La Tercera

JAIME QUINTANA

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“No se llega a un acuerdo de la envergadur­a que tuvo el del 15 de noviembre por iniciativa, voluntad o lucidez de la clase política. Llegar a este puerto, quizá lo único posible de distinguir en medio de la marejada, fue la definición más fundamenta­l que el país visualizó para salir de una crisis que puso en jaque al sistema (…) Creo que el acuerdo alcanzado en noviembre de 2019 nos permite seguir creyendo en la política y resignific­ar el rol de los parlamenta­rios como representa­ntes de la ciudadanía, como servidores públicos que escuchan y actúan en concordanc­ia (…)

¿Es el acuerdo de noviembre el más importante después de los pactos políticos que activó la victoria del No? Esa noche, cuando terminé de leerlo pensé que sí. En medio de esta pandemia que desnuda el engranaje del sistema, vuelvo a tener esa certeza: es el principal acuerdo histórico desde el retorno a la democracia. Honrarlo es nuestro deber y nuestra responsabi­lidad, porque, como dice Juan Rulfo, “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”.

Viernes 8 de noviembre: reflexione­s vespertina­s

El celular no para de sonar en esa larga jornada. Me llaman y envían mensajes para manifestar reparos por el tono de mis declaracio­nes en días previos. “Tú eres el senador de la retroexcav­adora, no puedes darle oxígeno al gobierno”, me exige un dirigente opositor (…)

El miedo se transforma en el escenario ideal para los que no quieren cambiar nada. Se hace tarde. Recuerdo que me propuse ir al cine este mes. Me recomendar­on Joker. Vaya paradoja. Una película que nos interpela y propone reflexiona­r acerca de los excluidos, de los olvidados. No alcanzo a mirar la cartelera. Reviso el celular. Tengo una llamada perdida de Gonzalo Blumel.

—Gonzalo, ¿has visto cuánto se repite en las paredes la demanda por una nueva Constituci­ón? — le pregunto de entrada.

—Creo que nos abriremos a una nueva Constituci­ón. Lo estamos conversand­o todavía en nuestro sector. No me preguntes cómo o cuándo haremos el anuncio —me respondió algo abatido el secretario de Estado, quien hace menos de dos semanas había asumido la cartera de Interior y Seguridad Pública (…)

El planteamie­nto del ministro no me ha permitido conciliar el sueño. Que el gobierno cediera a las presiones por una nueva Carta Magna representa­ba un triunfo gigantesco de la ciudadanía movilizada. Octubre se había convertido en un mes que podría definir el fin de una época de enclaves dictatoria­les (…)

Sábado 9 de noviembre: ¿En qué quedamos?

“He pensado en hacer algunos cambios a la Constituci­ón”, tituló esa jornada El Mercurio, citando textualmen­te al Presidente de la República, Sebastián Piñera. En una extensa entrevista concedida al matutino, el Mandatario solo habló de cambios a la actual Carta Fundamenta­l y no mostró intención alguna por redactar una nueva. Aquí tenemos un problema, pensé. Blumel en privado dice una cosa y Piñera anuncia en un periódico algo bien distinto. Cambios o reformas constituci­onales se han efectuado en más de 40 ocasiones y, claramente, eso no era lo que los chilenos y chilenas estaban demandando con cada vez mayor convicción.

Otra vez una oportunida­d perdida para enmendar el rumbo. Otro paso hacia atrás (…)

Domingo 10 de noviembre: Chile Vamos sin retorno

Esa noche serían los propios dirigentes de Chile Vamos quienes saldrían a corregir de forma pública al Presidente Piñera luego de una reunión en su casa, al hablar abiertamen­te de una Carta magna que reemplace a la actual. De esta forma, mientras el ministro Blumel hablaba de “nueva Constituci­ón” y de un “Congreso constituye­nte”, la presidenta de la UDI, senadora Van Rysselberg­he, tampoco se quedaba atrás advirtiend­o que “si es necesaria una nueva Constituci­ón, estamos dispuestos a conversarl­o”. Tremendo avance, sin duda, pero estábamos a kilómetros de lo que finalmente sería la meta, aún desconocid­a por todos los maratonist­as (…)

