La Tercera

Víctimas de sacerdote Jaime Guzmán demandan a Compañía de Jesús por abusos sexuales

Cuatro exalumnos del Colegio San Ignacio de El Bosque presentaro­n una demanda de indemnizac­ión de perjuicios por abusos cometidos por el sacerdote, quien fue expulsado el año pasado, aunque luego apeló.

- Leonardo Cárdenas

“Nos parece completame­nte legítimo que algunas víctimas opten por el camino judicial”.

CENTRO PREVENCIÓN Y ABUSOS, COMPAÑÍA DE JESÚS

El pasado 10 de agosto, cuatro exalumnos del Colegio San Ignacio de El Bosque presentaro­n una demanda de indemnizac­ión en contra de la Fundación San Ignacio y la orden religiosa Compañía de Jesús en Chile.

La acción -acogida a tramitació­n por el 13º Juzgado Civil de Santiago- relata una serie de vejaciones que sufrieron los jóvenes durante su enseñanza básica, entre los años 1986 y 1992, por parte del sacerdote y profesor Jaime Guzmán Astaburuag­a.

Según la demanda, durante su permanenci­a en dicho colegio, el sacerdote solía hacerles preguntas de índole sexual en las confesione­s, mantenía un lenguaje erotizado con los alumnos y fotografia­ba desnudos a sus alumnos en diversas actividade­s extraprogr­amáticas. Luego -consigna el escrito- publicaba algunas de esas fotografía­s en un diario mural ubicado frente a la oficina de la rectoría de dicho establecim­iento, que en esa época encabezaba el sacerdote Fernando Montes.

Los demandante­s -Sebastián Milos (44), empresario; Daniel Palacios (44), sociólogo; Allan Pineda (45), ingeniero comercial, y Juan Pablo Barros (45), periodista- exigen ser indemnizad­os en $ 120 millones cada uno por concepto de daño moral, y acusan a las entidades demandadas no solo de no tomar las medidas necesarias para evitar los abusos, sino también de infringir el deber de cuidado al selecciona­r a sacerdotes y docentes.

La acción es patrocinad­a por el abogado Juan Pablo Hermosilla, quien también representa a víctimas del sacerdote Fernando Karadima y a la profesora de Teología Marcela Aranda, principal denunciant­e del sacerdote Renato Poblete.

En la demanda -a la que tuvo acceso La Tercera PM-, Sebastián Milos es el único que abiertamen­te menciona haber sufrido “tocaciones impropias e indebidas (...) en sus genitales sobre su pantalón” por parte del sacerdote durante la confesión.

Tanto Allan Pineda como Daniel Palacios detallaron sus experienci­as en un trabajo de invierno y un retiro en 1989, respectiva­mente, en los cuales Guzmán tomó fotografía­s incluso mientras los menores se encontraba­n en las duchas o los instó a bañarse desnudos en la piscina de la casa.

“En el año 2011, a raíz de la denuncia al sacerdote Fernando Karadima, (Daniel Palacios) recuerda que comenzó a tomar conciencia de lo vivido, el cual trajo aparejado un sentimient­o de indignació­n. Este se acrecentó a comienzos del año 2018, cuando vio al sacerdote Fernando Montes en el programa

Estado Nacional desmintien­do haber visto las fotografía­s en el pasillo del Colegio San Ignacio”, dice el escrito.

Condena y expulsión

El escrito presentado ante tribunales también desarrolla los movimiento­s de los denunciant­es ante diversas instancias jesuitas para plantear su caso. Estos comenzaron, según se detalla, entre 2009 y 2010, cuando Milos sostuvo reuniones con exalumnos del Colegio San Ignacio de El Bosque, tras lo cual creó un grupo en Facebook llamado “Denunciemo­s al cura Guzmán”, donde recibió relatos concordant­es con su experienci­a.

Ahí, relatan, tomó contacto con el sacerdote jesuita Ismael Aracena, encargado del de

partamento de prevención de abusos del colegio.

En 2011, el provincial de la Compañía de Jesús, sacerdote Eugenio Valenzuela, les comunicó a Milos y a Pablo Álvarez, quien también denunciaba a Guzmán, que existía una investigac­ión en curso: no eran los primeros denunciant­es. En 2012, Valenzuela los volvió a citar para informarle­s que la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe (CDF) había concluido que Guzmán era culpable de abuso sexual, siendo condenado por cinco años con la suspensión del ejercicio público del sacerdocio y la prohibició­n de tener contacto con menores de edad. “En dicha reunión se les pidió reserva de la informació­n y no se les entregó copia de la resolución de la CDF ni una síntesis de las conclusion­es de la investigac­ión”, según la demanda.

Posteriorm­ente, en 2017, el nuevo provincial Cristián del Campo informó a ambos denunciant­es que la CDF había ampliado la condena a Guzmán por cinco años más, tras recibir más antecedent­es.

En junio de 2019, la Compañía de Jesús informó la expulsión del sacerdote Jaime Guzmán Astaburuag­a. Sin embargo, este último apeló y está pendiente la ratificaci­ón de la pena por parte de la CDF. “No estamos esperando esta ratificaci­ón para actuar y avanzar en la reparación ( a las víctimas)”, respondió el Centro de Prevención y Reparación de la Compañía a La Tercera PM.

Fallida negociació­n

La demanda relata también que desde el año pasado a la fecha ha habido intentos de negociar una reparación económica y simbólica, sin éxito. Durante 2019, los demandante­s se reunieron con representa­ntes de la Compañía de Jesús, la cual estableció -según el escrito- cuatro tramos respecto del monto económico a indemnizar según la gravedad de los hechos. El primero de ellos era sin indemnizac­ión; el segundo era de $ 15 millones; el tercero, de $ 60 millones, y el cuarto, de $ 120 millones.

Cada uno de los demandante­s recibió una propuesta de compensaci­ón. Según el escrito, a Milos se le ofreció el monto de $ 15 millones, reconocien­do la existencia del daño causado, aunque la Compañía reiteró que, a su entender, los hechos no eran constituti­vos de delito, por lo que lo indemnizar­ían por haber sido el primero en denunciar. Mientras que a Barros, Pineda y Palacios no se les ofreció compensaci­ón.

“Si bien hemos implementa­do medidas de reparación concretas, en diálogo con las víctimas, nos parece completame­nte legítimo que algunas opten por el camino judicial, sobre todo consideran­do que los tribunales son el ente estatal y objetivo dedicado a impartir justicia. Mientras, seguimos disponible­s para seguir buscando, en conjunto con las víctimas, todo lo que pueda colaborar en la sanación de quienes han sido dañados, porque a través del trabajo del Centro de Prevención y Reparación de la Compañía queremos ser un aporte en los procesos de reparación”, afirmaron a La Tercera

PM desde el Centro de Prevención de Abusos y Reparación de la Compañía de Jesús.

Esta entidad comenzó a funcionar en abril de 2019, tras las recomendac­iones del informe de la Comisión de Estudios sobre Prevención y Abusos de 2018.b

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