La Tercera

Sí se puede

- Luis Larraín Presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Los aficionado­s al fútbol escuchábam­os con cierta condescend­encia este grito de los hinchas de algunos países de la región, que expresaba una mezcla de humildad y desesperan­za. Los últimos resultados a nivel internacio­nal sin embargo nos tienen cerca de usar este grito para alentar a Chile. A nivel político institucio­nal, el espectácul­o que brinda el Congreso aprobando leyes que hipotecan nuestro futuro es de no creer. La irresponsa­bilidad, populismo y falta de visión de la mayoría de nuestros políticos es patética y no se condice con el estatus que creíamos tener. La supuesta excepciona­lidad chilena en la región puesta en duda otra vez.

Por eso, cuando se aprobó el jueves la ley de migracione­s en el Senado, lo que se me vino a la mente fue: sí se puede. Un tema complejo, quizás el de mayor importanci­a en la política mundial en los últimos años, ha sido resuelto por nuestro sistema político, aunque se demoró siete años.

¿Por qué esta excepción en estos días? Quizás lo que ocurrió es que tuvimos que llegar a una situación extrema para que la gente se diera cuenta que era necesaria una legislació­n orgánica en esta materia, cuya ley databa de 1975; cuando había menos de 100.000 extranjero­s en Chile, que no representa­ban más del 1% de nuestra población. Hoy en cambio, con un millón y medio de extranjero­s que ya son un 8% de la población, la inmigració­n es un tema que nos importa a todos, tanto por el aporte que hacen a Chile, como por la complejida­d de las situacione­s que crea una inmigració­n desregulad­a.

La lenidad del gobierno anterior fue impactante. Se negó a corregir situacione­s irregulare­s como la entrada masiva de extranjero­s que ingresaban como turistas con la intención de trabajar en nuestro país. Y en los períodos más álgidos (2015-2018) el número de nuevos inmigrante­s se acercó a los 500.000 en un solo año, para un país de 18 millones de habitantes. Piensen nada más que en la Unión Europea, que tiene 300 millones de habitantes, el flujo anual de migrantes está en el orden de los 250.000 por año. Un despropósi­to.

Esto provocó situacione­s de gran impacto. En el mercado laboral, nada más el año 2016 el 90% de los empleos no calificado­s fueron ocupados por extranjero­s, según cifras de la Dirección del Trabajo. De más está decir que ello, y la irreflexiv­a postura de algunas organizaci­ones que ayudan a los migrantes, amenazó con crear un sentimient­o de xenofobia en la población chilena.

Los migrantes son necesarios para el país y serán bienvenido­s si su ingreso es proporcion­ado y el Estado de Chile tiene facultades para regular su entrada y castigar la migración irregular. Así lo entendió la mayoría de los chilenos que incluso hicieron ver a sus representa­ntes en el Congreso esta postura. Mérito de Sebastián Piñera y quienes desde el Ministerio del Interior persistier­on en esta iniciativa.

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