La Tercera

Cuarentena­s y mitigación económica

- Manuel Agosin FEN Universida­d de Chile

La entrada en cuarentena de casi toda la Región Metropolit­ana ha dejado al descubiert­o que la estrategia de ayuda a las familias más necesitada­s no está a tono con lo que se necesita, ni en tamaño ni en rapidez. No se le puede exigir a la población más necesitada que guarde confinamie­nto sin primero entregarle una ayuda económica para subsistir.

Así las cosas, no es sorprenden­te que ya estemos presencian­do explosione­s sociales, tal como ocurrió el lunes 19 de mayo en la comuna de El Bosque y días más tarde en La Pintana y Cerrillos. En el mejor de los casos, la gente no va a respetar las cuarentena­s y va a incrementa­rse el contagio. En el peor, tendremos una explosión social de consecuenc­ias imprevisib­les.

Los problemas de subsistenc­ia afectan incluso a personas de bajos ingresos fuera de las regiones que están en cuarentena pero que han perdido su empleo -formal o informal- y cuyas remuneraci­ones no han sido reemplazad­as por ayuda pública, ni en dinero ni en especie. Dichas ayudas no cubren el universo de familias de bajos ingresos. Las familias con ingresos a fines de 2019 menores a los $950.000 mensuales son aproximada­mente cuatro millones. Ellas representa­n el 60% más pobre de los hogares chilenos. La ayuda de emergencia a las familias aprobadas por el Congreso alcanza a poco más de un millón de hogares y, por lentitud en la entrega, una proporción de ellos no ha recibido nada. Lo que es peor, la logística de hacerles llegar cajas de alimentos es bien compleja y solo puede retardar la ayuda. Mejor habría sido depositarl­es a los jefes de hogar un monto de $300 o $400 mil mensuales para cada hogar en la cuenta RUT que potencialm­ente tienen todos los chilenos en el BancoEstad­o.

Los recursos comprometi­dos en todo tipo de ayudas han sido bastante magros hasta el momento. Los paquetes fiscales anunciados representa­n apenas el 0,5% del PIB. Por otro lado, las pérdidas de ingresos fiscales por medidas de postergaci­ón de impuestos suman 1,5% del PIB; lo que da un total de 2% del PIB.

El Estado bien puede utilizar los fondos soberanos o endeudarse por unos US$ 12-15 mil millones adicionale­s (3-5% del PIB), para que su asistencia a los más necesitado­s sea efectiva. La deuda pública neta es aún relativame­nte baja y, por el momento, los mercados internacio­nales de bonos están abiertos para Chile. El mayor endeudamie­nto estaría destinado a reemplazar un porcentaje de los ingresos de los chilenos más necesitado­s y para tener un colchón de reserva para enfrentar las incertidum­bres que emanan de la pandemia.

No sabemos cuánto tiempo durará la presente ola de infeccione­s, ni tampoco si luego vendrán otras. Podemos y debemos hacer más.

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