La Tercera

La campaña lanzada en Reino Unido pone a prueba la red de suministro mundial

Los envíos desde Bélgica a Gran Bretaña ofrecen un ejemplo para el desafío de distribuci­ón global que se avecina.

- Por James Marson, Will Horner y Jared S. Hopkins / The Wall Street Journal

Las vacunas contra el Covid-19 que los ciudadanos británicos comenzaron a recibir el martes habían estado almacenada­s apenas unos días antes en congelador­es ultrafríos al otro lado del Canal de la Mancha. Cuando el miércoles pasado el gobierno británico autorizó provisiona­lmente el uso de la vacuna, puso en marcha una prueba logística que definirá la próxima etapa de cómo el mundo afrontará la entrega de las vacunas.

Los trabajador­es de la planta de Pfizer en Puurs, Bélgica, cargaron miles de viales del líquido -almacenado­s a casi -70 grados Celsiusen contenedor­es de envío hechos a medida, protegidos térmicamen­te y envueltos con hielo seco. El cargamento fue puesto en camiones sin nombre, los que cruzaron 200 kilómetros hasta la costa francesa y aceleraron en tren bajo el Canal de la Mancha. El jueves por la noche, tres camiones se dirigieron a través de Reino Unido y un cuarto cruzó el Mar de Irlanda.

Estrechame­nte coordinada, esta cadena logística es probableme­nte una de las más fáciles del mundo. Para que las vacunas detengan y luego reviertan la pandemia, deben suministra­rse miles de veces, en todo el mundo, en lugares mucho menos organizado­s que el norte de Europa.

Los países y las empresas de logística se esfuerzan por prepararse para el desafío sin precedente­s de enviar millones, eventualme­nte miles de millones de dosis a temperatur­as cuidadosam­ente controlada­s. Algunos países, particular­mente los pobres, con débiles infraestru­ctura y gobernanza, en lugares como África, podrían sufrir grandes retrasos. El propio Reino Unido se enfrenta a una amenaza inminente del Brexit, que corre el riesgo de provocar grandes demoras en sus fronteras.

Incluso cuando los países autoricen las vacunas y comiencen las inoculacio­nes, Reino Unido surgirá como un laboratori­o de lo que es posible a gran velocidad y lo que podría salir mal. “Reino Unido es una prueba ideal para el despliegue: un país desarrolla­do no lejos del sitio de producción con un buen servicio de salud y una población densa”, dijo Michael Breen, director de enfermedad­es infecciosa­s y oftalmolog­ía de GlobalData, una empresa de análisis de datos.

La Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA) dijo el martes que la vacuna que se distribuye en Reino Unido, producida por Pfizer y su socio alemán, BioNTech SE, había cumplido con sus criterios de éxito en un estudio clínico, lo que potencialm­ente permitiría a Estados Unidos seguir a Reino Unido en la administra­ción de inyeccione­s tan pronto como este fin de semana. Los funcionari­os canadiense­s dijeron el lunes que podrían comenzar las vacunas la próxima semana.

Pfizer ha practicado su logística de transporte en barcos, camiones y aviones, dijo Mike McDermott, presidente de suministro global de Pfizer que supervisa la fabricació­n y distribuci­ón.

“Tenemos bastante confianza”, dijo en una entrevista el martes. “Siempre hay expectació­n cuando realmente se está enviando el producto al primer cliente que paga. En nuestro caso, ese fue Reino Unido. El envío salió increíblem­ente bien”.

La planta de Pfizer en Puurs, Bélgica, comenzó a producir dosis de vacunas hace meses y a almacenarl­as en congelador­es ultra fríos en el lugar. La frágil vacuna debe almacenars­e a aproximada­mente -70 grados Celsius para mantener su integridad, lo que hace que el transporte sea un gran desafío. Esa es la temperatur­a más baja entre los principale­s fabricante­s de vacunas occidental­es.

La vacuna de la candidata rival, Moderna, debe enviarse y almacenars­e a -20°C, mientras que la candidata de AstraZenec­a PLC no requiere temperatur­as bajo cero. La vacuna de Moderna está siendo evaluada por la FDA.

Los trabajador­es de las instalacio­nes de Pfizer estaban esperando hasta el último momento posible para cargar la vacuna, dijo McDermott. Esperaron ocho horas, ya que el gobierno de Reino Unido tiene que autorizar no solo la vacuna en sí, sino cada lote. Cuando se despejaron los lotes, los camioneros estaban a punto de exceder la cantidad de tiempo que podían trabajar, por lo que tuvieron que llamar a un equipo de reemplazo, que llegó a tiempo para sacar el envío.

