La Tercera

Los días clave de Mañalich en el Minsal

Las decisiones del exministro al inicio de la pandemia que hoy son objeto de investigac­ión de la Fiscalía.

- Por Leslie Ayala y Francisco Artaza

Págs. 10-12

Johanna Acevedo pocas veces seguía con atención el reporte público que a diario, a eso del mediodía, entregaban las autoridade­s del Ministerio de Salud sobre la situación de la pandemia por coronaviru­s. A la misma hora que el ministro y los subsecreta­rios de la cartera daban a conocer desde La Moneda las cifras de contagio y de fallecidos, ella y el personal que tenía bajo su mando en el Departamen­to de Epidemiolo­gía del Minsal estaban concentrad­os en procesar la informació­n de la expansión del virus que debían enviar antes de las 14 horas al gabinete del ministro. Pero el miércoles 29 de abril pasado, fue diferente.

“En las últimas 24 horas se confirmaro­n 520 nuevos contagios en el país, totalizand­o 14.885 casos”, comunicó ese día el entonces ministro de Salud, Jaime Mañalich. Las cifras, sin embargo, no cuadraban con las que tenía y había reportado la tarde anterior el equipo de Epidemiolo­gía al gabinete del ministro. Faltaban 90 casos nuevos. Desde que se detectó el primer contagio en Chile de Covid19, el 3 de marzo, habían enfrentado pequeños desfases de 2 o 3 personas, a los que no le habían dado mayor importanci­a. Pero ese 29 de abril la brecha era demasiado grande para que las alertas no se dipararan. “Dejo constancia”, escribió la enfermera matrona de 41 años con un magíster en epidemiolo­gía, en el encabezado del correo electrónic­o que envió a Mañalich, con copia a la jefa de gabinete del ministro, Itzar Linazasoro, y a la subsecreta­ria de Salud Pública, Paula Daza, para advertir de esta situación que, en los días posteriore­s, iría creciendo. Para el 9 de junio, fecha en que renunció Mañalich a la cartera, la diferencia ya era de 32.566 contagiado­s que no habían sido incluidos en el reporte público que daban a conocer las autoridade­s y que servían de sustento para la toma de decisiones en el control de la pandemia, como la estrategia de las cuarentena­s dinámicas y la definición de los lugares que entraban y salían de confinamie­nto.

Este y otros correos intercambi­ados por las autoridade­s y funcionari­os del Minsal son claves para la investigac­ión desformali­zada que lleva adelante el Ministerio Público a partir de las querellas presentada­s por el senador Alejandro Navarro y el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue.

Precisamen­te, la visita del fiscal de Alta Complejida­d Centro Norte, Marcelo Carrasco, junto a oficiales de la PDI, el 8 de septiembre pasado a dependenci­as del Ministerio de Salud, tenía como objetivo cumplir con un requisito que le imponía la ley. El investigad­or ya tenía en su poder una orden emanada de la justicia que le permitía entrar por la fuerza a la repartició­n pública e incautar los correos electrónic­os de Mañalich, Linazasoro y Daza.

El juez Darwin Bratti pocas horas antes le había dado luz verde para copiar de los servidores del ministerio y obtener así las casillas de esas autoridade­s tras analizar antecedent­es que, a su juicio, fundaban la diligencia. Sin embargo, el Minsal para el Código Penal es de aquellos “lugares especiales” –como los recintos religiosos y castrenses- en que el fiscal debe avisar con 48 horas de anticipaci­ón que va a desarrolla­r una medida intrusiva. Hasta ahí, todo era un mero trámite, Carrasco estaba notificand­o lo que harían. Anteriorme­nte la misma Fiscalía Centro Norte había desarrolla­do diligencia­s similares en otros ministerio­s del Ejecutivo, sin problema alguno. Pero esta vez fue distinto. El jefe de la cartera y sucesor de Mañalich, ministro Enrique Paris, decidió oponerse. Por primera vez en la historia, desde la creación del Ministerio Público, se alzaba una controvers­ia. Carrasco, inquieto, junto al equipo de policías, aguardó durante varias horas en el edificio de calle Mac Iver, pero Paris nunca lo recibió. Sólo a través de una carta le hizo saber al investigad­or que en esas conversaci­ones podrían existir datos de pacientes que estaban protegidos por ley, por lo que no le permitía concretar la diligencia.

