Simón Soto: “El mundo del Matadero está vivo y quiero seguir explorándolo”
El escritor publica el libro de relatos La sangre y los cuchillos, que amplía el mundo de su primera novela.
Fue un libro inesperado, en cierto modo. Luego de dos aplaudidos volúmenes de cuentos, en 2018 Simón Soto publicó su primera novela,
Matadero Franklin. Inspirada en la vida de Mario Silva Leiva, el Cabro Carrera, con ella viajó a los años 40 y rescató un mundo en extinción: el de los matarifes y su entorno, un ambiente donde convivían obreros, hampones y prostitutas, comercios y bares, alcohol y droga al son de la cueca.
Elogiada por la crítica, la novela se convirtió en un insospechado éxito de lectores. Consecutivamente, Matadero
Franklin logró el premio a Mejor Novela del Ministerio de Cultura y el Premio José Nuez Martín de la UC. Y con la colección Bordes de Planeta, llegó a a México, Colombia y otros países, en una edición disponible ahora en Chile.
“El libro sigue vivo”, dice Simón Soto. Conectada con la novela social chilena, la estética de Matadero Franklin responde a una sensibilidad delineada por el cine y por series como Los Soprano y Peaky Blinders. En su investigación, el autor conoció a dos antiguos matarifes, recorrió el barrio, visitó viejos bares y recopiló historias. “Fue un proceso largo y todavía tengo mucho material”, dice.
Con ese material espera escribir una segunda novela. “Aún no, pero sí es un mundo que está vivo y me gustaría seguir explorándolo”.
Como un puente entre ambos, escribió cinco cuentos y el texto narrativo La sangre y los cuchillos, que da título a su nuevo libro. En este vuelve sobre personajes como el mafioso Torcuato Cisternas y el hijo del Lobo Mardones, padrino del Cabro Carrera, y con cierto humor incorpora el ambiente del box. Si la novela exhibe una estructura narrativa clásica, en los relatos el autor juega con esquemas y recursos narrativos.
El volumen es la segunda publicación del escritor en 2020, luego de Diarios de abstinencia, la bitácora personal del año en que dejó el alcohol y la cocaína.
En la novela y los cuentos la violencia está muy presente. ¿Cómo se plantea frente a ella?
La violencia es una arista humana fundamental para comprender de qué estamos hechos, qué nos mueve, cómo reaccionamos frente a determinados estímulos y/o carencias. A mí me importa empujarla hacia lugares complejos, no importa cuán gráfica y espantosa sea. Pienso que es un componente crucial de mi trabajo.
¿Qué ha significado para Ud. descubrir el mundo en torno al matadero?
Ha sido una exploración, una profundización llena de materia narrativa, pero también de elementos que tal vez podrían componer algo así como una “identidad chilena”. Lo pongo entre comillas porque, ¿quién podría tener la soberbia de determinar qué es nuestra identidad? No hay una, es difícil rastrearla, pero en este tiempo de trabajo y escritura creo haber detectado, por lo menos, algunas características del sujeto popular, proletario. Es algo totalmente opuesto al folclore, es mucho más complejo que eso, y me ha estimulado para continuar indagando en este mundo. Pero no es lo único que voy a hacer; me interesan otras cosas, otros temas, otras formas narrativas. ●