La Tercera

Mensaje de Navidad 2020

- Celestino Aós Arzobispo de Santiago

Porque Dios nos ama, porque en la Navidad nos regala el Don más grande: su propio Hijo, Jesucristo, nacido de la Virgen María en Belén. Tomo las palabras del ángel a los pastores: “Les anuncio una gran alegría: les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”. Aunque el dolor y la muerte van a estar ahí en la vida de Jesucristo y en la nuestra, estará nuestro destino de trascenden­cia y eternidad: la cruz quedará atrás, la resurrecci­ón traerá la Vida Eterna.

Vivimos con la pandemia. La pandemia la padecemos todos a nivel mundial. Y en todas partes, también en Chile la crisis hace sufrir más a los pobres. Además, nosotros en Chile vivimos momentos importante­s: no basta cambiar el maquillaje, sino que hay que buscar la verdad de nuestra realidad, la raíz de nuestras injusticia­s. La crisis quitó el maquillaje de nuestras seguridade­s. Estamos en la revisión de nuestras leyes, pero nos urge la revisión de nuestra vida. No tengamos miedo, debe morir lo que daña, lo que abusa, lo que posibilita y crea corrupción. La gracia de Dios quiere manifestar­se en nosotros y a través de nosotros. ¿Cómo estamos viviendo yo y mi familia la crisis? ¿Qué renovación estoy haciendo? ¿Qué colaboraci­ón pienso ofrecer? Nadie puede luchar solo contra la pandemia, nadie puede pelear la vida aisladamen­te.

Una lectura aislada de la realidad no se puede llamar realista, la esperanza da a nuestros análisis lo que esta mirada miope es tan incapaz a menudo de percibir.

El tiempo de la crisis es un tiempo del Espíritu. Aceptar la crisis como un tiempo de gracia. ¿Qué quiere Dios para mí y para Chile? Si quitamos a Dios -que es rico en misericord­ia- de nuestra vida, nuestras vidas serían una mentira.

Rezar más y hacer cuanto esté en nuestras manos. Es fundamenta­l no interrumpi­r el diálogo con Dios, aunque sea agotador. Rezar no es fácil. No debemos cansarnos de rezar siempre. No conocemos otra solución a los problemas que estamos experiment­ando que rezar más y, al mismo tiempo, hacer todo lo que podamos con la mayor confianza. La oración nos permitirá “esperar contra toda esperanza”.

Saludo con especial afecto a los pobres, a los ancianos, a los privados de libertad, a los enfermos, a quienes sufren y hacen duelo por la partida de un ser querido. Deseo a todos una feliz Navidad. Y, sencillame­nte, pido como un regalo caritativo para sus seres queridos y para Chile:

Trate de cumplir las normas que nos da la autoridad sanitaria.

Participe en los proceso y elecciones que se van dando en la vida social y política. Trate de profundiza­r en su vida cristiana en la familia: no sea de aquellos que parecen querer condiciona­r la presencia de Dios en los templos y parecen tener miedo de encontrarl­o en sus propias casas.

La Virgen María y San José bendigan a cada uno de ustedes y sus familias.

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