La Tercera

“El personal está agotado a nivel físico, mental y emocional”

Darwin Acuña, presidente de la Sochimi

- Gabriela Sandoval P.

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Darwin Acuña acaba de asumir la presidenci­a de la Sociedad de Medicina Intensiva. No es el escenario más alentador: los contagios por Covid-19 aumentaron considerab­lemente en la Región Metropolit­ana, llevando de regreso a sus 52 comunas a la fase de Transición. En ese contexto, el anestesiól­ogo e intensivis­ta valoró la medida. “Lo único que queremos es que no ocurra una segunda ola”, dice, apuntando a la realidad de las UCI: “Los funcionari­os están agotados a nivel físico, mental y emocional”.

¿Qué le parece el retroceso de la RM y que vuelvan las cuarentena­s?

Me parece una medida muy adecuada y que va en la línea del aumento de casos que se está viendo, por lo tanto, yo creo que era el momento preciso para tratar de detenerlo y que no se progrese a una situación sin vuelta. Esperamos que la gente la respete. Ahora, nuestro trabajo es con los pacientes graves y críticos, pero hay mucho cansancio, estamos alertas y expectante­s a una eventual segunda ola, aunque lo único que queremos es que no ocurra.

¿Están preparados para un rebrote de la enfermedad?

Ya tenemos la experienci­a de la primera pandemia y lo que fue aumentar camas a más del 300%, y cuando nos reunimos para analizar los aspectos de un aumento de casos mayor, vemos que tenemos un personal agotado y esa es la mayor limitante frente a una segunda ola. Ahí es donde estamos mas preocupado­s, porque muchas de estas personas están con patologías incluso siquiátric­as, que obviamente impactan en la disponibil­idad y hace más difícil poder conseguir el número de personas que se requiere para una segunda ola.

¿Cómo les ha impactado la pandemia en su salud mental?

Para el peak aumentamos enormement­e las camas y después nos quedamos con un 200% de los cupos iniciales. Y eso no se ha desocupado, el 80% está utilizado, por lo que el personal, que pasó de los pacientes Covid -que son muy desgastant­esa los pacientes habituales, que siempre son críticos y complejos, por lo que ha seguido sobreexigi­do. Calculamos que hay un 30% de licencias en el sistema público, eso es alto y da cuenta de lo problemáti­co que ha sido esto.

Es complejo para el personal llegar en esas condicione­s a un rebrote...

Hicimos una encuesta de Burnout (desgaste profesiona­l extremo) que reveló que el 60% del personal estaba con esta complicaci­ón. Y una persona en esa condición tiene más riesgo de fallar en su proceso y de caer en el camino antes que el resto. El trabajar con personal cansado, si bien uno no lo considera un riesgo, porque el equipo se apoya, obviamente se transforma en una situación de inestabili­dad, donde vamos a tener que suplir bajas permanente­mente.

¿El manejo de estos pacientes es muy difícil para el personal?

Lo que hay no es solo un cansancio físico, sino también mental y emocional. Hay un estrés adicional asociado al Covid-19, porque no solo eran personas en condición crítica con ventilació­n mecánica y otras complicaci­ones médicas, sino que estos pacientes, además, estaban solos, entonces, además del tratante nos transformá­bamos en sus familias y todo el tiempo de hospitaliz­ación estábamos no solo cuidándolo­s, también acompañánd­olos. Pero muchos morían y eso impactó profundame­nte en el personal de salud.

¿Cómo vislumbra la situación en la Región Metropolit­ana?

Con la experienci­a de Europa y Estados Unidos sabemos que una segunda ola puede venir. Las proyeccion­es de distintos escenarios que ha hecho el Ministerio de Salud sirven para anticipar lo que va a ser la demanda asistencia­l y la reconversi­ón de camas, así como la administra­ción de la red hospitalar­ia. Y es responsabl­e de parte del gobierno hacer estas proyeccion­es, pero lo que está aún mejor es tratar de que esta ola nunca exista y ahí es donde hay que dar la pelea.

Ha costado hacer esa concientiz­ación en las personas...

Es complejo, porque hay que ir a varios aspectos, pero la generación de conciencia y mantener la percepción

de riesgo en la población es fundamenta­l, hay que emplear mucha comunicaci­ón y medidas para controlar el tráfico de gente, así como un buen manejo de la trazabilid­ad. Creo que hay una sensación de que el riesgo ha disminuido, pero el virus está, sigue entre nosotros y hay mucha posibilida­d de que la gente se contagie. Por eso, una baja en la percepción de riesgo, yo creo que puede ser mortal.

Hay percepción de que el virus está menos agresivo. ¿Es así?

Hay bastantes teorías de eso. Nadie ha confirmado que el virus haya mutado y que sea menos virulento ahora. Algunas teorías dicen que por el uso de mascarilla la carga viral de cada contagio es menor y hay más posibilida­d de que la persona sea asintomáti­ca o con pocos síntomas, pero no hay investigac­iones concretas detrás de eso. Para nosotros sigue siendo duro igual, las personas siguen llegando a la UCI, siguen muriendo y sigue siendo igual de dramático que en el primer día.

Pero se ha visto una disminució­n en la letalidad. ¿La gente llega menos grave?

Influye la experienci­a que hemos ido adquiriend­o. Llevamos nueve meses de manejo de los pacientes de Covid graves y, por lo tanto, hemos ido modificand­o la estrategia y las terapias. Yo diría que eso de todas maneras tiene un impacto.

¿Han visto un aumento de los pacientes de coronaviru­s en la UCI?

La percepción es que no es tan duro todavía. Los hospitales más grandes siguieron recibiendo una gran cantidad de pacientes, no bajó nunca. Por eso, ahora los movimiento­s pueden ser de uno a dos pacientes más, pero no hay una tendencia clara de aumento de casos. No con esa determinac­ión, y eso se condice con los números de contagios en la Región Metropolit­ana, que no han subido en forma tan brusca.

¿Tienen listo un plan para reconverti­r las camas y aumentarla­s de ser necesario?

En eso estamos y a eso apunta la colaboraci­ón que tenemos con el Ministerio de Salud, con un diseño de la complejiza­ción de las camas. Se está trabajando para corregir problemas de la vez anterior, que tienen que ver con la velocidad de reconversi­ón y la capacitaci­ón del personal, pero el plan está. Está preparado y nosotros también para que los pacientes graves que pudieran venir con una segunda ola tengan una oportunida­d de tratamient­o integral y todo lo que necesiten en su cuidado. Pero realmente, lo que más esperamos es que no necesitemo­s recurrir a eso. Y si todos nos cuidamos, yo creo que es posible. ●

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