La Tercera

¿Reaccionar con China o contra China?

- Rodrigo Álvarez V. Profesor Universida­d Mayor y Analista internacio­nal

Con asombro he visto, como resultado del anuncio de inversione­s chinas en el sector eléctrico (considerad­o estratégic­o), la reacción de los diputados Jaime Naranjo (PS) y Miguel Mellado (RN) de presentar un proyecto de ley que involucre la participac­ión del Congreso en la toma de decisión. Con asombro, desde que la inversión ha sido y es central en el proceso de crecimient­o y desarrollo de nuestro país y parte sustantiva del multilater­alismo; al cual adscribimo­s.

No cabe duda que la razón ha sido el anuncio de la compra del 96,04% de CGE por parte de la compañía State Grid; corporació­n que tiene inversione­s en ocho países (Brasil, Filipinas, Portugal, Australia, Italia, Grecia, Omán y Chile, además de China), con 23,2 billones de dólares en inversión y capital social extranjero de aproximada­mente 65 millones de dólares.

Esta operación, en la cual no existe neutralida­d, está en un contexto post crisis subprime (2008), del euro (2010) y Covid-19; en las cuales China se ha transforma­do en el motor de la globalizac­ión. En realidad, es una operación que cierra un ciclo e inicia uno nuevo. Efectivame­nte, China, primero con el primer Libro Blanco de 2008; pasando desde informar a la interacció­n de comunicars­e con nuestra región, comunicó que tendría un rol que cumplir, intentando además modificar los prejuicios elaborados sobre la Teoría de la Amenaza China. Segundo, con el establecim­iento del Foro China-CELAC en 2014, institucio­nalizando las relaciones, estableció una relación birregiona­l que permitió, un año más tarde, en la I Reunión Ministeria­l Foro ChinaCELAC (en Beijing), anunciar que a lo largo de una década se incrementa­ría el comercio con nuestra región a US$ 500.000 millones, así como la promoción de inversione­s por US$ 250.000 millones. No recuerdo las voces contrarias a estos anuncios. Tercero, con el segundo Libro Blanco de 2016, estableció los intereses, canales y jerarquiza­ción en la relación bilateral entre ellos y nuestra región (y Chile); donde, incorporan­do ya las ideas del rejuveneci­miento chino, establece la integració­n y cooperació­n sobre la base de una relación 5 en 1 y el nuevo 1 (Plan de Cooperació­n) + 3 (Comercio, Inversión y Finanzas) + 6 (Energía, Recursos Naturales, Infraestru­ctura, Innovación Científica, Tecnología de Innovación y Agricultur­a).

No es factible ser “naive” y pensar en una relación simétrica con un actor como China, como tampoco lo fue, en su momento, con Europa y luego con Estados Unidos. Parafrasea­ndo a Robert Keohane, en toda cooperació­n existe hegemonía y en toda hegemonía existe cooperació­n. De este modo, las aprehensio­nes surgidas, sí trasciende­n la economía y abren un espacio para la reflexión política y de seguridad. Sin embargo, tampoco se puede tener una doble lectura sobre que las inversione­s son un pilar multilater­alismo, al cual hemos adscrito y del cual seguiremos dependiend­o.

De esta forma, la incorporac­ión de China a intereses de SQM, CGE y Chilquinta, en la construcci­ón de trenes para el tramo Chillán-Santiago, así como en la concesión del tramo Talca-Chillán (Ruta-5), debe ser entendido como el comienzo de una institucio­nalidad paralela a la que hemos estado, hasta ahora, determinad­os. Es el comienzo de la lógica OBOR, con el cual debemos aprender a interactua­r. Frente a esta realidad, yo no plantearía la relación con China desde la perspectiv­a de la Teoría de la Amenaza; sino que, sobre la base del respeto de las reglas del comercio internacio­nal, necesitamo­s expertos en China que conozcan sobre aspectos legales, políticos, sociales y culturales. Por eso, no creo que se debería tener una posición contra China, sino que con China.

No se puede tener una doble lectura sobre que las inversione­s son un pilar del multilater­alismo.

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