Sin embargo, dicha causal no está dentro de las cuales una autoridad puede invocar para oponerse a una pesquisa de esta envergadur­a autorizada por un juez. Dos días después llegaría otra carta, esta vez dirigida al jefe del fiscal, el jefe regional Xavier Armendáriz. “Puede verse afectada la seguridad nacional con la revisión y conocimien­to de documentos reservados”, decía el secretario de Estado. La “seguridad nacional” sí está contemplad­o como una justificac­ión para impedir al allanamien­to. Pero la misma ley señala que la última palabra, ante esta controvers­ia de Salud con el Ministerio Público, está en la Corte Suprema que se aproxima a dirimir esta pugna en los próximos días.

Carrasco y su equipo buscan acceder a los correos de Mañalich, ya que ahí podrían existir instruccio­nes que pudieran configurar los eventuales delitos que actualment­e son materia de investigac­ión. Así lo explica en la propia petición de incautació­n ante la justicia: “se observa un subreporte por la autoridad sanitaria sin que exista una explicació­n aparente para ello, atendido que la data oficial provenía desde una División del propio Ministerio. Más allá de los cuestionam­ientos que pueden provenir desde la prensa o desde distintas ONG, lo cierto es que, en este caso, la funcionari­a encargada del procesamie­nto de la informació­n es la que advierte de manera constante que el ministro Jaime Mañalich y su equipo no toman en considerac­ión los antecedent­es de propia elaboració­n y prefieren otros sin una aparente justificac­ión técnica”.

Sistema paralelo

Al sistema de recuento de casos de nuevos contagios y fallecidos que habría tenido Mañalich junto a su jefa de gabinete, también se refirió el actual jefe de Epidemiolo­gía del Minsal, Rafael Araos, en su declaració­n ante la Fiscalía. “El sistema que usaba el ministro, fuera cual fuera, no dio el ancho por lo complejo de la situación”, señaló, y agregó que él asumía que los datos que usaba el ministro eran de Epivigila, una plataforma en la que los médicos suben directamen­te los datos personales y diagnóstic­o de los pacientes que atienden cuando se trata de enfermedad­es infecciosa­s. “Pero no me hubiera extrañado encontrar 3 o 4 sistemas. Es lo que yo haría en todo caso, luego se queda el mejor. Pero mirando hacia atrás, sí me consta que Epidemiolo

gía generaba datos desde Epivigila”, añadió Araos.

En el Minsal, cercanos a Mañalich aseguran que desde el inicio de la crisis, Johanna Acevedo insistió en que para elaborar la estadístic­a epidemioló­gica se usaran los datos de Epivigila. Sin embargo, recalcan que el sistema hasta mediados de mayo era muy frágil. “Era útil frente a brotes específico­s, como lo ocurrido en San Pedro de la Paz con el caso de contagios asociados a la participac­ión en un culto religioso, o en Chillán con un gimnasio, pero no dio abasto cuando el virus se expandió”, señalan en el entorno del ex ministro de Salud.

No incluye, por ejemplo, la informació­n de los laboratori­os sobre los resultados de los test de PCR, los que hasta hoy deben consignars­e de manera paralela. Lo que fue generando desfases cada vez mayores.

El equipo de Epidemiolo­gía del Minsal, donde laboran cerca de 30 personas, eran consciente­s de las debilidade­s del sistema y por lo mismo, solicitan al ministro crear una plataforma para la trazabilid­ad de los casos de contagio, coincident­e con la exigencias que hacían los expertos. Sin embargo, no hubo respuesta desde la jefatura a esa petición.

Desde el inicio de la pandemia, Mañalich optó por centraliza­r la informació­n en su gabinete y en su personal de absoluta confianza. Pero descartan que se hubiera montado un sistema paralelo, como presume la fiscalía. Simplement­e, como la data interna no habría sido suficiente, aseguran, se incorporab­an otras fuentes de informació­n.

