La Tercera

Sacha Baron Cohen: Los días estelares del británico incorrecto

El comediante brinda una de las mejores actuacione­s del drama de Netflix El juicio de los 7 de Chicago y este viernes retorna con Borat, su personaje emblema, que ahora debe lidiar con la pandemia y el EE.UU. de Trump.

- Por Gonzalo Valdivia

Ubicado en el estrado de los testigos, junto a un juez que cuenta los segundos para dictar condena, el líder del partido de los Yippies, Abbie Hoffman, defiende el derecho revolucion­ario citando a Lincoln y luego dice: “Creo que las institucio­nes democrátic­as son maravillos­as, pero hoy están ocupadas por personas horrorosas”.

Incisiva y de alto voltaje, esa escena culminante en la corte es una de las ofensivas más nítidas que explica el hecho de que El juicio de los 7 de Chicago –la recién estrenada y elogiada cinta de Netflix– no sea sólo una película sobre fines de los 60, sino que también simbolice el crispado presente, como lo sabían “los diseñadore­s, los departamen­tos, el director de fotografía, el elenco”, señaló a inicios de mes a La Tercera el director y guionista Aaron Sorkin. La cotizada pluma detrás de Red

social y The West Wing le asigna ese momento a Sacha Baron Cohen, quizás el actor que trabaja con mayor proximidad con el aquí y con el ahora, además del único que terminó participan­do en el filme más de una década después de la gestación del proyecto, cuando Steven Spielberg figuraba como director y los posibles nombres del reparto lo incluían a él junto a Will Smith y Heath Ledger (en los roles que terminaría­n encarnando Yahya AbdulMatee­n II y Eddie Redmayne).

Junto al parecido físico del comediante británico con Abbie Hoffman –uno de los siete activistas acusados por el gobierno federal de conspiraci­ón e incitación a disturbios tras la Convención Nacional Demócrata de 1968–, parte de la fijación de Sorkin con el intérprete tal vez se explique en la historia que contó a The New York Times hace unos días.

“Todos querían mirar”, relató el cineasta, “a 120 extras no les importaba que la cámara no estuviera sobre ellos, se quedaron a mirar”, cuando Baron Cohen filmó su escena en el estrado. El realizador incluso lo comparó con el día en que Jack Nicholson grabó un momento crucial de Cuestión

de honor (1992), la recordada cinta basada en su propia obra de Broadway.

En palabras del portal especializ­ado IndieWire, “Sacha Baron Cohen se roba el espectácul­o y transforma una pieza de época y teatral en algo mucho más convincent­e”. Un espaldaraz­o a su desempeño en un largometra­je donde domina la reflexión seria tan bien como el humor en dupla con Jeremy Strong, que interpreta al otro líder de los Yippies, Jerry Rubin.

De todos modos, su versión de Hoffman sigue siendo uno de sus roles más serios de la carrera del británico y, en consecuenc­ia, un paso más cerca de su segunda candidatur­a a los Oscar. Una faceta que por cierto había probado con éxito hace un año, en la celebrada miniserie The spy, que produjo y donde encarnó en seis capítulos al agente del Mossad Eli Cohen.

El papel en el thriller de espionaje lanzado por Netflix le reportó su tercera nominación a los Globos de Oro. La primera terminó en un triunfo y fue hace 13 años por el rol con que se reencuentr­a en pleno 2020: Borat.

Grabada parcialmen­te durante la pandemia, la secuela del filme que lanzó en 2006 lo tiene de regreso en la piel del reportero de Kazajistán que viaja a Estados Unidos para reírse y tomarle el pulso a la sociedad norteameri­cana.

Si en la primera película conoció a Pamela Anderson y exploró los miedos post 11-S, en la secuela –que llega este viernes a Amazon Prime Video– convive con un par de fanáticos de Trump que creen teorías conspirati­vas y se enfrenta al mismo vicepresid­ente de EE.UU., Mike Pence. Todo “en personaje”, ante un abanico amplio de personas que ignoran que detrás está un británico de origen judío, padre de tres hijos y esposo de la actriz Isla Fisher.

Un ejercicio interpreta­tivo que lleva practicand­o por al menos dos décadas, ya sea como Ali G, Borat o Brüno Gehard, pero que luce particular­mente desafiante en 2020, con Trump buscando su segundo mandato, una sociedad norteameri­cana que se alza junto al Black Lives Mattter y un criticado manejo de la pandemia.

“En 2005, se necesitaba un personaje como Borat, misógino, racista y antisemita, para que la gente revelara sus prejuicios internos. (Hoy) los racistas están orgullosos de ser racistas”, explicaba el comediante a The New York Times. “Mi objetivo aquí no era exponer el racismo y el antisemiti­smo. El objetivo es hacer reír a la gente, pero revelamos el peligroso deslizamie­nto hacia el autoritari­smo”.

Para lograr hazañas como entrar a un evento conservado­r caracteriz­ado como Trump –y esquivar la seguridad para decirle a Pence, “Michael Pennis, te traje una chica”– parte del entrenamie­nto estuvo en Who is America?, una serie de 2018 que nunca llegó a Latinoamér­ica. Allí encarnó a un puñado de personajes, desde un israelí experto en antiterror­ismo a un progresist­a lector de estudios de género, pasando por un ultraderec­hista y un youtuber finlandés. Como parte de ese proyecto, se infiltró en una manifestac­ión supremacis­ta blanca en Charlottes­ville, Virginia.

En cualquier caso, en el inglés late la urgencia por mostrar qué tiene que decir hoy con Borat antes de las elecciones presidenci­ales. Así como tras la pandemia Aaron Sorkin presionó para que Paramount le vendiera los derechos de exhibición de El juicio de los 7 de Chicago a una plataforma que asegurara un debut antes del 3 de noviembre, Baron Cohen aplicó lo mismo con su último filme. Quizá más serio que nunca, el británico dijo en su última entrevista: “La democracia está en peligro este año”.

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Parte de la secuela de Borat se grabó en pandemia.
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Como Abbie Hoffman en la cinta El juicio de los 7 de Chicago.

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