COVID Y FALTA DE RESPONSABILIDAD DE LOS JÓVENES
La realización de “fiestas clandestinas” es una nueva manifestación de que sobre todo los segmentos más jóvenes han perdido la percepción de riesgo.
7
La segunda semana del año se inicia con noticias preocupantes en cuanto al número de contagios, con número que borden los cuatro mil casos diarios. El país poco a poco se acerca a los promedios que se observaron en los meses más álgidos de la pandemia, y que tuvieron al sistema de salud al borde de la saturación. Algo de eso se advierte ya, cuando hay regiones cuyas camas UCI están al borde del colapso, mientras el promedio nacional de uso de camas críticas se ubica en torno al 80%. Frente a esta nueva realidad, la autoridad comunicó ayer que 71 comunas retrocedieron de fase y 42 pasarán a cuarentena a partir del jueves -implicando a más de cuatro millones de personas-, lo que da cuenta del deterioro que se está experimentando.
Es en este contexto cuando se han conocido informaciones que dan cuenta de la realización de una serie de “fiestas clandestinas”, las que han tenido lugar en distintos lugares del país. Una de las que despertó mayor interés mediático fue la que tuvo lugar en el balneario de Cachagua, donde una serie de videos muestran a jóvenes y adolescentes celebrando despreocupadamente en lugares cerrados, sin uso de mascarillas y con ningún distanciamiento social. Las consecuencias ya están a la vista, pues el aumento de casos activos en dicha localidad experimentó un fuerte incremento.
La indignación que estas imágenes han provocado en la opinión pública son justificadas, y permiten relevar hasta qué punto la sociedad se ha ido relajando en la observación de los resguardos sanitarios, sin lo cual todas las medidas que la autoridad pueda adoptar terminan siendo de escaso impacto. La experiencia internacional muestra que sobre todo la población más joven se ha convertido en la principal propagadora del virus, principalmente por conductas irresponsables como la realización de fiestas o juntas masivas de amigos o familiares en hogares. Para el caso de Chile, se están reportando más casos de contagios en personas jóvenes (menores de 50 años), probablemente por las mismas razones que se han observado internacionalmente.
Es un hecho que en los segmentos más jóvenes la percepción de riesgo disminuye considerablemente, y en muchos se ha creado una falsa sensación de seguridad frente a la llegada de las primeras vacunas. La población -pero sobre todo la juventud- debe tomar conciencia de que si persisten las conductas irresponsables, se pone en grave riesgo la salud de todos.
La autoridad debe también incrementar los esfuerzos de fiscalización, y ser más estricta en la aplicación de sanciones. Es un hecho que no hay personal suficiente para controlar cada una de las actividades, pero si existe la percepción de que las fiscalizaciones son ocasionales ello también fomenta el incumplimiento. El celo fiscalizador de la autoridad debe en todo caso ser utilizado con prudencia. Los dichos de la subsecretaria de prevención del Delito, quien señaló que si en Cachagua se producen víctimas fatales entonces “ya saben a quién irle a preguntar” pueden poner en peligro la integridad de los jóvenes, existiendo mejores formas de llamar a la conciencia ciudadana.