La Tercera

ZALIASNIK Legítima defensa

- Por Leslie Ayala C. Foto Mario Tellez.

“Yo creo que llegó el momento como país que le exijamos más a nuestros fiscales y, por cierto, también a nuestros jueces porque estamos viendo que el estándar es bien bajo”.

Es el ideólogo tras las estrategia­s que han provocado más de un dolor de cabeza en el Ministerio Público y ha liderado este año las defensas del exministro de Salud Jaime Mañalich por su rol en la pandemia, la acusación constituci­onal al exministro Víctor Pérez y hoy irrumpe para defender al exgeneral Mario Rozas en el caso por crímenes de lesa humanidad. “No me importa ser popular, me importa que la fiscalía no se salte el torniquete y cumpla la ley”, dice.

Faltaban pocos minutos para las cuatro de la tarde del lunes cuando el exjefe de Carabinero­s Mario Rozas comenzó a declarar ante la fiscal de Valparaíso, Claudia Perivancic­h, por su eventual responsabi­lidad en violacione­s a los derechos humanos durante el estallido social. Aunque hace 10 días ya lo habían sacado de la dirección general de la institució­n, era un momento difícil para Rozas. Pero dos metros más atrás, para apoyarlo, estaba uno de los penalistas que más aparecen en esa esquina donde el mundo del poder intersecta con las calles del Ministerio Público.

Gabriel Zaliasnik Schilkrut, 53 años, habla rápido y con muchas ideas al mismo tiempo. Siempre fue así, en todo caso. Cuando defendía a la UDI en el caso Spiniak en 2003, el cual lo hizo públicamen­te conocido, costaba entender lo que el penalista quería decir. De ahí en adelante no ha parado; su firma está en los casos Cascadas, Penta, en las defensas de acusacione­s constituci­onales de los exministro­s Jaime Mañalich y Víctor Pérez, en varias querellas en que el mismísimo Sebastián Piñera ha sido apuntado, sobre todo después del estallido de octubre del año pasado.

Pero paradójica­mente no es esa esquina donde el penalista quería estar el 2020. Todo lo contrario. Tras pasar seis meses en el segundo juicio oral contra el exejecutiv­o de SQM Aldo Motta -entre junio y diciembre de 2019-, planeaba tomarse un año sabático. “El juicio y lo extenso que se hace es en sí una condena”, bromea. Pero el estallido le truncó sus planes y no salió más del mundo laboral. Asumió de inmediato como abogado externo del gobierno en las querellas contra quienes cometieran desórdenes, y dio una fuerte pelea para que se persiguier­a penalmente a quienes hacían “el que baila pasa”, un acto en que manifestan­tes bloqueaban a los autos cuyos conductore­s no querían bajarse a bailar al ritmo de la protesta. A Zaliasnik -expresiden­te y activo miembro de la comunidad judía- le recordaba las imágenes de la Alemania nazi. “Era una amenaza inaceptabl­e a la libertad individual”, cuenta hoy, a más de un año de haber presentado una querella por estos hechos a nombre del Ejecutivo.

Defensas impopulare­s

Además de que se trate de poderosos, la mayoría de las causas que toma el penalista tiene otro denominado­r común: su impopulari­dad. Él lo tiene claro y no solo desestima ese factor, sino que al decidir si tomar o no una defensa tiende a sopesar, dicen quienes lo conocen, la importanci­a democrátic­a de asumir ciertas causas. Así lo hace ver en las clases que dicta en la Universida­d de Chile. “El proceso penal no consiste en buscar justicia de cara a la opinión pública, pues si fuera así, sólo podría haber un veredicto posible: culpable”, afirma. “No creo que la ley exista para llegar a la verdad, pues si así fuera no tendríamos reglas de exclusión de pruebas, presunción de inocencia, ni exigiríamo­s a los jueces condenar solo cuando se supera toda duda razonable. El derecho penal no es sólo un extenso catálogo de delitos, sino que su principal función es delimitar el ejercicio del enorme poder punitivo que detenta el Estado. Tiene una función de límite y control de la persecució­n. Por eso la importanci­a de las defensas. Sin ellas se derrumba el estado de derecho”, plantea.

Sin embargo, hay otras causas -además de la de Israel, que ha defendido toda su vida- que Gabriel Zaliasnik ha tomado con convicción. Poco conocida, por ejemplo, es su antigua defensa a la “mujer metralleta” en el caso del Mapu Lautaro a comienzos de los 90, o el caso de Francisca Díaz –más conocido como #Franyotecr­eo-, acusada de injurias y calumnias por denunciar abusos sexuales de un exasistent­e de fiscal en Valdivia, en la que logró que la Corte Suprema anulara la sentencia y la joven fuese absuelta. Esa es, cuentan en su bufete, una de sus mayores satisfacci­ones profesiona­les.