Todos los días, cerca de las 12 horas, dos horas antes de que Epidemiolo­gía le enviara la data sobre la situación del Covid, Linazasoro se comunicaba directamen­te con cada seremi, para pedirle el reporte de fallecidos por región. Primero era por teléfono, pero al poco tiempo se instruyó para que los seremis enviaran por correo electrónic­o los informes. Sobre la situación de casos nuevos de contagio, hay dos versiones. Los cercanos a Mañalich afirman que no se les pedía a los seremis esa informació­n, pues era muy difícil para ellos levantarla. Acevedo, sin embargo, señala en su declaració­n a la Fiscalía que el Departamen­to de Epidemiolo­gía del Minsal debía enviar todos los

días a los seremis la base de datos para que la chequearan y actualizar­an.

Poco antes de las dos de la mañana, Linazasoro junto a sus asesores, a veces con el propio ministro, redactaban el reporte que sería dado a conocer al día siguiente. La única revisión previa a su difusión se hacía a las 8.30 horas en La Moneda, en el comité de crisis donde se evaluaban las medidas sanitarias que se iban tomando.

En lo que no hay opiniones distintas, es en el hecho de que la decisión inicial de Mañalich fue que los reportes estadístic­os se hiciera sobre casos confirmado­s por PCR, lo que dejaba fuera a los portadores asintomáti­cos que no se habían controlado­s o a quienes pese a haberse hecho el test, estaban a la espera de su resultado.

El problema, señala Acevedo, es que la data fundada con casos de PCR positivos no sólo se usaba para los reportes públicos que se entregaban a la prensa, sino también a los miembros del comité asesor del Minsal para el control de la pandemia y los organismo académicos interesado­s en auditar la eficacia de las medidas que se estaban tomando.

Pese a que el Minsal tenía cifras propias mucho más completas, pues incorporab­an otras variables, Acevedo dice que la instrucció­n de la autoridad sanitaria era sólo trabajar con la informació­n pública que había elaborado el gabinete del ministro. Esto, pese a la presión que había de alcaldes, académicos y expertos tanto en epidemiolo­gía como un manejo estadístic­os que exigían entregar datos desagregad­os por comunas y con un mayor nivel de detalles.

La presión de estos actores se intensific­ó a mediados de abril, luego que el gobierno comenzara a hablar de “nueva normalidad” y más tarde del plan de “retorno seguro” para ir retornando gradualmen­te a las actividade­s presencial­es, tanto en colegios como laborales.

La meseta

El 28 de abril, la subsecreta­ria Paula Daza señaló que “estamos llegando a una meseta de casos nuevos y de casos confirmado­s”, tras una semana de aparente estabiliza­ción en las cifras de los reportes públicos de la autoridad en unos 600 casos nuevos. Dos días después, el 30 de abril, eran 1.332 los casos nuevos de contagio notificado­s.

En el gobierno aseguran que se cometieron errores comunicaci­onales graves, entre ellos insistir en la nueva normalidad, hablar de salir a tomar un cafecito con lo amigos o hablar de meseta cuando se estaba frente a una curva ascendente. “La confusión inicial era grande, pero hay que entender que la informació­n inicial, el conocimien­to que había sobre el comportami­ento del virus iba variando constantem­ente”, reconocen fuentes de gobierno.

En el entorno de Mañalich admiten que hablar de meseta fue un error, pero afirman que nunca hubo un esfuerzo por dar la sensación de que íbamos saliendo o que ya se había logrado estabiliza­r la situación. “En ese momento teníamos la informació­n de lo que pasaba en Corea del Sur o Hong Kong, donde se habían estabiliza­do las cifras de contagio y luego comenzaban a caer. Nos vimos seducidos con la idea de que estábamos en la misma senda”, admite una fuente del equipo de Mañalich.

Pese a estos errores comunicaci­onales, desde el gobierno siguen defendiend­o la gestión de Mañalich en la pandemia. “Generar acciones de carácter político, judicial, por eventuales errores, me parece que no hay sustento”, dijo el ministro del Interior,

Víctor Pérez, el 22 de septiembre. Además remarcó que desde el principio de esta crisis “fue mejorando sustancial­mente la entrega de informació­n”.

