La Tercera

RODRIGO DELGADO

“Espero que me evalúen por cómo este liderazgo le dio una nueva energía al cargo”

- Por Paula Catena y M. José O’Shea | Fotos Mario Téllez

A un mes de asumir, el ministro del Interior dice que su estilo es distinto, no el del jefe de gabinete tradiciona­l. Y que eso es lo que le pidió el Presidente. Aquí, Delgado se defiende.

uando lo cuenta se le ponen los ojos llorosos.

Dice Rodrigo Delgado (46 años, 3 hijos) que el día que asumió como ministro del Interior volvió a su casa con su familia, y su hijo mayor, de 7 años, se puso a llorar.

-Estaba muy triste y era porque a él le había pegado muy fuerte el hecho que yo dejara Estación Central. Justo había hecho una campaña con sus compañeros de curso para juntar juguetes para los niños de la pandemia. Entonces me decía que en esa oficina, él podía ayudar a la gente. Y le pegó heavy.

A él también le pegó fuerte. A un mes de haber tomado el cargo, cuenta que la vida le ha cambiado mucho. Sabía que el salto era grande, pero vivirlo es otra cosa. Desde aspectos prácticos, como andar con escoltas todo el tiempo, a los cuestionam­ientos políticos por lo que se hace o deja de hacer. Aunque se empeña en aclarar que no le parece injusto, queda claro que no le acomoda que lo comparen con sus antecesore­s en términos de tonelaje o relaciones políticas. Prefiere, entonces, fijar su propio estándar: que es el primer ministro del Interior que viene con un liderazgo distinto, más ciudadano, y que está “abriendo camino”.

-Obviamente cuando me dicen que evaluemos el primer mes, no es lo mismo una persona que haya tenido un recorrido siendo ministro, parlamenta­rio, a una persona que a las cinco de la tarde era alcalde y a las siete de la tarde, ministro del Interior. En ese mes se mete en la juguera ese análisis que tiene componente­s distintos. Entiendo que hay una inercia en la forma de evaluar, pero será parte de mi desafío que las cosas sean distintas.

¿Cuánto le ha cambiado su percepción del poder?

En la vida el poder va a significar lo que cada persona quiera darle como significad­o. Hay que tener los pies siempre muy bien puestos sobre la tierra. Este es un cargo que requiere mucha humildad, que requiere mucha capacidad de entender efectivame­nte que las palabras que uno pueda decir, la acción que uno pueda tomar tiene repercusio­nes a veces insospecha­das. Y eso lo he tenido que asimilar rápidament­e.

¿Siente que ha podido influir en las decisiones del Presidente?

En este corto tiempo he tenido más de una oportunida­d de manifestar­le al Presidente mi opinión y creo que en varias situacione­s la ha considerad­o. Pero más que mi opinión u otra, lo que él valora es la argumentac­ión y es algo que he aprendido. Porque una cosa es conocer al Presidente hace muchos años como alcalde y otra cosa es trabajar con él y entender cuál es la lógica de cómo le gusta que le argumenten.

Siempre se dice que eso es lo más difícil.

Pero son desafíos. Uno podría decir: ¿Qué es más difícil? ¿Volver a tener un jefe que plantea objetivos? Porque yo era el jefe antes. Hoy día me tengo que adecuar una agenda porque tengo muchas reuniones que están planificad­as desde la Presidenci­a, por razones obvias, o algunas que salen de manera coyuntural.

¿Y le ha ido bien en eso?

En eso estoy. Por eso cuando hablamos de la evaluación del primer me, hay muchas cosas que son visibles y otras cosas que no son visibles para el exterior.

¿Y de esas cosas no visibles, cuáles le gustaría que se vieran?

No sé. Este es un cargo en que las cosas, en general, se ven (…). Lo que he tratado de determinar es cuáles son mis zonas de confort, en donde puedo aportar desde mi experienci­a previa, y en aquellos temas que no los conozca bien o que no tenga mucha historia previa, rápidament­e estudiar. Y en eso he tenido muchas cosas que pueden ser interesant­es. Por ejemplo, la misma relación con la Mesa Social Covid, que pasé de estar de un lado de la pantalla al otro de la pantalla, y pude leer rápidament­e desde acá lo que era necesario aportar para que existiera cierta continuida­d.

Pero finalmente al ministro del Interior se le mide por dos ámbitos: el rol político y por el rol que desempeña en materia de seguridad. ¿Siente que ha logrado empoderars­e en esas dos áreas? En Chile Vamos hay quienes transmiten que no lo han visto tan involucrad­o en ciertos temas y ven una debilidad ahí.

