La cultura en una nueva Constitución
Asolo días del plebiscito, resuenan las reflexiones y proyecciones sobre el país que soñamos ser. La oportunidad histórica de participar en la concepción de una nueva Constitución es parte de un proceso de transformación social que sigue su curso, que ha removido certezas y estructuras, y que promueve nuevas formas de convivencia.
Es ahí, en el espesor simbólico de nuestra sociedad, donde las artes juegan un rol central. Son la manifestación de nuestra pluralidad, promueven el pensamiento crítico y abren espacios de encuentro. Son nuestro puente para provocar diálogos improbables y conectar diversas dimensiones en el nuevo pacto social que queremos trazar.
Actualmente, la Constitución vigente hace solo alusión a la libertad de crear y al derecho de autor, ambas nociones limitantes e insuficientes. Por eso, hoy es el momento de cambiar este escenario. La cultura debe ser declarada como bien esencial, comprometiendo al Estado a garantizar el derecho al acceso, desarrollo y participación social.
Los derechos culturales son parte constitutiva de los derechos humanos, por lo que aspiramos a que sean el marco simbólico de convivencia que buscamos como sociedad. Paridad, Estado plurinacional, educación universal y cultura participativa, son algunos de los puntos que deberíamos promover.
Durante la pandemia, artistas e instituciones volcaron sus creaciones a lo digital para acompañar a la ciudadanía en tiempos de tanta tristeza e incertidumbre. Sin embargo, el sector ha sido uno de los más afectados por la crisis. Ante ese contexto, resulta paradójico que no se hayan activado ayudas inmediatas ni puesto de relieve el significativo rol de la cultura en la cohesión del tejido social.
Un país que deberá reconstruirse económica y emocionalmente tras la pandemia, y estar a la altura de un proceso constituyente que vele por la equidad, necesita autoridades que vislumbren la inversión social y cultural como paso clave para el desarrollo. Educación, cultura y ciencia deberían ser la punta de lanza para la reactivación.
Sin embargo, por tercer año consecutivo nos enfrentamos a un proyecto de Ley de Presupuesto 2021 donde la cultura se ve afectada con recortes significativos a programas e instituciones de relevancia, de gran alcance y eficiencia en la gestión. Necesitamos urgente un Estado que entienda la cultura como un derecho, un bien esencial que no puede estar al arbitrio del mercado. Los países que lo han entendido así hoy son un ejemplo de sociedades más democráticas, estables y con oportunidades de futuro. Escribir una nueva Constitución nos da bríos de esperanza, pero se necesitará no solo la voluntad ciudadana sino también la acción política para cambiar el modelo y avanzar progresivamente al 1%, para que las artes y la cultura sean relevantes en la vida de las personas.