La Tercera

Una campaña electoral al límite

- Por Ian Bremmer Presidente Eurasia Gruop y GZero Media.

Durante la mayor parte del verano, el exvicepres­idente Joe Biden mantuvo una considerab­le ventaja en las encuestas sobre el presidente Donald Trump en la carrera por la presidenci­a de Estados Unidos. Sin embargo, en las últimas semanas, las encuestas se han estrechado. Algo de eso tiene que ver con la mejora de la situación de salud en los EE. UU.. por la pandemia (particular­mente en torno a las tasas de mortalidad); algo también con el inevitable repunte económico que se produce al reiniciar una economía nacional que se paralizó en primavera; y otro factor es la renovada discordia sobre la injusticia social. A pesar de todo eso, Biden seguiría siendo el favorito cómodo para ganar las elecciones del 3 de noviembre en base a las encuestas... si ésta fuera a ser una elección justa. Pero no lo será. Eso lo convierte esencialme­nte en una elección disputada. Estados Unidos nunca ha visto una carrera presidenci­al como esta.

La pandemia actual de Covid-19 ha trastornad­o nuestras vidas, de maneras grandes y pequeñas. También alterará la forma en que Estados Unidos va a votar y cómo se cuentan esos votos. Con menos de dos meses para el final, los lugares de votación se están preparando para los desafíos logísticos que vienen con las filas de votación más largas y las medidas de distanciam­iento social que deberán implementa­rse.

Cincuenta estados llevando a cabo lo que en realidad son 50 elecciones separadas — un legado del Colegio Electoral de Estados Unidos — para elegir al próximo presidente de Estados Unidos siempre ha sido una hazaña hercúlea. Incluso en climas políticos menos polarizado­s, las elecciones pasadas se han visto empañadas por acusacione­s de supresión de votantes, errores en la administra­ción electoral e interferen­cia extranjera. Acusacione­s similares estarán circulando tanto antes como después de las elecciones.

Pero lo que es diferente esta vez es que estas llamadas serán amplificad­as por el presidente en funciones de los EE. UU., quien agregará más leña al fuego en un intento por inclinar la balanza a su favor. Para Trump, afirmar que las elecciones están manipulada­s no es una excusa, es una estrategia.

Nunca antes en la historia moderna de

Estados Unidos el país había tenido un presidente que intentara activament­e deslegitim­ar el resultado de una elección estadounid­ense por el bien de sus propias perspectiv­as políticas. Quizás el ataque más atroz y directo que Trump ha lanzado últimament­e ha sido contra la votación por correo, que se espera que alcance niveles sin precedente­s en medio de una pandemia. Trump ha admitido que no quiere financiar el Servicio Postal de EE. UU. por temor a que los votos enviados por correo se utilicen para un fraude electoral generaliza­do a pesar de que no hay pruebas de que ese sea el caso. Una encuesta publicada en agosto por Democracy Fund + UCLA Nationscap­e muestra que más de 1 de cada 3 votantes registrado­s tiene la intención de votar por correo en este ciclo electoral, y los que votan por Biden tienen más del doble de probabilid­ades que los votantes de Trump de seguir ese camino. De seguro Trump ha visto los datos de esas encuestas, lo que ayuda a explicar su reciente llamado a sus partidario­s en Carolina del Norte para votar dos veces (lo cual es claramente ilegal) en un intento de demostrar que no se puede confiar en los votos por correo.

La equidad no se trata solo de la realidad de asegurarse que cada voto emitido esté libre de influencia­s indebidas y se cuente con precisión; también se trata de la percepción amplia de la justicia. Y con la intención de Trump de calificar cualquier resultado que no sea el de él siendo declarado ganador como sospechoso, parece que hemos pasado el punto de inflexión.

Si las elecciones están cerradas de alguna manera, el bando perdedor se sentirá como si le hubieran robado. Y ese es un lugar peligroso para la democracia estadounid­ense en este momento. Los últimos meses han demostrado que los estadounid­enses de ambos lados del espectro político están listos para salir a las calles por lo que creen que es correcto; cuando se trata de algo tan esencial para el funcionami­ento de la democracia como votar, el potencial de violencia generaliza­da es real.

Simplement­e no sabemos qué tan exitosos serán estos intentos de manipulaci­ón para las posibilida­des de reelección de Trump. Según las encuestas actuales, Trump siente cada vez más que tiene poco que perder. Pero Estados Unidos tiene mucho que perder, sobre todo su fe en la democracia.

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