“Al tocar Bach, Morricone o Manzanero creas una energía maravillosa”
Lo primero que hace el artista cada mañana es interpretar a Bach una hora y cuarto. En pandemia también grabó un disco dedicado a Ennio Morricone, quien murió en julio, y ahora registrará un tributo a Armando Manzanero, quien falleció el lunes pasado.
Armando Manzanero, el célebre cantautor mexicano fallecido el lunes pasado a los 85 años, dijo mucho de sí y mucho también de Roberto Bravo cuando lo presentó al público, en el recital que le invitó a dar hace tres años en la Sala Roberto Cantoral de Ciudad de México.
“Y llega un pianista de mucho abolengo, de mucho rango”, dijo entonces. “Escucho su manera de tocar “, agregó, “y me inspira mucho su dulzura, su esquisitez y sobre todo el repertorio que ejecuta”.
Roberto Bravo recuerda que Manzanero lo estaba esperando en el camarín, “fresco como una lechuga”, a pesar de que había llegado esa misma mañana desde Japón.
“Era una persona dulce y por eso las canciones, cuando él las cantaba, eran como un lied. Nada que ver con cuando las canta Luis Miguel, que tira todo su vozarrón para lucir los agudos”, explica.
“Su muerte me ha causado una tremenda pena porque tenía una relación muy hermosa y cercana con él. Siempre he sido un enamorado de su música, y además era un cantante de una gran expresividad, se entregaba por entero en cada función. Todos nos hemos enamorado alguna vez con un bolero de Manzanero”, agrega.
En 2015, Bravo grabó un disco de boleros, que le regaló a Manzanero en 2017, cuando la Presidenta Michelle Bachelet los invitó a ambos a La Moneda.
Unas semanas después, el mexicano lo llamó por teléfono para invitarlo a su país. “Imagínate la impresión! ‘Hermano, me encantó tu disco, qué bien tocas el piano, carajo’, me dijo”, recuerda Bravo.
Desde el viernes pasado, cuenta, estuvo “en contacto espiritual” con Manzanero hasta su muerte. “Estuve escuchando su música. Lo único que podía hacer era un disco de homenaje, y me puse a trabajar. Lo grabaré ahora en enero”, dice.
Será el trigésimo cuarto de su discografía, que acaba de sumar ahora un título que grabó en pandemia y que ya está disponible en Apple Music y Spotify.
Tributo a Ennio Morricone incluye piezas que el compositor italiano fallecido en julio pasado escribió para las películas La Misión, Érase una vez en América, 1900, Érase una vez en el Oeste, Malena y Cinema Paradiso y participa la cantante Andrea Cárdenas.
“Morricone ha compuesto más de 400 bandas sonoras, igual que Manzanero hizo 400 boleros”, comenta Roberto Bravo, y confiesa que su hijo ya sabe que la música que elegiría para su propio funeral es la de
Cinema Paradiso.
“Morricone tenía un gran talento para la música contemporánea, si hubiera seguido ese camino se hubiera convertido en otro Luciano Berio, pero la música que hizo para el cine tuvo un gran impacto porque la gente se mueve por la emoción”, asegura.
En alguna medida, el propio Bravo tomó una opción similar, a fines de los 70, y después de haberse formado en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú y con Claudio Arrau y Maria Curcio, tras haber actuado en el Carnegie Hall de Nueva York, la Salle Gaveau de París, y grabado con la Royal Philharmonic de Londres. Buscando un propósito espiritual, dio un giro en la carrera clásica del concertista y se enfocó en otros públicos y otras músicas, centrándose en la emoción y su poder.
“La emoción nos mueve a ponernos en servicio de esta música maravillosa para poder transmitirla. Primero resuena en nosotros y entonces, rebota a través de lo que tú haces, sea en el piano, el violín o el canto, y llega a otras personas que lo necesitan mucho. Cuando tocas Bach, Morricone o Manzanero, creas una energía distinta, maravillosa, que va más allá de la contención”.
Por eso una de las cosas que más ha tocado en las incontables cápsulas que ha hecho en pandemia para que “algún médico o enfermera pueda llorar en el patio de su hospital”, fue Cinema Paradiso.
El otro compositor sanador que compartió en redes sociales fue Johann Sebastian Bach. “Nos da la compasión por el que sufre”, dice. “He estado toda la pandemia tocando Bach, es lo que me ha sostenido. Hay gente que sale a trotar, yo empiezo el día tocando una hora y cuarto de Bach”, cuenta.
Y si en 1979, en plena dictadura, hacía encores de Víctor Jara en el Teatro Municipal, y recorría las poblaciones con su piano, mezclando a los clásicos, los populares y la poesía, si estuvo en la mina San José con los familiares de los 33, y en Constitución con los sobrevivientes en 2010, en esta emergencia sanitaria ha sido muy activo en redes sociales. “Es lo que uno tiene que hacer, es lo que puede hacer un artista”, dice.
¿Cómo ve la situación social desde el estallido hasta el Plebiscito por la Nueva Constitución?
“He estado leyendo a Gandhi, Tolstoi y Martin Luther King, a todas las personas que predicaron con el ejemplo de sus vidas la no violencia. Grandes seres de luz que nos mostraron un camino, y que mucha gente los ha olvidado. El camino de la paz es uno solo; yo rechazo en todas sus formas la violencia, pero apoyo con todo mi corazón el derecho de la gente a protestar, a hacer valer sus derechos y reclamar por lo que es justo, porque el estallido social y la pandemia han demostrado que la desigualdad en Chile es horrorosa.