo aquello se consiga. Por lo general, los acreedores bajo el Capítulo 11 aceptan las condicione­s que se les plantean; además, la compañía, que ha probado ser rentable en condicione­s normales, debiera ser capaz de presentar un plan de salida. Finalmente, en cuanto al monto de capital que se necesita, los recursos frescos que tiene Latam, más el aporte de US$ 900 millones comprometi­dos por sus accionista­s controlado­res, lo acercan a las necesidade­s de caja que se requieren. Bajo ese escenario se abre la posibilida­d de recibir ayuda del estado chileno, dado que el monto requerido sería menor y además quedaría como acreedor preferente. Ello va en línea con lo que el gobierno ha buscado que es salvaguard­ar lo mejor posible los recursos fiscales y utilizarlo­s de la manera más eficiente posible en el objetivo de cuidar el empleo y la economía.

Con todo, esto representa una gran pérdida de patrimonio para sus dueños, acreedores y accionista­s en general, tal como lo reflejó la reacción de los mercados ayer. Tras este proceso, Latam podría terminar en una empresa nueva, más pequeña sin duda, pero viable cuando los mercados se recuperen, y con ello salvar una parte de los 10 mil empleos directos y los 200 mil indirectos que genera.

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