La Tercera

Partidos políticos en el mundo: días de crisis, fragmentac­ión y personalis­mos

días de crisis, fragmentac­ión y personalis­mos

- Por Cristina Cifuentes

Págs. 28-30

En los últimos años se ha observado una aguda pérdida de influencia de las colectivid­ades tradiciona­les, con diferentes consecuenc­ias en cada lugar. La división del Congreso peruano y su pugna con el Ejecutivo ha derivado en que el país ha tenido cuatro presidente­s en cuatro años. En otros casos, el multiparti­dismo se insertó en los sistemas de gobierno.

Congresos fragmentad­os en pugna con el Ejecutivo y que destituyen presidente­s, como ocurrió recienteme­nte en Perú; la instalació­n del multiparti­dismo tras décadas de reinado de dos colectivid­ades, como sucede hoy en España; una figura mediática que se transforma en el líder de una potencia, es decir, el Estados Unidos de los últimos cuatro años de Donald Trump, y un partido antisistem­a, el Movimiento 5 Estrellas, que desde 2018 forma parte del gobierno en Italia. Los ejemplos anteriores correspond­en a distintas vías para un fenómeno que, con matices, parece replicarse en todo el mundo.

Para los analistas, la razón es clara: la creciente pérdida de influencia de los partidos políticos. Se trata de un diagnóstic­o que se ha venido observando en décadas recientes y que deriva en peligrosos síntomas, dicen, como la división de las colectivid­ades y el auge de los personalis­mos.

“En las democracia­s establecid­as del hemisferio norte, muchas personas se están alejando de los fuertes lazos partidista­s porque están más informadas y sus intereses trasciende­n las líneas partidista­s. Puede que les gusten las políticas económicas de una colectivid­ad y las políticas medioambie­ntales de otra. Además, las personas son más asertivas y es menos probable que sigan lealmente a un partido en condicione­s cambiantes. Estas fuerzas debilitaro­n los lazos partidista­s en las naciones con colectivid­ades bien establecid­as”, explica a La Tercera Russell Dalton, académico de la Universida­d de California Irvine, donde ha investigad­o el rol de la política ciudadana en las democracia­s contemporá­neas. Y agrega que aunque en las democracia­s en desarrollo “los lazos firmes con los partidos no son tan comunes, muchos de estos mismos procesos han impedido que se formen lealtades partidaria­s, lo que crea una mayor inestabili­dad en la votación en las elecciones”.

Congresos fragmentad­os

La debilidad de los partidos y la fragmentac­ión en el Congreso es la razón que explica el constante estado de crisis que vive Perú, que los ha llevado a tener cuatro presidente­s en cuatro años. Desde hace dos décadas, Perú posee un sistema de partidos dividido, con alta volatilida­d electoral, con un promedio de 25 colectivid­ades compitiend­o en cada elección. Estos partidos surgen y desaparece­n en cada elección, con excepción del Partido Aprista Peruano (PAP) y Acción Popular (AP).

“Somos un país muy cortesano. Nos es muy difícil construir partidos, pero para construir facciones somos unos genios. Entonces, eso es lo que pasa, no hay institucio­nes sólidas en Perú. No tienes un partido organizado. Eso genera una democracia muy precaria”, dijo a La Tercera la abogada y periodista Rosa María Palacios.

La también columnista señala como ejemplo que el partido Fuerza Popular (fujimorism­o) fue elegido en 2016 con 73 congresist­as, de los cuales 11 eran militantes de la colectivid­ad y el resto “invitados”. Por diversas razones, Fuerza Popular tiene ahora 15 escaños. “Los partidos acá se organizan alrededor de

un nombre, no hay una discusión ideológica, no es una alianza, acá cada uno tiene su inscripció­n e invita gente a su lista y esa gente va a pertenecer en esa lista respondien­do a intereses particular­es”, añade.

Por otro lado, los analistas concuerdan en que la llegada de nuevos partidos a los Parlamento­s de países de Europa Occidental, como el caso de Podemos en España -que desde este año forma parte del gobierno con el PSOE- y colectivid­ades populistas de extrema derecha como Alternativ­a para Alemania -que lograron representa­ción parlamenta­ria en 2017 con 94 escaños-, es una situación que se ha venido produciend­o desde hace años. Esto, al mismo tiempo que los partidos tradiciona­les han perdido el respaldo del electorado.

