El día después de Piñera
5-6 Y 14
Lo más probable es que no alcance a firmar una nueva Constitución, si la hay. El proceso constituyente y la ya adelantada carrera presidencial acapararán la agenda. Pero el Mandatario no tiene intención de quedarse fuera de la foto el 2021. Acá, algunas claves sobre los riesgos y desafíos para el año y casi cinco meses que le quedan en el poder.
Hasta ahora, el aún no zanjado plan en Palacio contempla que este domingo se pare ante las cámaras para pronunciarse ante el desenlace del referéndum. No para analizar el resultado, apunta un ministro, sino para -y esta es una idea de momentoaludir, entre otras cosas, a la unidad que su sector necesita en adelante. Siempre y cuando, claro, que el 25/O transcurra relativamente calmo. De ahí en más, el Presidente Sebastián Piñera encara algo menos de un año y cinco meses hasta dejar La Moneda.
Ese tramo estará dominado por un proceso constituyente que él no buscó, que podría terminar con una nueva Constitución que probablemente no lleve su firma, y también con un tren de elecciones y una campaña presidencial que ya se adelantó. Son las pocas certezas ante un mapa demasiado líquido mientras no se cuenten los votos del domingo. Por lo mismo, las autoridades y conocedores del Mandatario consultadas para esta nota aventuran escenarios posibles distintos; tres especialistas en leer el cuadro hacen algunas advertencias.
1. Cómo salvar la valla del domingo
Si el domingo todo termina en calma, el Presidente podrá respirar aliviado porque su gobierno pudo ser garante efectivo de una de las elecciones más trascendentes y complejas de los últimos años. Será entonces la primera valla del largo proceso constituyente. Pero el detalle de los números puede arrojar otros efectos inmediatos.
Un viejo conocido suyo hace ver que un triunfo del Apruebo por un margen amplio podría encender al ala más a la izquierda de la oposición y/o a la calle, con nuevas protestas. Es un supuesto que circula hace rato en el oficialismo. En la derecha inquieta que el escrutinio se lea como un plebiscito contra Piñera y el gobierno. Por ello es que durante las últimas semanas -sobre todo luego que tras el último ajuste ministerial la oposición hablara del “gabinete del Rechazo”- desde La Moneda y Chile Vamos se desplegó la estrategia de mostrar rostros oficialistas del Apruebo. Y esto tiene que ver con el siguiente punto.
2. Bregar por la unidad de su sector
La creencia transversal en el oficialismo es que tras el plebiscito tendrán la ventaja de que termina la lucha entre sus partidarios del Apruebo y el Rechazo, que solo tendrán incentivos para unirse detrás de una o máximo dos listas de candidatos a convencionales, y sobre todo en los contenidos que se discutan en el futuro órgano constituyente. Y que viendo a la oposición tan dividida e incapaz de unir a sus extremos ni para una foto, allá ocurrirá lo contrario. Carlos Correa -columnista de La
Tercera, consultor y exdirector de la Secom en la era Michelle
Bachelet- cree que con un Apruebo ganando con holgura “habrá recriminaciones: una parte de la derecha le dirá a la otra que le regalaron el triunfo a la izquierda; la otra retrucará que atrincherarse en posiciones retrógradas les impedirá convocar al centro y ganar las elecciones constituyentes y políticas que vienen”.
“Lo que más le conviene a Piñera”, anticipa, es que “así como fue exitoso en traspasarle a la oposición el problema de la violencia, endilgarle también el concepto de la hoja en blanco que tanto repite Fernando Atria en todos los medios. Con eso puede establecer un clivaje entre quienes quieren cambios razonables y quienes quieren cambiar todo”.
Correa cree que “por eso es vital para Piñera que sea un articulador de la unidad de la derecha, que no se le desbande y que no llegue a los hachazos”. Y eso, cierra, es la base para que él tenga chances de enfrentar el resto de su mandato sin ser un actor irrelevante y tratar de incidir en el proceso constituyente.
3. Posicionarse como actor político relevante
Para Piñera, la cuestión de cómo tratar de ser protagonista o no verse relegado a una magra relevancia se resolverá en la medida de que pueda ser actor del proceso constituyente y de la recuperación de la crisis económica derivada de la pandemia.
Queda por ver si le resultará incidir de alguna forma en el mismo sondeando o fichando candidatos al órgano convencional, pero sobre todo que su gente en La Moneda le generen propuestas de contenidos que lleguen a la redacción de una nueva Constitución si así queda establecido el domingo. El Presidente ya tiene a un equipo trabajando al mando del abogado Andrés Sotomayor en el Segundo Piso, y desde fines del año pasado viene diciendo qué cosas quiere que estén en una Carta Fundamental.
Sus ministros subrayan con energía que aunque la oposición le enrostre que quiere entrometerse o intervenir en un proceso que esté a cargo de una futura convención, el Presidente no se va a marginar por ningún motivo.
Otra cosa cree Tomás Duval, académico de la Universidad Autónoma. “El Presidente no puede aspirar a ser protagonista del proceso que viene, con un ciclo electoral muy intenso”, dice.
Pero Pablo Ortúzar, investigador del IES, piensa que “puede condenarse a la irrelevancia total o convertirse en un articulador de las reformas sociales que deberán iniciarse, gane el Apruebo o el Rechazo, y cuya maduración tomará tiempo. Es la oportunidad para perfilar un gobierno reformista de unidad nacional. La única manera en que el Presidente puede recuperar capacidad de conducción es abriendo el espacio para acuerdos políticos amplios en torno a las reformas sociales”. ●