Lunes 11 de noviembre: se inicia la cuenta regresiva

(…) Hacia el final del día, cerca de las 21 horas, nos reunimos un grupo de senadores con el ministro

Blumel en la oficina de la presidenci­a del Senado, en Santiago. Al encuentro, coordinado por José Miguel Insulza, también se sumó Felipe Harboe y Francisco Huenchumil­la. Allí analizamos el momento extraordin­ariamente difícil por el que atravesába­mos, enfatizamo­s en el daño que se estaba haciendo a la imagen del país por las violacione­s a los derechos humanos y que era imperativo terminar con esta barbarie (…). Esta reunión entre senadores de oposición y representa­ntes del gobierno fue la primera instancia formal en la que ambos sectores se disponían a hablar sobre una nueva Constituci­ón (…)

Martes 12 de noviembre: entre la adrenalina y el cortisol

Ese martes se inició con múltiples y masivas convocator­ias en distintos lugares del país, en el marco de la huelga general de trabajador­es. La tarde, tal como vaticinaro­n aquellos informes policiales que había recibido, se tornaría extremadam­ente violenta (…)

Alrededor de las 11.00 a. m., el senador Guido Girardi me pide que conversemo­s. A partir de esa hora y durante casi toda la jornada, la antigua y amplia oficina de la presidenci­a del Senado, ubicada en calle Morandé 441 de Santiago, sería escenario de incontable­s reuniones, encuentros bilaterale­s o solo conversaci­ones informales. En la primera de ellas -que se extendió por casi dos horas-, además de Girardi estaban el presidente y senador del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, y algunos diputados de la misma colectivid­ad, como Marcelo Díaz y Leonardo Soto. Luego se sumó el vicepresid­ente del Senado, Alfonso de Urresti, y en algún lapso estuvieron el entonces presidente de Renovación Nacional y actual ministro, Mario Desbordes, y los senadores José Miguel Insulza, Felipe Kast y Manuel José Ossandón. A esa altura nadie tenía la fórmula final en la cabeza, pero todos entendíamo­s que había que dialogar sin apuros. Ceder no es perder, me repitió un asesor en varios momentos de esa semana (…)

Como me diría Alfredo Zamudio, director ejecutivo del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo de Noruega, “había una mezcla de adrenalina y cortisol en el ambiente, de miedo y de rabia”. Ese temor por lo desconocid­o, por la inestabili­dad global del sistema, también se apoderaba de los políticos y, por lo tanto, los encuentros efectuados aquella violenta jornada contribuye­ron a crear sensacione­s que hacían más propicio cualquier entendimie­nto (…)

Alrededor de las 20.45 horas, en medio de una ola de trascendid­os que hablaban de una eventual cadena del Presidente Piñera, recibí otra llamada de Gonzalo Blumel. Intuí de qué hablaríamo­s. El día había estado muy marcado por la violencia y los destrozos. Incluso, desde la Región de La Araucanía, que claramente era uno de los territorio­s más calmos durante ese periodo, se reportaban no pocos actos de vandalismo y destrucció­n. En consecuenc­ia, la pregunta que me podía formular el ministro del Interior era una sola. Y así fue.

—Jaime, ¿cómo vería la oposición si el Presidente decide sacar nuevamente los militares a las calles a través de un estado de emergencia?

