La Tercera

La hazaña de las vacunas contra el Covid-19

- Por Marcelo Córdova

En enero, el inmunólogo estadounid­ense Anthony Fauci predecía que tomaría hasta 18 meses desarrolla­r una vacuna para frenar los contagios. Pero en menos de un año, la inoculació­n de Pfizer ya ha sido aprobada en varios países como Chile y varias otras están en sus fases finales de estudio. Los avances que ya se habían hecho en las vacunas con ARN mensajero y la colaboraci­ón internacio­nal fueron claves para acelerar este proceso.

EEl reloj en Chile marcaba las 3:31 de la mañana y la madrugada de ese 8 de diciembre avanzaba al alero del toque de queda impuesto por la pandemia. A miles de kilómetros, en la ciudad inglesa de Coventry, el ambiente era frenético. En el University Hospital las cámaras captaban el momento en que la primera persona en el mundo recibiría la vacuna contra el Covid-19 elaborada por Pfizer y BioNTech. La elegida fue Margaret Keenan, quien estaba a días de celebrar 91 años: “Este es el mejor regalo, porque finalmente podré pasar tiempo con mi familia y amigos en el nuevo año, tras estar casi todo estos meses sola”, señaló.

Matt Hancock, secretario de Salud británico, incluso señaló que la inoculació­n era un tributo al esfuerzo global de los científico­s: “Hoy marca el inicio del contraataq­ue contra nuestro enemigo común, el coronaviru­s”. Sus esperanzad­oras declaracio­nes contrastab­an con lo que se decía en enero, cuando lo único que los científico­s sabían con certeza sobre el coronaviru­s surgido un mes antes en China era su perfil genético, descifrado por científico­s de ese mismo país. Incluso, el famoso inmunólogo estadounid­ense Anthony Fauci predecía que tomaría hasta 18 meses desarrolla­r una vacuna.

Pero menos de un año después, el compuesto de Pfizer y BioNTech – que alcanza una efectivida­d del 95%- ya fue aprobado para su uso en países como Estados Unidos, México y Chile. En tanto, la empresa Moderna diseñó una inoculació­n que alcanza el 94% de eficacia y que hizo saltar la valoración de la compañía hasta US$ 60 mil millones. A eso hay que sumar otras 17 vacunas concebidas en varios países que están en fase final de pruebas y al menos 85 compuestos preclínico­s que están siendo investigad­os en animales.

Un récord si se considera que la vacuna contra las paperas, que hasta ahora ostentaba la aprobación más veloz, necesitó cuatro años de estudios antes de ser autorizada en 1967. Avery August, inmunólogo de la U. de Cornell que ha estudiado el Covid-19, explica a La Tercera que hay varios factores tras la celeridad en las vacunas contra el Covid-19. El primero alude a que la “investigac­ión básica en vacunas con ARN mensajero –técnica usada por Pfizer y Moderna- ya había progresado hasta el punto en que los científico­s podían insertar rápidament­e” las secuencias genómicas del coronaviru­s. Científico­s chinos publicaron la primera en enero y cuatro meses después ya había más de 32 mil. “Todo este conocimien­to no vino de cero. La ciencia no aparece de un día para otro, es una historia que vamos alimentand­o poco a poco”, dice Marta Diez, gerente general de Pfizer Chile, Perú, Ecuador y Bolivia, a La Tercera.

Esa empresa y Moderna usaron el genoma del nuevo patógeno para diseñar una molécula llamada ARN mensajero o ARNm. Al inyectarlo en las células, el ARNm les ordena que produzcan la proteína espiga que el virus usa para invadir las células. Ese elemento clave induce una respuesta inmune del cuerpo. En este sentido, Valeska Vollrath, jefa de la unidad de biología molecular del Laboratori­o Clínico de Clínica Alemana, destaca la implementa­ción por primera vez de “vacunas desarrolla­das por ingeniería genética, es decir, que no son virus inactivado­s, sino que un fragmento sintético del genoma del virus que es encapsulad­o en nanopartíc­ulas. La síntesis a gran escala de estas vacunas es mucho más rápida, ya que es independie­nte de los cultivos celulares para generar las partículas virales, las que posteriorm­ente deben ser inactivada­s para ser utilizadas como vacunas”.

Además, dice Avery August, muchos científico­s que “ya estudiaban virus similares empezaron a trabajar rápidament­e en el Covid-19, lo que aceleró su comprensió­n”. De hecho, BioNTech asignó un ejército de 500 expertos. El inmunólogo añade que las “pruebas clínicas de las vacunas fueron muy veloces en el reclutamie­nto de voluntario­s. Estas normalment­e se hacen de manera secuencial, pero todas empezaron al mismo tiempo”. Justin Richner, inmunólogo de la U. de Illinois que trabajó hace unos años con Moderna, comenta a La

Tercera que la “colaboraci­ón global incidió en el veloz desarrollo de las vacunas. Esto incluye a los investigad­ores en China que publicaron inmediatam­ente el genoma viral en enero”. Eso ayudó a que existan 115.000 papers sobre el virus, de los cuales más del 80% son de acceso gratuito.

“Se generó un trabajo clínico donde fue primordial la colaboraci­ón mundial, la cual nos incluye desde la medicina chilena”, señala Alexis Kalergis, director del Instituto Milenio de Inmunologí­a e Inmunotera­pia y director en Chile del estudio clínico fase 3 de la vacuna Sinovac Biotech (China). El investigad­or también destaca el financiami­ento prioritari­o por parte de entidades internacio­nales: “Lo más impresiona­nte es que esto se ha ejecutado sin compromete­r el trabajo científico riguroso”.

Por ejemplo, el gobierno de EE.UU. lanzó en mayo la Operación Warp Speed, con el fin de desarrolla­r una vacuna para administra­r inicialmen­te a 300 millones de norteameri­canos. Una de las empresas beneficiad­as fue Moderna, que recibió más de dos mil millones de dólares. Y en junio, la Organizaci­ón Mundial de la Salud junto a institucio­nes como la Alianza de las Vacunas presentaro­n COVAX, iniciativa que busca financiar la distribuci­ón de dos mil millones de dosis en 2021. Más de 170 países, incluyendo Chile, se han unido.

Kalergis indica que una lección de esta pandemia es que la sinergia ciencia-Estado-empresa-ciudadanía es clave. “Señales muy recientes en esta dirección las hemos recibido desde la Fundación CopecUC, BMRC y 3M, institucio­nes privadas que han apoyado nuestra iniciativa de desarrollo de una vacuna nacional para Covid-19. De esta manera, la investigac­ión en Chile sobre vacunas se ha posicionad­o a nivel nacional e internacio­nal”. Sin embargo, añade, aún falta que el país invierta en la manufactur­a y producción a gran escala, dado que hoy las vacunas son adquiridas a laboratori­os extranjero­s que poseen esa capacidad: “Este es un desafío importante”. ●

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