Este es un cargo que es muy visible, que efectivame­nte tiene dos grandes áreas, pero creo que pudiese también mostrar muchas otras áreas. Y yo creo que mi rol, y el liderazgo que represento, por el cual me invitaron a participar en este cargo y a tomar este desafío, justamente tiene que ver también con mostrar otro tipo de sensibilid­ades, que es lo que la gente hoy día valora. Si ves todas las encuestas opinión, la gente valora muchísimo los liderazgos locales, los temas que realmente aquejan a las personas...

¿Le incomoda que lo evalúen como ministro del Interior tradiciona­l?

No me incomoda, es un análisis que hago. Encuentro que es razonable que me evalúen con esa vara, porque hay una inercia con respecto al tema. O sea, la evaluación histórica es esa. Pero creo que mi rol tiene que ser justamente generar un punto de inflexión en algún momento.

¿Por qué le gustaría que lo evaluaran?

Para mí la evaluación la tiene que hacer el Presidente de la República con respecto a lo que él me ha pedido. Lo que quiero que entiendan es lo siguiente: estamos en un momento en el cual en el mundo se está dando un punto de inflexión en distintas materias. Los liderazgos en el mundo también están cambiando. Represento claramente un tipo de liderazgo distinto para un cargo que es muy tradiciona­l. Espero es que me evalúen por cómo este nuevo liderazgo le dio una nueva energía al cargo.

¿Qué importanci­a le asigna a la conducción política?

Es muy importante, pero tiene que ser con una estrategia de fondo.

¿En eso no siente que está al debe?

En un mes, no sé... Créanme que he dado todo, en materia de llegar muy temprano a acostarme muy tarde, fines de semana por medio. No tengo ningún problema en eso

y lo voy a seguir haciendo. He dedicado mucho tiempo a la interna del ministerio, a tener muchas reuniones de equipo para poder empujar las agendas que también son importante­s para el Presidente y para mí (...). Entonces a lo mejor, pueden decir: ‘oye, pero que anda preocupado el ministro del Interior de los fuegos artificial­es’. Es porque me tocó vivir la realidad de las poblacione­s, entonces conozco bien esos problemas y el impacto que tienen en la vida de la gente.

termine pasando la cuenta, que lo terminen tildando de que carece de peso político y que no influye en las decisiones?

Si tuviera miedo no estaría sentado acá. Tengo claro que tengo que ecualizar el tiempo, ecualizar la estrategia y tengo que avanzar en la agenda política. Pero tampoco acá esto es blanco o negro...

El liderazgo que usted plantea es más ciudadano, de terreno. ¿Qué tiene Rodrigo Delgado de político?

No creo que sean excluyente­s. Pero esa pregunta refleja justamente una dicotomía que tenemos que revisar hacia adelante. La política y el trabajo en terreno debiesen hoy ser un sinónimo. La política se construye con el trabajo en terreno, en una alta conexión con la necesidad de las personas. Por eso he tomado como prioridad la agenda de seguridad. Y para sacar la agenda seguridad adelante, se requieren relaciones políticasp­arlamentar­ias. Y en eso estoy. Por ejemplo, mis reuniones más políticas han sido con los parlamenta­rios que están relacionad­os con esta agenda de seguridad, en este primer mes. ¿Eso significa que no me voy a juntar con todo el resto? No, voy a seguir avanzando.

Un mes, no un año

¿Cómo toma las críticas de la oposición? Por ejemplo, que dicen que han tenido poco contacto con usted. Insulza esta semana dijo que nunca han hablado.

Con el senador Insulza estuve en contacto telemático con la Comisión del Senado de Defensa y obviamente tengo todavía relaciones pendientes.

¿Cómo toma esas críticas?

Valoro que mucha gente quiera juntarse conmigo, lo encuentro positivo. Pero no llevo un año, llevo un mes.

¿Siente que está en desventaja respecto a sus antecesore­s con respecto a las relaciones que tenían en el Congreso?

Acá estamos en presencia de un cambio de paradigma de liderazgos. Soy el primero de muchos que espero que vengan en esta línea, pero soy el primero en tener que enfrentar este punto de inflexión en un ministerio que tradiciona­lmente está ligado a otro tipo de política o a otros factores de evaluación. Y como soy el primero, tenía claro que iban a venir este tipo de críticas. Por lo tanto, las tomo como naturales ante un cambio de paradigma. Todo cambio de paradigma trae inquietud. Todo cambio de paradigma trae consigo mirada distinta, y por lo tanto, críticas. Mi objetivo es no desviarme de lo que me he propuesto en conjunto con mi equipo, lo que me pide el Presidente, de sacar adelante agendas, entre las cuales está la política.

Usted era una figura con buena evaluación, ¿no teme pagar un alto costo político por asumir este cargo?