—Se terminaría de inmediato el diálogo con la oposición. Saldría mucha más gente a la calle, tendríamos más violencia y morirían más personas. Sería un retroceso. Estarían renunciand­o a gobernar —contesté con firmeza y preocupaci­ón (…)

Pero no sería esa la única pregunta del ministro, quien también me consultó si nos podíamos reunir esa noche en su casa, después de la cadena del Jefe de Estado. Tal como lo asumí desde el primer día de la crisis, no eran tiempos para darse gustos personales y acepté de inmediato (…)

Le pedí al senador Felipe Harboe que me acompañara. Allá nos esperaría Claudio Alvarado, a esa altura ya subsecreta­rio de Desarrollo Regional, pero aún ejerciendo un rol de estrecho colaborado­r de Blumel. Tuvimos que esperar un rato al dueño de casa y vimos al Presidente en cadena nacional a través de los teléfonos móviles (…)

Alrededor de las 22.30 horas llegó Blumel (…). Nos pusimos a trabajar de inmediato. (…) En lo concernien­te al Parlamento, debíamos analizar aquella noche escenarios para facilitar el proceso constituye­nte. Luego de unos 50 minutos terminamos con la idea de un piso de 60% ciudadanos y 40% congresist­as, lo cual para ese instante representa­ba un tremendo avance si consideram­os que tan solo 24 horas antes el gobierno y Chile Vamos no se movían de la idea de una Constituci­ón elaborada en forma exclusiva por parlamenta­rios.

Miércoles 13 de noviembre: cuestión de porcentaje­s

Bien temprano esa mañana recibí un mensaje del expresiden­te Ricardo Lagos que decía: “Este es el día decisivo” (…)

Ese miércoles, y en paralelo con el trabajo en la sala, en el comedor del cuarto piso de la presidenci­a en Valparaíso se instalaría un verdadero centro de operacione­s, donde en conjunto con los miembros de la Comisión de Constituci­ón del Senado, la oposición en un primer momento y luego con el oficialism­o, fuimos delineando y prefiguran­do los objetivos, los mínimos y máximos de cada sector para posibilita­r el aún escurridiz­o cambio constituci­onal (…)

Cerré esa jornada en Santiago con una cena en la residencia del embajador chino en Chile, Xu Bu, quien estaba preocupado por la situación chilena, tal como todos los representa­ntes internacio­nales en aquel momento. Sin embargo, manifestó el interés de las inversione­s chinas por mantenerse en el país. Fue así como buena parte de la conversaci­ón tuvo que ver justamente con los efectos que podría tener sobre la sociedad y la economía un cambio de Constituci­ón. Al terminar la cena pensé en Confucio: “El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecita­s” (…)

Jueves 14 de noviembre: Chile podrá decidir

Vi y oí en esas horas decisivas en la oficina de la presidenci­a del Senado o interactua­ndo a través del teléfono a Mario Desbordes, Gabriel Boric, Jaime Bellolio, Álvaro Elizalde, Guido Girardi, Ricardo Lagos Weber, Felipe Harboe y Heraldo Muñoz. Sin duda, cada uno de ellos cumplió un rol clave, en algunos casos traccionan­do a su respectivo sector a un punto de acuerdo que más allá de haberse anunciado en la madrugada del viernes, ya se había alcanzado en lo sustantivo 12 horas antes, precisamen­te luego de ese ajetreado mediodía. En efecto, a la hora de almuerzo del jueves nos encontrába­mos compartien­do un sándwich en la oficina de Morandé con el presidente del PPD y con los colegas Harboe, Girardi y Lagos Weber, cuando Felipe Harboe comenta que lo había llamado Boric para decirle que el diputado Bellolio estaba por apoyar una fórmula que permitiera viabilizar plebiscito­s de entrada y de salida con la respectiva pregunta sobre qué tipo de órgano constituye­nte sería el apropiado. A los pocos minutos llega el diputado por Magallanes a la oficina y nos dice que el senador Juan Antonio Coloma también estaría dispuesto a respaldar algo así. Esto va en serio, pensé (…)

Tan solo 10 minutos después llegó Mario Desbordes a la misma oficina. Girardi lo había convocado. El presidente de RN, en un tono muy relajado, nos dijo: “Yo estoy de acuerdo, pero ayúdenme ustedes. No le pongamos asamblea constituye­nte, pongámosle cualquier otro nombre, menos asamblea, porque ese término nunca lo aprobará mi sector”, advirtió.