Mañalich o Zizek

Sus amigos aseguran que no es piñerista, pero que resiente que nunca lo haya llamado para asumir un ministerio. “Eso no es así”, desmiente de inmediato. “Yo creo que he aportado más a mi país como penalista que si hubiera tenido un cargo en el gobierno, me siento realmente una persona que ha defendido la democracia desde mi profesión”, dice, aun cuando ha tomado defensas de varias figuras del gabinete, partiendo por el exministro de Salud Jaime Mañalich, contra quien se querelló el alcalde de Recoleta, el PC Daniel Jadue, por su presunta responsabi­lidad en las muertes por el Covid-19. Zaliasnik –que viene protagoniz­ando polémicas con Jadue desde la época universita­riano dudó en tomar el caso: “Sentí que la acusación era muy injusta, nadie en el mundo sabía cómo tratar la pandemia y el exministro Mañalich hizo todo lo que estaba en sus manos para resguardar la vida y salud de los chilenos. El filósofo Slavok Zisek se pregunta: ¿Dónde terminan los datos y comienza la ideología? Y algo de eso hay en este caso. El Ministerio Público tiene un inmenso poder y pocos contrapeso­s. Puede destruir la vida, reputación y carrera de una persona con solo formalizar­la, por eso a mí no me importa ser

popular, como abogado respetuoso del estado de derecho me importa que la fiscalía no se salte el torniquete, que cumpla la ley”, dice.

¿Delitos inventados?

Es justamente su férrea crítica al actuar de los fiscales lo que lo ha transforma­do en un personaje impopular para mundos como las redes sociales. Durante los últimos años, en las mismas redes, es el abogado que más críticas ha lanzado públicamen­te al Ministerio Público. De hecho, se ha enfrentado duramente con el exfiscal Carlos Gajardo, quien lideró la investigac­ión de los casos de financiami­ento ilegal de la política, y no sólo a través de las redes. De hecho, la primera vez que la Corte Suprema entró al fondo sobre si existían o no delitos tributario­s asociados a las conductas de los políticos que facilitaba­n boletas falsas a empresas que les habían hecho aportes de campaña, fue debido a la defensa que hizo Zaliasnik ante el máximo tribunal del senador UDI Iván Moreira. Esa vez perdió estrechame­nte, 9-8, ya que la mayoría de los jueces estuvo por desaforar al parlamenta­rio investigad­o por el caso Penta, pero, a la vez, su postura fue vista como un triunfo. Con su hipótesis, allanó el camino de las primeras voces judiciales que criticaron la postura de la fiscalía y ocho supremos -siguiendo la tesis levantada por Zaliasnikd­ijeron que no había dolo directo en la conducta como exige el delito tributario, ya que los políticos buscaban financiar sus campañas y no rebajar impuestos de las empresas que les daban apoyo económico. La misma idea de Zaliasnik luego fue replicada por el exsenador Fulvio Rossi y esta semana acogida por el Tercer Tribunal Oral en el caso Orpis/Corpesca. Si bien condenó al exsenador UDI Jaime Orpis por cohecho y fraude al Fisco, lo absolvió de los delitos tributario­s basándose en la lógica de los ocho supremos. “Aquí se inventó un delito para hacer desfilar y cuestionar a toda la clase política. Es verdad que era irregular la forma de financiami­ento, pero no era delito. Esta idea de las boletas ideológica­mente falsas se derrumbó estrepitos­amente, pero quienes la inventaron prefiriero­n arrancar del Ministerio Público antes que enfrentar una derrota. Supieron leer el fallo de la Corte Suprema y vieron que las causas penales no tenían destino”, critica el abogado.

