CAMPAMENTOS Y ZONAS DE RIESGO
SEÑOR DIRECTOR
Estos días hemos visto distintos reportajes advirtiendo del aumento de campamentos, especialmente en zonas de alto riesgo, develando el carácter de emergencia que esta problemática esconde y que debe ser tratado con urgencia.
La pandemia nos ha enseñado elementos que podemos adoptar para lo habitacional, por ejemplo, la importancia de la “trazabilidad” ante un problema en expansión. Detrás de una familia en un campamento hay una trayectoria de exclusión habitacional en contextos de vulnerabilidad. Identificar dicha trayectoria nos permite elaborar una estrategia enfocada en resolver el problema en etapas previas.
La poca información que tenemos de esta “trazabilidad” habitacional nos indica que los campamentos son el síntoma más visible de una enfermedad que se incubaba sigilosamente. Como si de un iceberg se tratase, los campamentos se muestran en la superficie, pero bajo el agua se esconde un campamento más masivo compuesto de hacinamiento, arriendos abusivos, segregación urbana y precariedad habitacional. Todas realidades representativas de los momentos previos a irse al campamento. Entender el problema bajo esta perspectiva nos debe llevar a no solo enfrentar el síntoma, sino sobre todo su causa: el difícil acceso a la vivienda digna. Para esto, requerimos de políticas públicas más ágiles, diversas e inclusivas, especialmente ante un aumento en el presupuesto de vivienda.
Hace solo un par de años, la Casen cifraba el déficit habitacional en casi medio millón de familias. La crisis sanitaria nos encontró en la mitad de una crisis habitacional, dejándonos a merced del virus sin la principal vacuna preventiva para enfrentarlo: la vivienda. ¿Será posible, a lo largo de esta década que comienza, alcanzar la meta de no tener déficit habitacional? Ese es el desafío de fondo.
Sebastián Bowen
Director ejecutivo TECHO-Chile y Fundación Vivienda