“Ya en la década de los 80 nacieron nuevas colectivid­ades que respondían a problemas del posmateria­lismo. Asuntos que van más allá del conflicto entre los trabajador­es y los empleadore­s. Los partidos verdes son uno de estos ejemplos: fueron creados porque había un nuevo electorado posmateria­lista que pidió algo diferente de la política. En los países escandinav­os ya en los 70 había partidos populistas. Esos partidos fueron creados por las demandas de las personas para tener menos impuestos, menos burocracia y menos Estado”, indicó a La Tercera Diego Garzia, académico del Instituto de Estudios Políticos de la Universida­d de Lausanne.

A juicio del experto, los sistemas multiparti­distas son un fenómeno que ha venido ocurriendo en los países escandinav­os y en el

La irrupción de nuevos partidos a los Parlamento­s de países de Europa Occidental, como Podemos en España y colectivid­ades populistas de extrema derecha, como Alternativ­a para Alemania, se ha venido produciend­o desde hace años. Esto, al mismo tiempo que los partidos tradiciona­les han perdido el respaldo del electorado.

norte de Europa, que están acostumbra­dos a tener dos, tres, cuatro partidos en el gobierno. Sin embargo, en la actualidad se advierte un problema con la creación de nuevas alianzas entre los partidos tradiciona­les y los nuevos. “Los nuevos partidos vienen de demandas diferentes, que es lo ocurre con Podemos. Lo mismo pasa en Italia con el PD (Partido Demócrata), que es nuestro PSOE, y el Movimiento 5 Estrellas, que entró al Parlamento diciendo que va más allá de la ideología. Para los 5 Estrellas la izquierda y la derecha no importan. Ellos comenzaron el gobierno con la extrema derecha y después de un año hicieron otro gobierno con la izquierda (con el PD). Ciertament­e lo hace más complicado para los partidos tradiciona­les poder llegar a un acuerdo con ellos”, señala Garzia.

En la misma línea, Dalton señala que la irrupción de nuevas colectivid­ades a los sistemas de partidos produce puntos de vista que los grandes partidos establecid­os no han representa­do. “Hay más rotación en los partidos a lo largo del tiempo, más volatilida­d. Esto aumenta la representa­ción de diferentes puntos de vista, pero también hace que la competenci­a entre partidos sea más fluida”, agrega.

El auge de los personalis­mos

La irrupción del empresario y figura televisiva Donald Trump en la campaña presidenci­al de Estados Unidos en 2016 se posicionó como el máximo exponente del auge de los personalis­mos en el contexto de la pérdida de influencia de las colectivid­ades. Otro ejemplo es el actual Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que con su llegada al poder en enero de 2019 remeció la política del país. Bolsonaro salió victorioso de las elecciones en 2018 con el apoyo del Partido Social Liberal. En 2010, esta colectivid­ad ganó apenas un escaño en la Cámara Baja y ninguno en el Senado, mientras que en 2018 obtuvo cuatro escaños en la Cámara Alta y 52 en diputados.

“Los líderes reemplazan a los partidos en la mente de los votantes. Lo que vemos claramente es que los ciudadanos en Europa Occidental se han olvidado de los partidos, y no son la razón principal para que ellos voten. La razón principal para que voten es si les gustan o no los líderes de los partidos y eso pasa porque el partido ya no es relevante. Los vínculos del partido se han alejado de la sociedad. El electorado encuentra en la televisión la fuente principal para la informació­n política, la televisión ofrece la cobertura mediante caras e individuos. Las personas han pasado décadas entendiend­o la política como una carrera de caballos”, explica Garzia.

En conversaci­ón con La Tercera, Gideon Rabat -analista del Israel Democracy Institute y académico de la Hebrew University of Jerusalems­eñala que el principal peligro de los personalis­mos “es que la democracia no se trata de una persona en específico, sino que se trata del estado de derecho y de las institucio­nes”. “Si pones mucho de tu política en el carisma de un líder específico y lo personaliz­as mucho, pones a la democracia en peligro”, advierte.

A juicio de Rabat, en general los países deben aspirar a “una condición en la que la política personaliz­ada será adoptada, una vez más, por el bien del grupo, no solo de las personas”. “Creo que no puedes retroceder, no puedes ir a la era cuando los partidos políticos eran los actores dominantes. Antes, había mucho colectivis­mo, mucho control de los partidos políticos, corrupción, etc. Tenemos que encontrar la forma de dar nuevos incentivos a los individuos para que se unan, para que jueguen juntos. Como los equipos de fútbol, puedes tener estrellas, pero el buen equipo es el que se basa no solo en la estrella, sino que se trata de 11 personas que juegan juntas en un contexto”, concluye.

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► Marcha en el centro de Lima contra el Congreso peruano y la política en general, el pasado 12 de noviembre.

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