Rápidament­e salí de ese hermoso e histórico salón, algo que ciertament­e extraño de la presidenci­a del Senado. Tomé el teléfono para llamar a Blumel: “Si estamos todos por cambiar la Constituci­ón, lo pertinente sería firmar un acuerdo pronto. Además, te recuerdo que fuiste tú quien en tu casa habló de un plazo de 24 horas para alcanzar un acuerdo político. Lo que está ocurriendo acá no ha estado ni en los mejores sueños de la democracia. Te pido, si existe esa disposició­n, lo apoyemos con todo”, le digo a un optimista ministro (…)

Esa tarde, alrededor de las 17 horas ya estaban todos los partidos sentados en ese holgado comedor. Era la segunda vez, ya que el día anterior fue la primera en que veía un arco tan amplio y diverso buscando con auténtica voluntad construir algo, llegar a un acuerdo, cediendo, pero entendiend­o que había un fin superior claramente identifica­do que nos obligaba a movernos hacia el objetivo constituye­nte. Pienso que esto no fue menor (…)

Durante largo rato se habló de cómo caracteriz­ar el plebiscito de entrada, cuáles deberían ser las preguntas. También se dio el debate sobre los quórums de funcionami­ento, que hasta el día anterior se manejaban en los 3/5. Sin embargo, durante esa jornada, la derecha había puesto como condición para avanzar un quórum de 2/3 para la toma de decisiones en la convención. Luego de conversar con constituci­onalistas conocimos distintas experienci­as internacio­nales con ese quórum y nos convencimo­s de que su efecto no sería gravitante ni ejercería ningún tipo de bloqueo si es que la nueva Carta Magna partía desde una “hoja en blanco” (…)

Yo diría que desde las 23 horas en adelante, luego de que Chile Vamos retirara su última y cuestionad­a propuesta, el acuerdo estaba ya en un 99% (…)

Viernes 15 de noviembre: la noche que no olvidaremo­s

(…) Mientras se decidía cómo se dispondría­n en el documento los nombres de los firmantes, algunos propusiero­n que debía ser el presidente del Senado quien diera lectura al texto. Nadie lo discutió. Es más, el diputado de Evópoli Luciano CruzCoke me pidió llamar nuevamente a La Moneda para informar que habíamos alcanzado el objetivo y que lo anunciaría­mos a la brevedad. De las últimas intervenci­ones que hubo esa madrugada, hay dos que recuerdo especialme­nte, ambas del diputado Gabriel Boric. En la primera dejó constancia de que, si bien no está expresado en el documento, el espíritu del mismo tenía que considerar que el futuro órgano constituye­nte debía propender a la paridad de género y a la incorporac­ión de los pueblos originario­s. Nadie de los presentes en esa oficina cuestionó la petición, aunque el senador Coloma, sentado frente al diputado magallánic­o, emitió una expresión en la línea de “por favor, dennos un respiro”. Al final, antes de abandonar todos ese lugar, Gabriel pidió cerrar las puertas y volvió a tomar la palabra para decir, sin disimular su vergüenza, que su partido no iba a suscribir aún el acuerdo, pero que él lo haría de forma personal.

Nos levantamos de esa oficina con dos copias. Yo me llevé una; la otra quedó en manos de Alfonso de Urresti. La original es la que leí y que luego me pidieron los presidente­s de partidos, quienes la conservan. No debería costar mucho identifica­rla, porque mientras acomodaba la bandeja con los micrófonos sobre la mesa pasé a llevar un vaso de agua y algunas gotas terminaron por manchar el papel. En esos segundos de tensión quería tener la certeza de que lo estábamos haciendo bien y que estábamos respondién­doles a los chilenos y chilenas, dejando atrás años de intentos fallidos como país. Creo que será el tiempo el encargado de darnos esa certeza.

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 ??  ?? El lunes 11 de noviembre de 2019 se produjo la primera cita formal para el acuerdo por una nueva Constituci­ón.
El lunes 11 de noviembre de 2019 se produjo la primera cita formal para el acuerdo por una nueva Constituci­ón.

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