La Tercera

ADMINISTRA­CIÓN DE SACRAMENTO­S

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SEÑOR DIRECTOR

Respondien­do a una carta publicada ayer, creo que hemos hecho lo humanament­e posible para atender las necesidade­s espiritual­es -incluida la vida sacramenta­l, por cierto-, y materiales de las personas. Sin embargo, reconozco abiertamen­te que en caso de encontrarm­e en una disyuntiva extrema entre darle de comer al hambriento, albergar al sin techo y vestir al desnudo o administra­r un sacramento, optaría por lo primero. No me imagino entregando al Señor por medio de la comunión o del sacramento de la reconcilia­ción a un grupo de personas haciendo fila en sus autos y desatender a quienes están en una fila de pie para recibir un plato de comida.

La gracia de Dios es capaz de hacerse presente de infinitas formas y colmar el anhelo que hay en el corazón de todo hombre de Dios en estas situacione­s tan dramáticas. Darle de comer al hambriento es una tarea que Dios ha dejado en nuestras manos, intransfer­ible e indelegabl­e. Dirán que esa es tarea de los laicos y que nosotros nos dediquemos a “lo espiritual”. Eso sería lo ideal. La experienci­a me ha dicho que ese es un camino aún por recorrer. Espero no estar equivocado y si lo estoy, por cierto que estoy dispuesto a enmendar el rumbo. El coronaviru­s nos ha convertido a todos en aprendices del difícil arte de vivir a su lado.

+Fernando Chomali Arzobispo de Concepción

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