Un año político de clima cambiante
No es viable un balance que describa a cabalidad 2020 y sus consecuencias. La vida de la humanidad dio un vuelco. Ni siquiera es posible abarcar todas sus implicancias para Chile. Me resigno a un acotado comentario sobre nuestro año político.
Llegamos a enero golpeados por la violencia, con caídas en crecimiento, empleo e inversión, amenazados con nuevas asonadas a vuelta de vacaciones. Pero todo cambió. Llegó la pandemia a adueñarse de la agenda. Los tiempos no estaban para tumultos.
Pero además vivimos un calco de lo ocurrido a fines de la dictadura. Entonces, millones se inscribieron en los registros electorales apostando derrotar a Pinochet en un plebiscito. PC y otros se resistieron; acusaron “inscripción igual traición”, pero la masiva opción ciudadana los forzó a sumarse. Ahora, otra vez, una mayoría abrumadora aprobó en plebiscito marchar a una nueva Constitución. La violencia se debilitó y el clima es otro. Los enemigos del acuerdo de noviembre –el PC otra vez, y parte del FA- terminaron subiéndose al carro del Apruebo, aunque manteniendo ínfulas agresivas: amenazan “rodear” y desestabilizar la Convención Constituyente.
Otra incidencia en el clima, proviene de una conciencia creciente sobre la magnitud de la crisis económica desatada por la suma de la asonada del 18/O y el coronavirus. La caída de la economía no tiene parangón y se perdieron casi dos millones de puestos de trabajo. Deberán pasar años y muchas circunstancias positivas para volver a lo que Chile era antes del 18/O.
Así las cosas, el año político termina distinto a como comenzó. La inmensa mayoría optó por un camino institucional. Y para cerrar el año, también terminó la fiesta de disfraces en que han vivido la oposición y la izquierda. El FA, ya no fue alternativa a una vieja izquierda necesitada de renovación; desgranado, de orgánica paupérrima, ha entrado en franca disolución. Se ha hecho también objetivo confeso de PC y lo que queda del FA, desplazar de su posición hegemónica en la izquierda a PS y PPD, disputándole un mismo electorado, y “deshacerse” de la DC. Obligan así a estos últimos a abandonar su seguidismo y desempolvar alguna identidad. Se percibe también cansancio en la población con la sucesión de anomalías vivida y con la polarización enfermiza de la política. Señal de un nuevo clima es el éxito de la DC en primarias de gobernadores y alcaldes. Todo esto permea la ansiedad electoral que ya consume a los partidos.
Nada quedará resuelto en 2021, pero su clima será mejor. La vacuna ayuda a ello. Y el modo en que se cierra el año político, abre esperanzas de una Convención Constituyente más dialogante, que busque un orden institucional que incluya a todos los chilenos y no solo a parte de ellos, como propician algunos copiando lógicas de la Constitución de la dictadura.