La Tercera

Lavín: “Un gobierno de derecha típico no resulta”

“Tengo que convencer a la centrodere­cha de que un gobierno de derecha típico no resulta”

- Por María José O’Shea C. Fotografía: Mario Téllez

No, pero sí llamé a Rodrigo Delgado y a Jaime Bellolio.

Estirar los 2/3 ¿Influyó en esta decisión el hecho de que haya salido más competenci­a al interior de la centrodere­cha para la presidenci­al? De hecho, en una encuesta Cadem que medía la primaria de la derecha, Evelyn Matthei salía mejor posicionad­a que usted.

No, lo que influyó fue la fecha. De encuestas está lleno, todas las semanas aparecen, entonces tú no puedes tomar decisiones importante­s por eso. Esta decisión es de convicción profunda. Es decir, “mira, yo siento que quiero hacer esto porque creo tener el mejor proyecto para Chile”. Y yo sé que es difícil, casi más difícil la primaria de Chile Vamos que la segunda vuelta. Pero obedece a ese convencimi­ento.

A veces uno toma estas decisiones por razones políticas o de estrategia. El año 99 era obvio que yo tenía que ser el candidato, porque por lejos en la centrodere­cha yo era la persona mejor evaluada, pese a que la distancia respecto de Lagos era sideral. Aquí no, aquí fue como de decir "mira, yo tengo que hacer esta cuestión". Ahora, ¿es difícil? Sí, es súper difícil. ¿Una primaria ultracompe­titiva? Sí. ¿Con Jadue y Jiles que es muy difícil? Sí, es muy difícil. Pero tengo que hacerlo. Y si no resulta, bueno, no resulta, me voy para la casa. Pero tengo que jugármela por lo que estoy creyendo en este minuto, que es lo que hay que hacer en Chile.

¿Y qué es lo que hay que hacer? ¿Cuál es ese proyecto?

Son dos cosas. Una es la integració­n social, pero en un sentido más de fondo. De las cosas que yo he dicho en Las Condes y me han conmovido, está la torre social de la Rotonda Atenas, por el impacto que causó. Primero hubo un rechazo de los vecinos, pero después vino el estallido social y creo que la gente hoy día se da cuenta de que eso era lo que había que hacer. También me ha marcado en el último tiempo el colegio municipal nuevo. Se llenaron los cupos en 12 minutos. Entonces, uno dice, chuta, qué diferencia con otros lugares. Aquí la gente se pelea por estar en la educación pública y en otras partes no. Prefieren otro tipo de colegio. Y también diría yo, lo que hemos hecho en la seguridad.

Para mí, el sueño es hacer realidad esto de que todos vivamos en el mismo Chile. Porque hoy no es así. No estoy hablando de las desigualda­des de ingreso, sino que estoy hablando de una cosa como más obvia, que son los servicios que presta el Estado. No son iguales en todo Chile. O sea, aquí si te asaltan, va a llegar seguridad ciudadana y te va a evitar el asalto. En otra parte no va a llegar nadie. O aquí tienen parques bonitos, allá no tienen. Acá, el consultori­o atiende súper bien, en otras partes no. Eso requiere reformas muy profundas, pero es un camino que tiene que partir.

Y lo segundo, es que solo se pueden hacer a través de grandes acuerdos. Y ahí voy a lo del gobierno de convivenci­a nacional. Si no logras armar acuerdos grandes, ninguna de estas cosas pasa a ser posible. Esto que le está pasando a Sebastián Piñera, y también le pasó a Michelle Bachelet; los gobiernos de derecha o de izquierda clásica están entrampado­s. Hay una oportunida­d en el sentido de que el gobierno que viene, es el primero de un ciclo nuevo. Le va a tocar como echar a andar la nueva Constituci­ón, que es una nueva manera de sentir Chile, de mirar Chile.

¿Y eso no le da vértigo?

Sí, pero al mismo tiempo, es la gran oportunida­d que Chile tiene. Porque es la manera de ponernos de acuerdo de nuevo. Porque ahí va a haber un ejercicio en que esta hoja en blanco se va a tener que acordar por dos tercios para llenarla.