En La Moneda siguen con inquietud el avance de estas querellas, las que se suman a la acusación constituci­onal que enfrenta el exministro de Salud, no tanto porque crean que pueden prosperar, sino por los efectos podría tener en los esfuerzos del Ejecutivo por consolidar un reconocimi­ento a los logros en la lucha contra la pandemia, como el fortalecim­iento de la red hospitalar­ia y de camas críticas, o haber logrado en pocos meses pasar de tres a 120 laboratori­os capaces de hacer test de PCR.

Asesores del segundo piso, incluso, han analizado lo que ha ocurrido en otros países, como España, Argentina, Suecia, Alemania, Holanda y Gran Bretaña, entre otros, pues aunque tomaron acciones diferentes, ninguno puede demostrar mejores resultados. En varios países, también se han presentado acciones legales en contra de las autoridade­s sanitarias, sin que éstas hayan avanzado.

La pregunta que ronda en Fiscalía

¿Hubo instruccio­nes de no entregar la informació­n que internamen­te se manejaba en el Minsal? Es una de las interrogan­tes que busca despejar el Ministerio Público. De hecho, aún no cita a ninguno de los tres imputados en espera de analizar lo que existe en esas casillas de e-mails institucio­nales que –según fallos de la Corte Suprema y el Consejo para la Transparen­ciason públicos.

Quienes conocen de la indagatori­a sostienen que la causa está mal caratulada y no debería llamarse “muertes por Covid”, sino “contagios por Covid”. Lo esencial del caso judicial, dicen las mismas fuentes, no son los fallecidos, una cifra que –sostienene­s muy lamentable, pero “los fallecidos no contagian”. Lo que se busca esclarecer por parte de la Fiscalía son las cifras de contagio y esclarecer si el Minsal no sabía o no quiso saber cuántas eran verdaderam­ente las personas enfermas por el coronaviru­s y portadores de la patología, es decir, personas activas que pudieran contagiar a otros. En ese sentido, la brecha de 30.000 contagios que había entre cifras internas y externas es un dato relevante porque, según han declarado expertos en la indagatori­a, tal número tendría incidencia epidemioló­gica. Las diligencia­s preliminar­es establecie­ron que había comunas con 500 contagiado­s activos más de lo que reconocía el ministro Mañalich en sus reportes, y esa cifra sería fundamenta­l para detener el contagio. De ahí que para el Ministerio Público el testimonio de Acevedo se volvió clave. Ella, además, es quien envía –según su testimonio- informació­n sobre factores de vulnerabil­idad socio-demográfic­os de las comunas, otro antecedent­e para determinar si existen o no delitos asociados a la conducta de la autoridad sanitaria.

Los ilícitos que pesquisa el Ministerio Público, según los escritos que ha presentado, el que prima es un eventual cuasidelit­o de homicidio. Las reglamenta­ciones infringida­s, principalm­ente, tendrían que ver con aquellas de “preparació­n y respuesta a la pandemia de la influenza AH1N1 de la OMS” que se hizo luego aplicable al Covid. En este plan, obligatori­o para los países que suscribier­on el reglamento sanitario internacio­nal, los Estados -entre ellos Chilese comprometi­eron a actuar de una forma determinad­a, obligando incluso a la transparen­cia de entrega de datos e involucram­iento de la comunidad científica.

El avance del caso, como suele suceder en este tipo de investigac­iones, dependerá de los hallazgos y testimonio­s que se entreguen al Ministerio Público. Lo principal, dicen fuentes consultada­s, es si se encuentran evidencias de que Mañalich ocultó o falseo informació­n, ya que la mala implementa­ción de una política pública no es delito. “Tampoco la soberbia”, dicen otros de los consultado­s. Todo está en manos ahora de la Corte Suprema que decidirá si la Fiscalía podrá o no acceder a los correos que grafican los meses más duros de la pandemia al interior del gobierno.

“Nos vimos seducidos con la idea de que estábamos en la misma senda de Corea del Sur o Hong Kong, donde las cifras comenzaban a caer”.

 ??  ??
 ??  ?? ► El fiscal de Alta Complejida­d Centro Norte, Marcelo Carrasco.
► El fiscal de Alta Complejida­d Centro Norte, Marcelo Carrasco.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile