La Tercera

EL DESBORDE

- Claudio Alvarado R. Director ejecutivo del IES

SEÑOR DIRECTOR

¿Cómo leer la temprana salida de Mario Desbordes del Ministerio de Defensa? Por de pronto, el episodio vuelve a confirmar el debilitami­ento del Ejecutivo. En rigor, el breve paso de Desbordes por el gabinete habría sido impensable en el pasado. Su llegada al Ministerio de Defensa buscó, básicament­e, apagar un incendio momentáneo. Si antes los ajustes ministeria­les se proyectaba­n para uno o dos años, ahora se recurre a ellos cada dos o tres meses.

El telón de fondo, desde luego, es la debilidad que ha alcanzado la institució­n presidenci­al bajo este gobierno. Pero no solo eso. El fenómeno revela la escasa importanci­a que le atribuyen a las formas nuestros hombres públicos. En apenas un par de meses el exministro transitó del Congreso al gabinete y de éste a las campañas. La práctica no es demasiado decorosa ni solemne. Conviene preguntars­e si el desprestig­io de la clase política se explica -siquiera parcialmen­te- por este tipo de comportami­entos.

De todos modos, la decisión del ex presidente de RN también debe ser leída en el marco de los problemas que afectan al país, al oficialism­o y a su propio partido. Hoy no vivimos bajo los plazos ni bajo las lógicas de la política ordinaria. En ese sentido, mientras Chile Vamos se debatía entre el mutismo y las teorías conspirati­vas, Desbordes fue uno de los pocos dirigentes que captó a tiempo la magnitud e intensidad de la crisis. En este escenario él ha jugado al límite e incluso más allá (como abrir la puerta a los nefastos retiros del “10%”), pero sus planteamie­ntos también han permitido superar las dinámicas puramente reactivas que suelen predominar en la derecha.

Ahora que entrará a competir en las grandes ligas, veremos si Mario Desbordes está a la altura de las expectativ­as que ha generado y, sobre todo, de los retos que enfrenta Chile. Se trata de una apuesta promisoria en términos políticos y electorale­s: sus énfasis parecieran sintonizar con las prioridade­s ciudadanas en protección social y seguridad pública. Sin embargo, articular un programa consistent­e requiere más que buenas intuicione­s. Ahí quizá reside su principal desafío.

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