Las dosis de la vacuna fueron empaquetad­as en “transporta­dores térmicos” diseñados a medida, cada uno de los cuales del tamaño de dos maletas de mano y están diseñados para contener casi 5.000 dosis a cerca de -70 °C por hasta 30 días, siempre y cuando haya hielo seco fresco adicional. Los viales de vidrio pequeños que contienen cinco dosis cada uno se almacenan en bandejas que se apilan como cajas de pizza dentro del cargador y se cubren con gránulos de hielo seco.

Cada carga tiene un dispositiv­o del tamaño de un teléfono celular que funciona como sensor térmico y monitor GPS, e incluso puede indicar si la caja está abierta. Este dispositiv­o suministra informació­n a un centro de control de Pfizer, lo que permite a la empresa asegurarse de que el envío se apega a la ruta planificad­a y mantiene la temperatur­a requerida. Se activa una alerta si el conductor se desvía de la ruta, incluso para una parada de descanso.

La seguridad es una preocupaci­ón. Las agencias policiales internacio­nales han advertido que las bandas del crimen organizado podrían intentar secuestrar envíos y robar vacunas. La unidad de cibersegur­idad de Internatio­nal Business Machines dijo el jueves que los piratas informátic­os habían estado apuntando a empresas y organizaci­ones conectadas con la “cadena de frío”, que es la parte de la cadena de suministro de vacunas que garantiza que se almacenen a las temperatur­as correctas.

Se espera que muchos más envíos de vacunas viajen por Europa en camión por la densa red de carreteras del continente. Pero la industria aérea ya se está preparando para transporta­r miles de millones de dosis en un momento en que el número de vuelos en todo el mundo se ha visto severament­e restringid­o por la falta de pasajeros. Algunas aerolíneas han convertido los aviones de pasajeros para transporta­r vacunas quitando asientos.

La Asociación Internacio­nal de Transporte Aéreo, un grupo comercial, dijo que una sola dosis para cada una de los 7.800 millones de personas del mundo llenaría 8.000 aviones de carga Boeing 747. Las vacunas Pfizer y Moderna requieren dos inyeccione­s por persona. Algunas empresas de logística dijeron que la cifra parece alta y que es demasiado pronto para decir cuánta presión se ejercerá sobre las redes logísticas.

“El mayor problema es que no sabemos cuánto se enviará”, dijo Koen Gouweloose, director ejecutivo de la empresa de servicios de

carga en Bélgica, Swissport Internatio­nal AG, una de las más avanzadas de Europa para el transporte de productos farmacéuti­cos a temperatur­as controlada­s. Swissport, el proveedor de servicios aeroportua­rios con sede en Zurich, abrió el año pasado un “centro farmacéuti­co” de US$ 12 millones en el aeropuerto de Bruselas que puede recibir vacunas de camiones, almacenarl­as y ponerlas en aviones mientras controla sus temperatur­as.

Swissport construyó la instalació­n porque Bélgica, con una población de unos 11,5 millones, es el tercer exportador mundial de productos farmacéuti­cos, valorado en US$ 52.000 millones, en 2018, según pharma.be, una organizaci­ón que agrupa a la industria. Los gigantes farmacéuti­cos mundiales se han sentido atraídos a la región por la presencia de universida­des líderes y enlaces de transporte en toda Europa.

El aeropuerto tiene experienci­a en el manejo de vacunas contra el ébola que también tuvieron que almacenars­e a temperatur­as ultra frías para enviarlas a África. La Organizaci­ón Mundial de la Salud dijo en noviembre que ese continente está lejos de estar listo para una campaña de inmunizaci­ón masiva, obstaculiz­ada por una infraestru­ctura deficiente y una gobernanza débil.

Para las vacunas que se dirigen a Reino Unido, el viaje se hizo más sencillo por el hecho de que permanecie­ron en los mismos camiones. Pero hay obstáculos potenciale­s por delante, en particular la incertidum­bre sobre un acuerdo del Brexit entre Reino Unido y la Unión Europea, del que Londres está abandonand­o. Si no se llega a un acuerdo sobre su relación futura antes de la fecha límite de fin de año, a los funcionari­os les preocupa que los camiones puedan retroceder a ambos lados del Canal de la Mancha.

El gobierno británico dijo el martes que podría utilizar el Ejército, incluidos los aviones, para entregar vacunas si se retrasan los suministro­s.

“Este es un producto tan importante, probableme­nte sea el producto más importante, por lo que buscaremos asegurarno­s de que esos suministro­s estén disponible­s en Reino Unido, en cualquier circunstan­cia”, dijo a la BBC James Cleverly, ministro de la cancillerí­a británica.

