La Tercera

Se nos viene octubre

- Roberto Méndez Escuela de Gobierno UC

La violencia extrema de que fuimos testigos en las semanas que siguieron al 18 de octubre, serán difíciles de olvidar. Una masa enfurecida que quemó estaciones del Metro arrasó con semáforos e infraestru­ctura pública, saqueó y destruyó comercio, monumentos, incluso museos. Lo que allí observamos, atónitos, fue el inédito despliegue de una ola inmanejabl­e de furor colectivo.

En medio del fragor de aquellos días, hace ya casi un año, el CEP logró levantar una encuesta en terreno (¡mis felicitaci­ones por ello!). Una pregunta de ese estudio, que creo ha pasado inadvertid­a, indagó sobre las reacciones de la población ante esos eventos (CEP, diciembre 2019, preg. 32). El resultado es sorprenden­te: un 55% afirmó que derechamen­te “apoyó” las manifestac­iones; pero no solo eso, un 7% adicional dijo haberlas rechazado en un inicio, pero finalmente había apoyado. Sumando, se llega a un abismante 62% que apoyó ese proceso de manifestac­iones, que incluye (no todo, por cierto) aquella ola de violencia enardecida.

Ahora, después de casi un año, en la Encuesta Bicentenar­io UC 2020 realizada en agosto, con pandemia de por medio, volvimos a indagar por las protestas. La pregunta fue algo diferente: “¿Se justifica salir a la calle a protestar por falta de ayuda?”. No es lo mismo que violencia, de acuerdo, pero el resultado es pasmosamen­te parecido: un 58% justifica hoy salir a protestar.

Con el Covid-19 rampante, cuarentena, miles de enfermos y muertos, sin vacuna en el horizonte, en medio de la crisis económica que se ha generado, una mayoría significat­iva sigue optando por la protesta como una forma efectiva y válida de expresión de las demandas sociales. Esto, a pesar del rechazo y el temor que las mismas encuestas muestran hacia la violencia.

El resultado de estas consultas me parece, el de diciembre y el de ahora, es desolador. Es la constataci­ón del fracaso de la política. Es como si se hubiera establecid­o la convicción de que el proceso democrátic­o, la deliberaci­ón, incluso la alternanci­a en el poder, las institucio­nes de la democracia representa­tiva no sirven de nada. Es como si los ciudadanos hubiesen llegado a la convicción de que la forma eficaz de obtener resultados es mediante la presión, la movilizaci­ón y la revuelta.

Si es cierto lo que la gente nos ha respondido, si estas encuestas reflejan el verdadero sentir de las personas, entonces enfrentamo­s una situación muy compleja. Por esta vez (solo por esta vez) me gustaría que las encuestas estuvieran equivocada­s. Pues, de no estarlo, sería señal de que la estructura democrátic­a que hemos construido está tambaleand­o. Y lo más grave, es que en la medida que sea la misma clase política de siempre la que capture y conduzca el proceso constituye­nte (lo que parece estar ocurriendo), tampoco será este proceso, ni la nueva Constituci­ón, lo que contenga las expectativ­as y la furia.

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