Entonces, la manera de encarar cambios tan profundos que afectan la vida diaria de la gente es a través de que esos acuerdos por dos tercios se prolonguen en un nuevo gobierno. Que el primer gobierno del nuevo ciclo alargue el espíritu de los dos tercios y lo lleve a la realidad. Es decir, “ok, esto no puede quedar sólo en la Constituci­ón”. ¿Cómo vamos a enfrentar la delincuenc­ia? ¿Cómo vamos a enfrentar el narcotráfi­co? Necesitamo­s acuerdos. ¿Qué va a pasar con La Araucanía? A lo mejor vamos a tener que cambiar la Ley Antiterror­ista o que la inteligenc­ia policial hay modernizar­la. Y para eso se necesitan grandes acuerdos.

Pero es bien difícil que ocurra.

Es difícil, nunca ha pasado en Chile. Pero en otros países sí. Hay momentos especiales en la vida de los países en que esto pasa y, por lo tanto, lo que yo quiero es ganar con un mandato que sea “oiga, yo quiero que usted gane, pero cuando usted gane, no va a gobernar solo con los que ganaron. Usted va a llamar a los que perdieron o a los que quieran venir de los que perdieron, y les va a decir: trabajemos juntos”. Eso es lo que quiero hacer.

¿Esa es una garantía de Joaquín Lavín candidato presidenci­al hoy?

“Ni de izquierda típico tampoco”, plantea ya

lanzado en su tercera candidatur­a presidenci­al. Su propuesta no es solo la integració­n social, sino la integració­n política: “Lo que yo quiero es ganar con un mandato que sea oiga, cuando usted gane, no va a gobernar solo con los que ganaron. Usted va a llamar a los que perdieron o a los que quieran venir de los que perdieron y les va a decir: trabajemos juntos”.

Por supuesto, y eso es lo que lo hace más difícil hacia la derecha.

Podría gobernar con el Frente Amplio, con el Partido Comunista?

Yo he hablado más bien desde la centrodere­cha hasta la socialdemo­cracia, porque eso es lo que me parece que es lo más natural y es lo más probable que se dé en la convención constituci­onal, cuando hablemos de los acuerdos por dos tercios. Porque siempre va a haber grupos que no van a estar de acuerdo. Pero da lo mismo, no quiero encasillar­lo en partidos políticos, porque cuando uno hace esa pregunta hoy, te van a decir: “Yo jamás estaría con tal persona, cómo se te ocurre”. Pero distinto es que la opinión pública tenga también convicción sobre esto y te dé un mandato sobre esto. Eso es lo que hay que lograr.

Cuando habla de convivenci­a nacional, ¿en un gabinete eso significar­ía, por ejemplo, que no sería pura gente de partidos?

Por supuesto, tiene que ser un reflejo de la diversidad social y cultural de Chile y de la diversidad política de Chile, para lograr el objetivo.

La primaria más difícil

Es su tercera candidatur­a presidenci­al. ¿La tercera es la vencida?

No tengo idea si va a ser la vencida. La veo distinta a las otras veces. Yo nunca pensé ser candidato presidenci­al de nuevo. Nunca pensé siquiera ser alcalde de Las Condes de nuevo. A veces la vida cierra una puerta, pero Dios abre una ventana o se van abriendo ventanas que uno no sabe. Hay que dejarse llevar. Y la veo como distinta a las veces anteriores, porque hoy está todo abierto y con una paradoja única, que es que yo soy más fuerte en las segundas vueltas y menos en la propia centrodere­cha, entonces tengo un desafío adicional que es en seis meses convencerl­a de que este es el proyecto que Chile necesita.

¿Por qué cree que le va mejor en otros sectores que en el suyo? ¿Cambió Joaquín Lavín o cambió el electorado?

Bueno, Chile es distinto y yo soy distinto. Por la experienci­a, por la forma de pensar, porque tú te das cuenta de que las cosas no son blanco y negro. Porque, en el fondo, las cosas que yo digo o hago no responden como a los patrones de la derecha más clásica. O sea, por ejemplo, el solo hecho de haber estado por el Apruebo, por ejemplo, y en Las Condes ganó el Rechazo.

Ahora, yo lo que tengo que convencer a la centrodere­cha es que un gobierno de derecha típico no resulta. Y de izquierda típico tampoco. No tiene que ser un gobierno de derecha ni de izquierda. Tiene que ser con la derecha y con la izquierda. Si tú quieres resolver los problemas de la gente de verdad, desde los más obvios, como la delincuenc­ia, requieres de acuerdos amplios y hoy día no está el país para eso, no está la situación para eso. Entonces, eso es lo que hay que cambiar, esa dinámica.