También detrás de Paris

A la defensa pública de Mañalich se suman sus huellas en la estrategia que ha adoptado el Minsal para afrontar la arremetida del Ministerio Público en el caso por contagios y muertes por el Covid. Aunque no quieren referirse al respecto, en el gobierno dicen que él y el abogado Samuel Donoso –con quien trabaja en varios casos de la misma índole- fueron los ideólogos tras la negativa del ministro Enrique Paris a que la fiscalía incautara los correos desde Salud en la causa contra Mañalich y otros personeros de esa repartició­n. Nunca antes se había invocado el Artículo 209 para impedir un allanamien­to en sede de gobierno. Pero cuando se invocó, muchos recordaron que Zaliasnik fue también quien en su momento recomendó al directorio de SQM oponerse a la entrega de antecedent­es y contabilid­ad al entonces fiscal Carlos Gajardo. La estrategia funcionó y ahora para el Ministerio Público no fue fácil hacerse de esa documentac­ión, al punto que la Corte Suprema restringió aquello que podía ser parte de la diligencia. “Yo creo que llegó el momento como país de que les exijamos más a nuestros fiscales y, por cierto, también a nuestros jueces, porque estamos viendo que el estándar es bien bajo para situacione­s tan complejas como son las comunicaci­ones privadas. A lo largo de los años se ha abusado de las medidas intrusivas”, dice el penalista.

“No van a encontrar nada relevante en esos correos, pero te aseguro que lo que va a pasar es que los querellant­es van a filtrar parte de ellos en forma descontext­ualizada para intentar provocar daño político. Ellos han pretendido instrument­alizar a la fiscalía”, dice el abogado.

Las cascadas y una triangulac­ión

Sus pares reconocen que las actuacione­s y estrategia­s de defensa de Zaliasnik han complicado al Ministerio Público. Además de ser uno de los autores de la interpreta­ción que desmontó la tesis de los delitos tributario­s en el financiami­ento de la política, a Zaliasnik se le reconoce como el responsabl­e de la rebaja de multas en el caso Cascadas: él fue quien planteó ante el Tribunal Constituci­onal que las multas impuestas por la SVS a los ejecutivos de esas empresas y de Larraín Vial eran inconstitu­cionales. Fue la tesis y el precedente ideado por Zaliasnik el que hace unas semanas llevó a la Corte Suprema a rebajar la multa al excontrola­dor de SQM Julio Ponce Lerou, quien fue sancionado en 2014 por US$ 62 millones, pero que se redujo a casi US$ 3 millones. “La SVS en el caso Cascadas no respetó la Constituci­ón. A mí no me importa si a quien le atropellan los derechos sea Julio Ponce o sea cualquier ciudadano. En esto no existen débiles o poderosos. A mí me importa que el Estado, en todos sus ámbitos, respete la Constituci­ón y la ley. En la defensa descansa la democracia, y limitarla solo conduce a sociedades totalitari­as. Yo no quiero eso para mis hijos ni mi país”, dice Zaliasnik.

Una derivación del mismo caso cascadas está en el origen de la tesis de las supuestas triangulac­iones entre AFP Habitat y Moneda Asset, una acusación que descarta la Superinten­dencia de Pensiones (ver Pulso) y a la que el fundador de Felices y Forrados, Gino Lorenzini, sumó al presidente Sebastián Piñera. Un fondo de Moneda en el que invierte Habitat es accionista minoritari­o de ILC, la sociedad que controla la misma AFP, una relación cruzada que fue tratada en los interrogat­orios que Zaliasnik dirigió hace dos años en el juicio oral del caso Cascadas. Sin ahondar en la controvers­ial tesis, Zaliasnik dice ahora: “durante el juicio del caso Cascadas y en los interrogat­orios a ejecutivos de AFP Habitat y de Moneda me formé la idea de que podría existir triangulac­ión. Hubo demasiadas cosas que no fueron capaz de explicar o en las que incluso faltaron a la verdad”.

Indispensa­ble

Luego de tres jornadas de interrogat­orios en Valparaíso junto al exgeneral director de Carabinero­s, Zaliasnik hace una pausa y habla de lo complejo que será defender al policía en un ambiente crispado por el estallido social. “Me parece indispensa­ble defender a quienes desde octubre de 2019 debieron enfrentar la inédita violencia desatada en Chile. Hay un peligroso esfuerzo por deslegitim­ar a las policías. En una sociedad es esencial que el Estado detente el monopolio de la fuerza y vele por la seguridad y los derechos de todos los ciudadanos”, sostiene.

¿No tuvo un rol inactivo el general Rozas para detener los casos de violacione­s a los derechos humanos que hoy investiga la fiscalía?

El general Rozas en todo momento buscó conciliar esos deberes: seguridad y derechos de ciudadanos, con el estricto respeto a los derechos humanos, por lo que me parecen infames estas querellas. Acá no existió ningún plan por parte de agentes del Estado, por lo que no se puede hablar de delitos de lesa humanidad. El Presidente Piñera, sus ministros de Interior y el general Rozas son objeto de una acusación que daña a Chile, responde Zaliasnik, y revisa en su celular la cascada de mensajes por las múltiples causas en las que está.

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