NUEVA LEY DE MIGRACIONES
SEÑOR DIRECTOR
Finalmente, luego de varios años de discusión y controversias, el Parlamento ha aprobado una nueva ley de migraciones. La tarea ha sido ardua y ha debido sortear un sinnúmero de inconvenientes provocados por el descuidado manejo del asunto durante el gobierno anterior.
Entre el 2014 y el censo 2017, los inmigrantes duplicaron su número, llegando a casi ochocientos mil. Y la corriente siguió creciendo, amparada en la ley de 1975 con normas regulatorias de baja exigencia. A fines de 2019, según estimaciones del INE – DEM, se llegó al millón y medio, representando el 8% de la población de Chile.
Uno de los pilares de la nueva ley dice relación con la exigencia de obtener un permiso de residencia en el país de origen. Con esto se evita el falso ingreso de turistas que arreció durante el gobierno anterior, incentivado por organismos no gubernamentales y respaldados por los mandos migratorios de la época. Este hecho ha dejado a un elevado número de inmigrantes en situación de precariedad, pues las expectativas para desplegar sus proyectos de vida no eran coincidentes con nuestra realidad.
La migración continuará y eso es positivo. Sabemos del aporte que conlleva este fenómeno. Sin embargo, ahora se han sentado las bases para regular y ordenar los flujos, de acuerdo con parámetros que el Estado deberá establecer en función de una nueva política y filosofía en esta materia.
La nueva ley en su conjunto demuestra un trabajo serio de las actuales autoridades migratorias. Han buscado alinear reglas claras de ingreso y permanencia de los extranjeros con posibilidades reales de integración social en la sociedad chilena. El Parlamento ha estado también a la altura de los tiempos y circunstancias.
Lorenzo Agar Corbinos Doctor en Sociología