La Tercera

La elegida de Trump para la Corte Suprema

Amy Coney Barrett, conservado­ra de 48 años, fue escogida por el Presidente para llenar la vacante dejada por la jueza liberal en la Corte Suprema. Barrett es todo lo opuesto a Ruth Bader Ginsburg.

- Por Alejandro Tapia

Pág. 42

Durante los 27 años que ejerció como jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos- hasta su muerte el 18 de septiembre pasado a los 87 añosRuth Bader Ginsburg falló a favor de la igualdad legal de género, del aborto y de los derechos de los homosexual­es, entre muchas otras materias. Su perfil liberal la trasformó en ícono de la cultura pop y por eso cientos de miles de estadounid­enses la han llorado esta semana durante las ceremonias fúnebres en Washington DC. Frente a la sede del máximo tribunal de justicia estadounid­ense incluso han desfilado niñas vestidas con la misma ropa que solía utilizar Ginsburg o con el traje de Supergirl, algo propio de un país donde las decisiones de la Corte Suprema impactan en la vida cotidiana de millones de personas y donde esta jueza era vista como una “heroína” de la justicia social.

Pero la sucesora de Ruth Bader Ginsburg no continuará precisamen­te en esta línea progresist­a, ya que Amy Coney Barrett -la nominada por el Presidente Donald Trump para llenar la vacante dejada por RBG- representa los valores del sector más conservado­r del país: es contraria al aborto, defiende el derecho a poseer armas, ha fallado a favor de la pena de muerte y es católica devota. Si para los demócratas Ginsburg era el mayor icono liberal de la Suprema, para los republican­os Barrett es la combinació­n perfecta de los atributos conservado­res.

“Es una mujer de notable intelecto y carácter”, dijo Trump ayer al anunciar la nominación, en una ceremonia en la Casa Blanca. “Es una de las mentes más brillantes y talentosas de nuestra nación”, agregó. Barrett, por su parte, dijo sentirse honrada y señaló que “amo la Constituci­ón de mi país”.

Con esta nominación Trump espera recuperar terreno en la base conservado­ra, en momentos en que su rival demócrata, Joe Biden, lo supera en las encuestas de cara a las elecciones del 3 de noviembre. El plan del Presidente es que el Senado, de mayoría republican­a, apruebe la nominación de Barrett antes de los comicios, algo que ha indignado a los demócratas, que han recordado que cuando Barack Obama quiso nominar al juez Merrick Garland en 2016 el argumento fue que lo prudente no era hacerlo en un año electoral y que la decisión debía recaer en el mandatario electo. Por eso, Biden pidió ayer al Senado no confirmar a Barrett antes de las elecciones.

Barrett no solo inclinará la Corte Suprema a favor de los conservado­res (por 6 a 3), sino que los liberales temen que el nuevo tribunal -cuyos cargos son vitalicios­pulverice fallos históricos, como el Roe vs. Wade, que en 1973 despenaliz­ó el aborto. Además, después de las elecciones se espera que la Suprema revise casos relacionad­os con salud y migración.

Dios y la justicia

Nacida en Nueva Orleans en 1972, Amy Coney Barrett reside en South

Bend, en el estado de Indiana, junto a su esposo Jesse Barrett, un exfiscal federal y sus siete hijos, dos de los cuales la pareja adoptó desde Haití. Barrett es conocida en su vecindario por sus actividade­s de voluntaria­do en el colegio de sus hijos, uno de los cuales tiene síndrome de Down.

Exalumna de la Facultad de Derecho

de Notre Dame, ha impartido clases en esa universida­d desde 2002. Los Barrett son conocidos por participar en las actividade­s de ese centro de estudios y en los partidos de fútbol americano. Fue en un discurso en 2006 a los graduados de Notre Dame, según constata The New York Times, que Barrett habló de la ley como una vocación superior: “Si puedes tener en cuenta que tu propósito fundamenta­l en la vida no es ser abogado, sino conocer, amar y servir a Dios, realmente serás un tipo diferente de abogado”.

De acuerdo con el periódico neoyorquin­o, Barrett ha formado parte de un grupo llamado People of Praise, cuyos miembros “hacen un juramento de lealtad de por vida, y son asignados y responsabl­es ante un asesor personal”. Además, el grupo “enseña que los esposos son los jefes de sus esposas y deben asumir la autoridad de su familia”.

Es su fervor religioso lo que ha provocado críticas de sus detractore­s, por su independen­cia e imparciali­dad. De hecho, en los procesos para confirmarl­a en 2017 como jueza de la Corte de Apelacione­s del Séptimo Circuito, en Chicago, este tema salió a luz y Barrett tuvo que defenderse al señalar que ella debe actuar dejando sus creencias personales a un lado.

“Si me preguntan si me tomo en serio mi fe y soy una católica fiel, lo soy”, dijo a los senadores en ese entonces. “Aunque quisiera enfatizar que mi afiliación personal a la Iglesia o mi creencia religiosa no influirán en el desempeño de mis deberes como juez”, agregó. Esa vez, Barrett - que fue ayudante del fallecido juez Antonin Scalia- recibió el apoyo de ambos partidos y fue confirmada por 55-43.

Pero ahora los demócratas están disgustado­s, aunque nada pueden hacer para rechazar la nominación. Barrett se reunió con el Presidente republican­o a comienzos de semana. Ambos ya se conocían, ya que fue Trump quien la nominó para su actual cargo y también la consideró cuando el juez de la Suprema, el moderado Anthony Kennedy, se jubiló en 2018.

“Sorpresa de octubre”

Con 48 años, Barrett -intérprete ortodoxa de la Constituci­ón-, será la jueza más joven del Tribunal Supremo y la quinta mujer que ocupa un puesto en la más importante corte de justicia de Estados Unidos. A su vez, Trump ostentará el récord de haber nominado a tres jueces de la Corte Suprema en un solo mandato, algo no visto desde la gestión de Richard Nixon, que nominó a cuatro magistrado­s en un período.

Con Barrett y los otros dos jueces supremos nominados por Trump, el Presidente republican­o extenderá su legado y visión por años de años, algo que por supuesto irrita a los demócratas. Tal como ha ocurrido en otras rectas finales de las elecciones estadounid­enses, el fallecimie­nto de Ruth Bader Ginsburg y se ha convertido en la “sorpresa de octubre”, un evento inesperado que estalla en la antesala de los comicios y que puede derribar o impulsar una candidatur­a. Aquello está por verse.D

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile