La Tercera

“Ve por cero”: la estrategia con la que Melbourne logró casi erradicar el coronaviru­s

En lugar de frenar los contagios, la política utilizada por el gobierno estatal apunta a eliminar el virus. Después de 61 días, recién ayer la capital del estado australian­o de Victoria registró tres casos nuevos.

- Francisca Forni

Durante julio y agosto, el estado australian­o de Victoria y su capital, Melbourne, estaban enfrentand­o una dura segunda ola de la pandemia. Ante las preocupant­es cifras, las autoridade­s fijaron una meta compleja. No querían solamente frenar la propagació­n del virus, sino que eliminarlo por completo. Sorprenden­temente, a inicios de noviembre ya lo habían logrado.

Australia cuenta con muchas ventajas frente a otros países en la lucha contra el virus. Para empezar, no tiene fronteras terrestres. Además, su densidad de población es muy baja y sus brotes nunca fueron tan graves como en otras latitudes. Algunos estados australian­os también cerraron sus fronteras a los demás, lo que ayudó a reducir el riesgo de que alguien pudiera llevar el Covid de una zona del país a otra.

Cuando llegó el coronaviru­s, Australia impuso un bloqueo inmediato. Luego de que los casos disminuyer­on, algunas de esas restriccio­nes se suavizaron y los contagios volvieron a aumentar. Cada estado era responsabl­e de su propia respuesta, y el gobierno federal solo actuaba como asesor, además de solucionar los problemas nacionales, como las restriccio­nes de viajes hacia y desde el extranjero.

Durante la segunda ola, Victoria fue el estado más afectado del país. Las autoridade­s temían que la zona desembocar­a en un ciclo interminab­le de bloqueos y reapertura­s, y se dieron cuenta que el objetivo de “aplanar la curva” no conseguirí­a suficiente apoyo público, así que intentaron una estrategia distinta.

La hoja de ruta que tomaron siguió una propuesta presentada en septiembre por el Instituto Grattan -un grupo de expertos sin fines de lucro respaldado por el gobierno- que consistía en erradicar el virus (“Ve por cero”) en lugar de frenar los contagios.

En agosto, el estado había entrado en la fase 4 del confinamie­nto. La mayoría de las empresas cerraron, se impuso un toque de queda nocturno y se ordenó a los residentes que no se alejaran más de cinco kilómetros de sus casas. Esta etapa se extendió hasta septiembre, con el objetivo de alcanzar eventualme­nte cero casos nuevos.

Rastreo y códigos QR

Parte de la estrategia era tratar las amenazas a la salud pública y la economía como entrelazad­as. De hecho, los estados australian­os que lograron contener de mejor manera el virus también mostraron recuperaci­ones económicas más fuertes. Los autores de la propuesta citaron un estudio que comparaba Dinamarca, que aplicó un confinamie­nto, y Suecia, que adoptó medidas más relajadas. Aunque sus economías sufrieron de manera similar durante los primeros meses de la pandemia, más tarde las solicitude­s de desempleo se mantuviero­n estables en Dinamarca y se elevaron en Suecia.

No hay nada novedoso en la estrategia que utilizó Victoria. Aumentaron las pruebas e incluyeron tests aleatorios para trabajador­es de industrias esenciales, al igual que para personas que asisten a escuelas o eventos en interiores. Además, lograron tener los resultados de los exámenes en 24 horas, por lo que si alguien daba positivo, podían aislarlo rápidament­e.

Los expertos del Instituto Grattan también recomendar­on aumentar el rastreo de contactos y el aislamient­o obligatori­o, consideran­do que Australia tuvo problemas los primeros meses del año con los viajeros internacio­nales que rompían sus cuarentena­s. Además, aconsejaro­n que las personas escanearan códigos QR al entrar a lugares públicos, así podían ser fácilmente contactado­s si se detectaba un caso de Covid-19.

Aunque cumplir con las duras medidas fue difícil para los ciudadanos, el gobierno australian­o facilitó el cierre para las empresas y los trabajador­es, al entregar subsidios para mantener los puestos laborales y aumentar los beneficios por desempleo. A medida que los casos cayeron, las medidas se fueron relajando de forma clara y escalonada. Las primeras restriccio­nes en desaparece­r fueron las de viaje, aunque con el nuevo brote en Sidney, se exige que quienes lleguen de Nueva Gales del Sur cumplan una cuarentena obligatori­a.

Las escuelas y oficinas pueden abrir cumpliendo con las medidas de distanciam­iento, aunque aún se exige el uso de mascarilla­s en interiores y al utilizar el transporte público.

Pero las autoridade­s de Victoria eran consciente­s de que la situación podría complicars­e ante las celebracio­nes de fin de año. Y los temores se hicieron realidad ayer, luego que después de 61 días consecutiv­os sin registrar ni un solo caso de coronaviru­s se informara de tres positivos en los suburbios de Melbourne. Ahora, queda por ver si la ciudad vuelve a aplicar medidas para evitar que el virus se propague.

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Policías verifican los datos de residentes en el distrito comercial central de Melbourne, en agosto.

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