TRANSPARENCIA Y CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL.
Es importante asegurar la legitimidad de la futura Convención y, para ello, la transparencia es un paso necesario. Pero esto no obsta que existan espacios reservados de negociación política esenciales en toda democracia.
El próximo año Chile comenzará a elaborar por primera vez en su historia una Constitución a través de un órgano plenamente elegido por la ciudadanía y compuesto paritariamente por hombres y mujeres. Un hito histórico no solo a nivel local, sino también internacional, pues nunca antes en el mundo una Carta Fundamental ha sido escrita por una entidad donde ambos géneros estén igualmente representados.
Pero más allá de lo anterior, será el resultado de la labor que realicen los convencionales la que finalmente determinará o no el éxito del proceso. Y en este punto, varias entidades públicas y centros de estudios han insistido en la necesidad de que las deliberaciones que se lleven a cabo en la Convención Constitucional gocen de plena transparencia, para que la ciudadanía pueda conocer lo que en ella se discute. El Consejo para la Transparencia (CPLT) dio a conocer, por ejemplo, un documento donde entrega una serie de recomendaciones sobre la forma en que debería operar el órgano constituyente para que su labor “cuente con suficientes grados de legitimidad”.
E incluso su presidenta llamó a evitar lo que calificó de “discusiones que se asemejen a la cocina”.
Es indudable que a la luz del clima de desconfianza en las autoridades que ha quedado en evidencia en los últimos años, es importante dotar a la futura Convención de todos los instrumentos que permitan reforzar su legitimidad. Dar espacio para que se ponga en cuestión la labor realizada solo terminará minando la validez de su resultado final. Todo espacio institucional de deliberación, ya sea en el pleno o en las comisiones que se creen una vez que ésta comience a operar, deben ser públicos, como ya sucede hoy con las actividades similares en el Congreso. De la misma manera, la ciudadanía debería tener derecho a solicitar el acceso a información en poder de ese órgano.
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que, considerando el actual clima político y social que vive el país y ante las amenazas de algunos sectores de “rodear la Convención” y presionar a los convencionales, sea fundamental garantizar a quienes integren ese órgano que puedan desempeñar su labor de manera segura y no estar sometidos a presiones ilegítimas. Por ello, los futuros convencionales deben tener derecho, sobre la base del reglamento que ellos mismos aprueben, a determinar si en casos excepcionales corresponde declarar la reserva de algunos espacios de deliberación, sin perjuicio de que lo allí discutido se haga público en una fecha posterior. Ante la seriedad y relevancia de la misión encomendada es clave que puedan cumplir con su labor libremente y sin coacción.
En el afán de asegurar el éxito de la futura Convención es importante contribuir a legitimar su trabajo. En ese sentido, poco ayuda que algunos desacrediten el necesario espacio de negociación política que debe existir en toda democracia, refiriéndose a ello como “la cocina”. Uno de los principales valores de la política es la capacidad de llegar a acuerdos y transar posiciones de manera de alcanzar un objetivo que sea satisfactorio para todas las partes. Por ello, es importante garantizar que los futuros miembros de la Convención cuenten con esas instancias, fuera del escrutinio público, sin que ello ponga en cuestión la legitimidad de su labor.