La Tercera

Esperanza

- Rolf Lüders Economista

Es Navidad, símbolo de esperanza. El año que está por terminar ha sido extraordin­ario en muchos sentidos, incluyendo el económico. En algunos aspectos importante­s el país ha perdido la brújula. No obstante, hay motivos para esperar que el año próximo nos encaminare­mos hacia un a– probableme­nte-remozada normalidad.

Este año sufriremos la peor crisis económica que ha enfrentado el país desde 1982-1983 y en materia de empleo, segurament­e desde la Gran Depresión. Este resultado se explica principalm­ente por los efectos económicos de las medidas sanitarias, pero también en una parte por la incertidum­bre institucio­nal imperante.

Frente a tal coyuntura, el manejo macroeconó­mico –en lo monetario como en lo fiscal- ha sido ejemplar. Ello ha permitido que, entre las mayores economías de la región, la caída del PIB haya sido – junto a la de Brasil- la menor. También hizo posible que nuestra tasa de inflación se haya mantenido perfectame­nte dentro del rango de la meta correspond­iente, y que simultánea­mente la ayuda a los afectados por la pandemia -como porcentaje del PIB- haya sido de las mayores del mundo y además razonablem­ente focalizada. Este último auxilio repercutió, a pesar de las cuantiosas reservas acumuladas, en un importante aumento del déficit fiscal, que deberá reducirse en los años venideros.

Chile ya se encuentra entre las naciones de un desarrollo humano relativame­nte alto. Ocupamos el lugar 43 en el índice correspond­iente a 2020 de PNUD. Eso no significa que ya seamos desarrolla­dos, ni mucho menos, pero lideramos Sudamérica en materia de ingresos y en prácticame­nte todos los indicadore­s de carácter social.

Hemos logrado llegar a la posición antes descrita al adoptar la actual economía social de mercado. Hay una correlació­n entre libertad económica y nivel del PIB por persona, por lo que no es de sorprender que Chile se encuentre en el lugar 14 del mundo en materia económica del Índice de Libertad Humana de 2020 (Vásquez y McMahon). No obstante, un índice más blando sobre mentalidad económica realizado este año por Atlas Network, sugiere que el grado de apoyo popular a la libertad económica en Chile es relativame­nte bajo (lugar 64 de 74 países considerad­os).

Pues bien, 2021 debiera ser de recuperaci­ón económica y, muy importante, tendremos la oportunida­d de acordar un nuevo pacto social y junto con ello, de reducir la actual incertidum­bre institucio­nal. Tengo la esperanza que este acuerdo recoja las lecciones de nuestra propia y variada experienci­a en materia económica-social, como aquella de países hoy ricos o en vías de serlo. Si lo hace, Chile volverá con vigor a la senda del desenvolvi­miento. En caso contrario, se farreará –por ignorancia o ideología- la oportunida­d de lograr el desarrollo en un futuro relativame­nte próximo.

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