Una de las cosas que se le ha criticado en todas sus campañas es que tienen mucha genialidad, pero falta de un proyecto político profundo, de densidad política. ¿Qué responde a eso?

Bueno, yo creo que esto es todo lo contrario. O sea, a mí siempre se me van a criticar, pero yo ahora lo veo al revés. O sea, lo

que yo tengo ahora es el proyecto que Chile tiene que hacer: es la integració­n social, es el gobierno de convivenci­a nacional. Y hay que abrirle los ojos a la gente de eso. Y a eso me quiero dedicar.

Hugo Herrera, por ejemplo, decía en La Tercera que Lavín tiene arrebatos de genialidad, pero Mario Desbordes tiene un proyecto político más sólido con su tesis de la derecha social.

Tengo el mayor respeto por Mario Desbordes, y aquí todo suma. A mí no me gusta hablar de la derecha social, porque yo creo que lo que hay que hacer no es un gobierno de derecha, ni de izquierda, pero entiendo a lo que se refiere. Pero yo creo tener un proyecto político profundo.

En su anuncio del miércoles dijo que quería ayudar a sanar Chile.

¿Por qué cree que puede ayudar usted a eso?

Lo primero es que yo creo que Chile necesita sanar. Esto yo se lo escuché a Joe Biden, diciendo que Estados Unidos necesita ser sanado. Y Chile necesita lo mismo, con una diferencia quizás: que en Estados Unidos el país es el que está polarizado. En Chile, es la clase política.

El otro día salió en televisión el discurso de Patricio Aylwin en el Estadio Nacional, poco después de que asumió, cuando dijo: “No, señores, esto tiene que ser con civiles y con militares”. Y si lo miras hoy, Patricio Aylwin fue un sanador. De alguna manera, después del estallido social, después de la pandemia, después de la crisis económica, la polarizaci­ón que hay en la política, hay que hacer los cambios que Chile requiere y por eso creo que tiene que ser con grandes acuerdos. Y hay que volver a calmar las pasiones, a sanar.

Para poder hacer todo esto le tiene que comprar el discurso su propio partido, los parlamenta­rios de la UDI. ¿Cómo va a ser ese camino?

Una cosa que he hecho este tiempo, privadamen­te, son muchas reuniones. Con empresario­s, con personas con centros de pensamient­o, explicándo­les este proyecto. Y ahora me toca hacer lo mismo con los parlamenta­rios. No solo la UDI, sino también de los otros partidos. Y empezar a convencer más a la opinión pública sobre esto. Pero ya la decisión está tomada, el camino es este y aquí hay que echarle para adelante.

El próximo gobierno va a atravesar un período de alta convulsión social, debate difícil y en el que probableme­nte las reglas del juego van a cambiar en el camino. ¿Cómo lo toma?

Hay dos maneras de mirarlo. Desde el punto de vista humano, uno dice: ‘Chuta, ser Presidente hoy día en Chile es una moledora de carne’. Entonces, hay que estar muy convencido de lo que uno quiere hacer, para entrar a este desafío. Pero también lo veo como una oportunida­d, porque este va a ser un año muy decisivo y vale la pena jugarse. En una de estas, la Constituci­ón nueva va a facilitar lo que yo te estoy diciendo: los gobiernos de coalicione­s más amplias, a lo mejor el sistema tan presidenci­al que tenemos va a ser distinto.

“La decisión está tomada, el camino es este y aquí hay que echarle para

adelante”.

¿Le gustaría ir hacia un sistema más semipresid­encial?

Exactament­e, que ponga los incentivos en las coalicione­s amplias, en los acuerdos.

El miércoles, cuando tuiteó que iría a la presidenci­al se llenó de fotos suyas con Pinochet. ¿Cómo asume ese costo?

Cada uno tiene su historia y la historia es la que es. Ahora, quizás porque yo sé de dónde vengo, tengo claro también adónde Chile tiene que ir, que es algo totalmente distinto. Pero cada uno tiene su historia y eso es así. Y obviamente que creo que ya la gente me conoce y sabe cuánto he cambiado.

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