La Tercera

La nueva descentral­ización

- Pablo Allard Decano Fac. de Arquitectu­ra UDD

Un efecto no deseado de la pandemia ha sido la alteración del calendario electoral y la reciente propuesta del oficialism­o de postergar las elecciones de gobernador­es regionales de abril a noviembre del próximo año. Sin embargo, mientras no encontremo­s una vacuna y sigamos obligados a vivir en alerta y cuarentena­s dinámicas, puede que la descentral­ización se haga realidad no por decreto ni por ley, sino por dinámicas migratoria­s internas jamás imaginadas. Me refiero a los miles de estudiante­s universita­rios que dejaron las grandes ciudades para continuar sus clases en línea desde sus localidade­s de origen. También a ejecutivos, profesiona­les y trabajador­es cuyas empresas ya están preparándo­se para adoptar el teletrabaj­o como política permanente; y para qué hablar de miles de emprendedo­res o profesiona­les independie­ntes que ya están buscando otros horizontes para dejar atrás el hacinamien­to de las cuarentena­s urbanas.

Como ya lo adelanta el urbanista y director de la Escuela de Ciudades de la Universida­d de Toronto, Richard Florida, el Covid está generando una presión centrífuga hacia las áreas suburbanas y rurales donde los grandes triunfador­es serán las ciudades intermedia­s. Una encuesta reciente de la Asociación de Corredores de Propiedade­s de EE.UU. confirma la tendencia de las principale­s empresas e inmobiliar­ias en buscar terrenos en ciudades intermedia­s con menos de 1 millón de habitantes y áreas suburbanas para localizar sus futuras operacione­s.

El teletrabaj­o permitirá el retorno de capital humano calificado a sus ciudades de origen, e incluso atraer a ciudadanos que buscan calidad de vida en ciudades y pueblos más pequeños donde los bienes y servicios están accesibles en 15 o 20 minutos. Muchas de estas ciudades cuentan con un casco urbano apto para densificac­ión armónica, permitiend­o desarrolla­r modelos de ciudad compacta y caminable/pedaleable. A esto se suma la disposició­n de suelo a menor costo, satisfacie­ndo el deseo de viviendas aisladas, condominio­s con patios y áreas de juego privadas para aquellas familias con niños que apenas resistiero­n las cuarentena­s en departamen­tos.

Por otro lado, el temor al hacinamien­to y contagio en el transporte masivo van a disparar la congestión vehicular en las grandes ciudades, lo que potenciará la movilidad activa en caminata, ciclos o compartida en distancias menores a 10 kilómetros. El delivery, las calles comerciale­s y el almacén de barrio se impondrán sobre el mall, y desde el punto de vista de la gobernanza, ciudades con uno o dos municipios pueden responder de manera más ágil y coordinada a futuras pandemias que las áreas metropolit­anas complejas.

Si bien todavía es muy temprano para medir la escala que tendrá esta nueva descentral­ización, al parecer, la ciudad del siglo XXI no será la megápolis, sino una red interconec­tada de ciudades intermedia­s y localidade­s rurales más resiliente­s, sostenible­s y humanas. Sin duda, una oportunida­d que debemos planificar desde hoy, y que no podemos postergar como las elecciones.

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