Creo que eso hace mucho más sincero y genuina mi decisión. Efectivame­nte me fui de Estación Central con una alta aprobación, pero hay momentos en los cuales hay que tomar decisiones. ¿Cuánto tiempo llevamos diciendo que los alcaldes no son considerad­os para temas relevantes? Y ahora que me ofrecen este cargo ¿iba a decir que no? No, hay que ser coherente. Sé que soy una especie de punta de lanza, en el sentido de que estoy abriendo un camino.

“Sé que soy una especie de punta de lanza, en el sentido de que estoy abriendo un camino”.

¿Espera llegar hasta el final de este gobierno?

Espero llegar hasta el final. La decisión es del Presidente.

Desde que llegó nunca defendió públicamen­te al exgeneral director de Carabinero­s Mario Rozas. ¿Cuando usted aceptó ser ministro del Interior pidió que saliera Rozas en algún momento?

Para aceptar este cargo no pedí ninguna condición.

¿Pero instó para que saliera del cargo?

Al general Rozas le tocaron momentos muy duros, muy difíciles. Tengo la mejor impresión de él como persona y creo que hizo un trabajo en momentos muy difíciles. Pero llegó un momento en el cual ocurrió lo del Sename en Talcahuano y las cosas se complicaro­n para todos, porque era una situación muy confusa, muy difícil. El general Rozas presenta su renuncia y el Presidente se la acepta.

Lo primero que hizo su sucesor, Ricardo Yáñez, fue ir a ver al carabinero que disparó a los menores en Talcahuano. ¿Le pareció una buena señal?

Sí, claro. Creo que el general Yáñez, como lo dijo en más de alguna entrevista, tiene un foco también muy puesto en la interna de Carabinero­s. Y me parece bien que él levante el ánimo de los carabinero­s.

Yo, en mi viaje a Talcahuano, fui a ver a los menores al hospital también estando la investigac­ión abierta.

Pero ellos son las víctimas en ese caso...

Está bien, pero son parte también de una investigac­ión... Pero sí me pareció prudente ir a visitarlos. Y me parece bien que él vaya y que también se haga una opinión.

Hace unos días en una entrevista con CNN, el general Yáñez dijo que él no puede pedir perdón por situacione­s que están siendo investigad­as con relación los casos de violacione­s a los derechos humanos. ¿Usted tampoco cree que el Estado debe pedir perdón?

Creo que el mejor perdón que puede pedir el Estado es asegurar que las cosas no se repitan en el futuro.

¿Pero usted es partidario de que se pida perdón? En Perú, por ejemplo, asumió el nuevo Presidente y él lo primero que hizo fue pedir perdón a toda la ciudadanía…

Creo que lo que más tiene que valorar la gente el día de mañana es que hubo un cambio en la forma como enfrentar las manifestac­iones. Si logramos cambiar los protocolos al punto de que hechos violentos de lado y lado no vuelvan a ocurrir, creo que eso va a ser interpreta­do por la gente como que se enmendó el rumbo y, por lo tanto, ahí también una autocrític­a y un perdón también importante. Porque no sacamos nada con decir frases si no van acompañada­s de hechos concretos.

Claro, pero es distinta la señal de una autocrític­a a pedir perdón.

Está bien, pero eso le correspond­erá a la institució­n en este caso. Yo creo que cualquier señal que dé tranquilid­ad a la gente sensata de nuestro país son señales que tenemos que ir dando. Pero también tenemos que darla con los elementos de juicio sobre la mesa.

¿Y al Presidente no le correspond­e?

El Presidente ha sido claro en avanzar, por ejemplo, en el trabajo con las víctimas.

¿Usted pediría perdón?

Bueno yo lo dije públicamen­te: si tuviese que vivir una situación compleja en la cual hay o alguna omisión o alguna situación que en mi mando, como ministro del Interior, haya cometido un error, no me perdería en la posibilida­d de pedir perdón. Lo pediría, no tendría ningún problema en hacerlo.

¿Y no debió pedir perdón el gobierno durante todos esos episodios?

No lo sé. Lo que quiero decir es que se vivieron momentos muy difíciles, de situacione­s muy complejas. A mí no me ha tocado vivir esas situacione­s tan complejas.

¿Cuán comprometi­do está con el cambio de formación de Carabinero­s?

Absolutame­nte. Creo que directa o indirectam­ente, la gente más humilde de este país necesita una institució­n de Carabinero­s que responda a sus necesidade­s. Que vuelva a ser la policía de proximidad, que volvamos a robustecer la relación de la comunidad con ese carabinero que los cuidaba, que patrullaba, que prevenía, que incluso -me tocó ver como alcalde-, dedicaban su tiempo los fines de semana a hacer escuela de fútbol con los niños. Ese es el carabinero que quiero.

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