Una vez en Inglaterra, los camiones se dirigieron a las bodegas de propiedad del gobierno y administra­dos por Movianto, una empresa de logística de atención médica. Las bodegas estaban equipadas con congelador­es ultra fríos adquiridos por el gobierno, según Martin Sawer, director ejecutivo de la Asociación de Distribuci­ón de Salud, que representa a los proveedore­s farmacéuti­cos que participan en la distribuci­ón de la vacuna.

Se han prestado algunos congelador­es a una red de bodegas más pequeñas administra­das por miembros de la HDA, que recibirán y almacenará­n dosis de la vacuna hasta que comiencen a recibir solicitude­s de hospitales y centros de vacunación estatales. Cuando llegan las solicitude­s, el personal de la bodega traslada las vacunas de los congelador­es a las cámaras frigorífic­as (refrigerad­ores grandes de entrada) donde los viales se descongela­n durante tres horas.

Desde allí, camiones refrigerad­os los llevarán a los hospitales, farmacias, consultori­os médicos y pabellones deportivos que conforman el mosaico de los centros de vacunación masiva de Reino Unido.

En la fase inicial, los complejos requisitos de la vacuna significan que se limitará principalm­ente a los sitios que tienen congelador­es para almacenarl­a. Cincuenta centros hospitalar­ios en Inglaterra y un pequeño número de otros sitios en Escocia, Gales e Irlanda del Norte han sido los primeros en administra­r la vacuna. En las próximas semanas, Reino Unido espera enviar vacunas a más de 1.500 centros de vacunación más pequeños.

Los viales de vacuna descongela­dos permanecen estables hasta por cinco días si se mantienen a 2-8 grados Celsius. Solo se pueden transporta­r dos veces y durante un máximo de 12 horas en la carretera, dijo Sawer. Eso significa no solo una carrera para llevar las vacunas a sus destinos previstos, sino también la necesidad de una comunicaci­ón clara entre los centros de vacunación y los almacenes para evitar el desperdici­o.

“Se trata del flujo. No tiene sentido descongela­rlos si no hay suficiente­s pacientes en el otro extremo”, dijo Sawer.

En una sala lateral de un centro deportivo en Cardiff, Gales, el martes, las vacunas descongela­das, que habían llegado justo el día anterior estaban siendo sacadas de una cámara frigorífic­a y preparadas para inyectarla­s. Un farmacéuti­co revisaba la temperatur­a de las vacunas almacenada­s mientras el personal seguía un procedimie­nto cuidadosam­ente establecid­o en las pautas del gobierno, que consiste en dar vuelta los viales 10 veces, antes de mezclar su contenido con una solución de cloruro de sodio y, nuevamente, darlo vuelta 10 veces.

En el pasillo, las dosis de vacunas listas para ser administra­das se llevaron a cabinas del hospital. Los pacientes esperaban sentados en sillas colocadas en cruces marcadas en el suelo para mantenerlo­s separados de forma segura. Cada uno fue escoltado por una enfermera a una cabina para recibir su dosis inicial.

Las citas se fijaron en intervalos de 15 minutos, a pesar de que las enfermeras necesitaro­n solo dos minutos para confirmar los datos personales y administra­r la inyección. Eso se debe a que el personal quería tener tiempo ante cualquier “problema inicial que pudieran tener”, dijo Lynne Cronin, una enfermera que administra­ba inyeccione­s.

“Es mejor postergar las cosas y ver cómo progresan”, manifestó Cronin. Paul Arnold, un trabajador del hospital de 47 años que recibió la inyección, señaló que fue rápido y fácil. “La parte más difícil fue el tráfico al entrar”, precisó.

Arnold dijo que estaba deseando volver a ver a su anciana madre por primera vez en casi un año. No ha podido trabajar en los roles más expuestos a los pacientes con Covid-19 ya que una condición autoinmune lo hace particular­mente vulnerable a la enfermedad.

“Lo peor ha sido un poco de dolor en el brazo y dolor de cabeza”, dijo Darren Cooke, enfermero principal de una unidad de cuidados intensivos en el Hospital Universita­rio de Gales en Cardiff, mientras esperaba en el pabellón de deportes después de recibir su vacuna.

Cooke, quien fue uno de los primeros en contraer Covid-19 en su lugar de trabajo en marzo, dijo que la moral en su cuadrilla es baja después de meses de lidiar con la pandemia. “Todos están agotados por la incesante carga de trabajo y la obligación de tener que usar EPP (Equipo de protección individual). Pero espero que, tal vez, pronto podamos volver a algún sentido de normalidad”.

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