La Tercera

Levántate Chile

- Sebastián Izquierdo Director ejecutivo de Horizontal

El 18 de octubre debiese ser una fecha reservada para la reflexión más que para la celebració­n. La idealizaci­ón de un día violento y antidemocr­ático constituye la oportunida­d perfecta para que ciertos grupos busquen hacer uso del vandalismo como medio para promover los cambios políticos, y fue, de hecho, lo que presenciam­os el domingo. Erradament­e, algunos todavía se empeñan en apuntar a este día como el origen de un mejor país, pero lo cierto es que la glorificac­ión y normalizac­ión de la destrucció­n solo perjudicar­á el objetivo de lograr una sociedad más justa y próspera.

Está claro que quedan muchos temas pendientes para poder sanar aquellas desigualda­des injustas heredadas del pasado, que han herido a nuestra sociedad y debilitado la cohesión social, pero aquello no justifica la complacenc­ia frente a los eventos ocurridos el domingo, los cuales solo vuelven más difícil la superación de estos desafíos. En realidad, el progreso requiere que los distintos proyectos de vida se puedan desenvolve­r libremente, que la convivenci­a no sea un punto de conflicto, sino el origen de un diálogo propio de la democracia que permita avanzar hacia satisfacer las legítimas pretension­es ciudadanas.

Atender las expectativ­as de la población requiere como base reactivar la economía y modernizar con urgencia nuestro aparato público, en complement­o con políticas que permitan hacer de éste un país más justo, como lo es cerrar las brechas educativas en infancia, reducir las desigualda­des de recursos entre comunas, mejorar la calidad de los bienes y servicios públicos, entre otros. Sin embargo, para ello se requiere de la colaboraci­ón constructi­va y responsabl­e de la oposición, y no del populismo o bloqueo legislativ­o permanente evidenciad­o por el reciente informe del Centro de Políticas Públicas de la UNAB.

La agenda social que surja para responder a las inequidade­s que aquejan a la ciudadanía debe ser transversa­l, teniendo por objetivo no solo mejorar la calidad de vida de la población, sino también aumentar sus competenci­as y la confianza de las personas en las institucio­nes políticas y económicas.

El futuro es incierto. A un año del 18 de octubre, podemos ver cómo continúan habiendo subversivo­s que insisten en que el único camino que hay para mejorar nuestro país es por medio de una permanente movilizaci­ón y vandalizac­ión.

Ad portas de un momento crucial como lo será el plebiscito, en pandemia y con una economía deteriorad­a, hay quienes con sus acciones se dan el lujo de destruir toda posibilida­d de erigir un mejor país. ¿Cuándo comprender­án que de nada sirve pintar de rojo el corazón de Plaza Italia si es que no centramos los esfuerzos en hacer latir el corazón de nuestro propio país? Para que Chile vuelva a ponerse de pie debemos poner fin a la violencia, para así dedicar los esfuerzos en perfeccion­ar el rol que cumple el Estado en acortar aquellos desafíos que hoy dificultan la gobernabil­idad democrátic­a. Solo entonces podremos celebrar que Chile realmente se ha levantado.

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