Crimen y castigo o indulto
Cinco senadores presentaron un proyecto de indulto para quienes se encuentren imputados -los “sacrilegios” jurídicos se están haciendo costumbre- o hayan sido condenados por una larga lista de delitos cometidos a contar del 7 de octubre del año pasado. Es inevitable analizar esta idea desde el punto de vista de nuestro actual proceso constituyente.
El derecho es un instrumento de la política -no de los políticos- a través del cual el poder se organiza y ejerce de manera racional, sometido a ciertos valores y ordenado al cumplimiento de determinados fines. Así las leyes, que en el decir de Bello mandan, prohíben o permiten, gozan de la legitimidad que hace exigible su cumplimiento incluso por la fuerza. A Raskolnikov, el personaje de Crimen y Castigo, lo atormenta la culpa, más que por haber violado la ley, por haber transgredido un valor esencial, y teme, por lo tanto, la llegada inevitable del castigo, la sanción que sigue al reproche que él cree ver en cada mirada y que no es más que el sentimiento interior de haber cometido una traición, en su caso la peor, haber quitado una vida.
Desde hace mucho tiempo, una parte importante de nuestra dirigencia política sostiene que la Constitución carece de legitimidad de origen, razón por la cual un sector del país no se siente obligado a cumplirla y, al estar permanentemente disputado su valor como fuente del orden social, divide en vez de unir. La solución, entonces, sería llevar adelante un proceso constituyente en democracia, porque de esa manera tendremos una Carta Fundamental de todos, por fin un pacto que nos una.
Este proyecto de indulto deja en evidencia que el problema es más profundo: es la falta de encuentro en valores fundamentales y comunes sobre los cuales ordenar nuestra convivencia. Simplemente, no parece posible arribar a un texto constitucional compartido con quienes creen que el actual gobierno es una dictadura, que la violencia ejercida desde el 7 de octubre del 2019 no merece sanción, porque tiene justa causa y que sus autores son presos políticos. Es que al final, como muestra el personaje de Dostoievski, lo que redime es la culpa, la conciencia del crimen.
Se dirá que esos senadores son minoría, que la nueva Constitución expresará el acuerdo mayoritario y que habrá un grupo, como en muchas partes, que deberá acatarla, aunque no le guste. Esto es una aproximación ingenua, el proyecto de indulto muestra que no hay acuerdos básicos con buena parte de la izquierda y que si la nueva Constitución no recoge su visión seguirán disputando la legitimidad de sus reglas, como lo han hecho hasta ahora, porque el verdadero problema no es el origen, es que seguimos sin tener, entre otras cosas, la misma visión de lo que es un crimen, de la culpa y del castigo.